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Canonización de Monseñor Romero

martes, 29 de marzo de 2016

El Éxito de Donald Trump

Hasta hace unos meses, Donald Trump era sólo un empresario exitoso más en los Estados Unidos, como los hay muchos.  Se distinguía porque se dedica a invertir en bienes raíces, por la importante localización de sus edificios, los cuales la mayoría llevan su nombre y por salir en un programa televisivo, personificando a un empresario que despide a sus empleados por el menor mal desempeño y sin ninguna conciencia social.

De pronto, seguramente motivado por el pobre desempeño de la mayoría de los líderes políticos de su país, de ambos partidos mayoritarios y por tanto considerando sus empresas amenazadas, decide convertirse, él mismo, en un político e inmediatamente se lanza como candidato presidencial; eligiendo para su candidatura al Partido Republicano, pues es con quien más se identifica.  El Partido Republicano es el partido de “derecha” de los Estados Unidos.

Todas sabemos que a nivel mundial y en los Estados Unidos por supuesto, los partidos de derecha son los partidos con quién más naturalmente se identifican los empresarios de cada país; pues es en estos donde prevalece el pensamiento que son las empresas privadas las encargadas de generar los empleos y no el gobierno.

Para lanzarse de candidato, la primera acción no tradicional que hace, en contra de todas las recomendaciones de sus amigos políticos, es no contratar a ninguna empresa tradicional para que le maneje su campaña; pues decide proyectarse siendo él mismo, tal y como es en realidad y no lo que los que especialistas en política pudieran recomendar.

La decisión anterior lo ha llevado a que durante toda su campaña ha cometido una serie de errores que han estado a punto de eliminarlo como contendiente, incluyendo una controversia con el papa Francisco.  Pero al final, el público estadounidense ha decidido más premiar su autenticidad, que su experiencia política; reconociendo, en su mayoría, que lo que necesita los Estados Unidos es un nuevo y fresco liderazgo político, ya que los actuales solo se han dedicado a buscar beneficios para ellos mismos; olvidándose de los intereses de las personas que votaron por ellos.

De ahí que, en realidad, la primera gran decisión que tomó Donald Trump es ser un político que dice y hace no lo que sus votantes quieren oír o esperan que haga, sino ser un político transformador de la actual clase política, de forma que estos dejen de aparentar lo que no son y permitan que sus votantes conozcan quienes son en realidad.  Sobretodo siendo cristalinos y dando a conocer la forma en que piensan en todos los aspectos, incluyendo sus valores personales y familiares.

Los resultados están a la vista.  Algunos lo odian y otros lo aman.  Esta es la característica de los transformadores de estructuras sociales y políticas. 

La verdad es que, por el momento, su forma de ser lo está llevando a ser el contendiente a la candidatura presidencial con mayor número de votos en las elecciones primarias de los Estados Unidos e indudablemente ha transformado ya la forma de hacer política en el futuro; no solo en su país, sino el mundo entero.

¿Qué nos enseña Donald Trump a los salvadoreños?  Cada uno tendrá que contestarse a sí mismo, pues hay que reconocer que también tiene muchos defectos.  Pero lo que sí es cierto es que su éxito confirma que al igual que la mayoría de salvadoreños, los votantes estadounidenses están cansados de los políticos tradicionales y demandan el surgimiento de nuevos políticos que, al igual que Trump digan la verdad, independientemente de los costos políticos involucrados y que no mientan, sobretodo a ellos mismos.



sábado, 12 de marzo de 2016

ARENA debe reinventarse


Por el bien de todos los salvadoreños (inclusive los simpatizantes del FMLN), sería bueno que ARENA se reinventara.  No solo que se renueve, sino que se reinvente.  Se necesitan nuevas ideas, nuevos planteamientos y una nueva forma de analizar y pensar… no basta ya solo el planteamiento simplista de: “Patria sí… comunismo no”.

Dentro de esta realidad, debe celebrarse la decisión de su actual presidente, Jorge Velado, de ya no buscar una reelección como presidente del instituto político, pues esto permite que sea él mismo, que representa la esperanza de una “nueva ARENA”, quien pueda dedicarse con toda transparencia y autoridad a que se aprueben unos nuevos estatutos; que permitan que se elijan las personas idóneas para que ARENA se reinvente y sobretodo tengan la capacidad y autoridad moral para enrumbarla hacia un triunfo electoral en las próximas elecciones.

De otra forma y después de solo dos gobiernos, el comportamiento de la mayoría de los funcionarios del FMLN obliga a pensar que el proceso mismo de democratización se va a interrumpir, pues hasta ahora, lo único que ha permitido que este continúe es la capacidad, honestidad y valentía de los cuatro miembros de la Sala de lo Constitucional y últimamente del nuevo Fiscal General; los cuales pronto tendrán que cesar en sus funciones.

Si bien por su actitud patriótica, queda claro que Jorge Velado comprende la necesidad que ARENA se reinvente, la reacción de la mayoría de sus dirigentes, de más de quince años, hace pensar que ellos no están conscientes que esto se necesita y creen que las próximas elecciones se pueden ganar a base de determinar quién es la persona más “popular”.  Primero dentro de los miembros de ARENA y luego dentro de la población en general.  Lo cual tiene el supuesto equivocado que los gobiernos del FMLN han sido tan malos, que los votos de los indecisos van a ser para el candidato de ARENA; no importa quien este sea.

Para comprender lo que le conviene a ARENA y al país, conviene recordar que el actual presidente de la República casi ganó las pasadas elecciones en primera vuelta, pero esto fue por el ausentismo de los votantes de ARENA, ya que esta no presentó mayores intenciones de cambio y fue hasta en la segunda vuelta, cuando toda la ciudadanía “indecisa” se volcó en favor de prevenir que el FMLN llegara nuevamente al gobierno; cuando el entonces candidato de ARENA, Norman Quijano, perdió en segunda vuelta, pero por escaso margen.

Por otro lado, en las pasadas elecciones para diputados y alcaldes, también conviene recordar que ARENA obtuvo el mayor número de votos a nivel nacional, pero fue por haber presentado a la ciudadanía una clara intención de cambio; simbolizada por una importante bancada de nuevos candidatos a diputado y sobretodo por la candidatura de un nuevo candidato a alcalde de San Salvador, con nuevas ideas y planteamientos, como lo fue Edwin Zamora y que si bien no ganó, perdió por un escaso margen; pero indudablemente su candidatura ayudó para que ARENA obtuviera el mayor número de diputados y alcaldes a nivel nacional, ya que su elección de candidato representó el símbolo más importante de la intención de reinvención de una nueva ARENA.

Para que la democracia se termine de consolidar, nuestro país necesita cerrar el círculo de la alternancia en el gobierno, lo cual significa que ARENA debe volver a ganar la presidencia y el FMLN debe aceptar su derrota, en caso de perderla.  Esto conviene a todo los salvadoreños.

Para esto, lo primero que debe ocurrir es que ARENA debe ganar las elecciones presidenciales y para que gane, de acuerdo a lo que ha sucedido en las pasadas elecciones, lo que urge es enviar una clara y pronta intención de reinventarse y lo cual comienza por las actitudes patrióticas como la de Jorge Velado y porque el resto de los dirigentes de más de quince años de ARENA comprendan que para que surjan nuevos líderes y nuevas ideas; los antiguos líderes y viejas ideas deben reconocer que esto es lo que conviene y por tanto, ya no deben seguir buscando reelecciones o promover nuevas posiciones de mando, para seguir controlando del partido.