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Canonización de Monseñor Romero

miércoles, 25 de enero de 2017

Tú problema, es mi problema

Las noticias internacionales giran entorno a los resultados positivos que el presidente electo Donald Trump está teniendo, para detener a las compañías fabricantes de automóviles para que ya no sigan construyendo plantas en México y que mejor esos empleos se generen en los Estado Unidos. 

Lo triste de la historia es que mientras esto ocurre, si bien en el corto plazo para los Estados Unidos es una excelente noticia, para los mexicanos esto está siendo una verdadera tragedia; pues no solo representa que están perdiendo miles de nuevos empleos, sino su moneda se ha devaluado considerablemente y lo cual hace que los productos que se importan se vuelvan más caros y el costo de la vida aumente; lo cual a su vez, vuelve más difícil su situación económica y la espiral de insatisfacción social acelera su tendencia alcista.

A propósito de la celebración de los Acuerdos de Paz, que estamos por realizar, algo parecido ha ocurrido aquí en nuestro país y lo mismo ocurre diariamente en muchas familias.  Es decir, en nuestras decisiones y acciones, lo que olvidamos es que si actuamos solo en base a nuestra propia conveniencia, sin tomar en cuenta las personas a nuestro alrededor; tarde o temprano sufriremos consecuencias negativas de gran trascendencia.

Este principio es lo que aparentemente se olvidó después de la firma de los Acuerdos de Paz y ahora después de veinticinco años resulta totalmente evidente, y que es que las cosas no podían ir bien, durante todo el tiempo, solo para los pocos  favorecidos de los partidos en el gobierno y ambos partidos mayoritarios, veinte años ARENA y ahora siete años el FMLN, lo que olvidaron es que no se puede como gobierno solo estar pensando en su propia forma de hacer las cosas, sino más bien hay que buscar un consenso de todos los sectores; para que la violencia social tienda a disminuir y no ha incrementarse.

En el caso de la familia es lo mismo y si el padre o la madre comienza a tomar decisiones sin tomar en cuenta a su cónyuge o a sus hijos, muy probablemente le irá bien por un corto tiempo.  Podrá pasarla muy bien y hasta divertirse, pero a la larga la ruptura o insatisfacción de la familia hará que la realidad de no haberlos tomado en cuenta se imponga y entonces vienen los problemas que separan las familias y causan los divorcios; criando niños sin el balance del amor de ambos padres y los cuales son la principal semilla para que las maras se continúen alimentando de jóvenes que no conocieron el amor desde pequeños.

En los próximas días estaremos presenciando tanto la toma de posesión del nuevo presidente de los Estados Unidos, como la celebración de nuestros veinticinco años de la firma de los Acuerdos de Paz; pero comprendiendo tristemente que no gozamos de ella y mucho menos por aquellas familias que nuestra realidad económica y social las obligó a separarse y uno o varios miembros tuvieron que emigrar a los Estados Unidos.  Tabla de salvación que ahora se encuentra amenazada con cerrarse con un muro, el cual va a ser muy difícil de escalar.

Luego, al conmemorar los Acuerdos de Paz, lo que nuestro país espera es que ambos partidos mayoritarios comprendan sus errores del pasado, en no comprender que “tú problema es al final, también mío” y que lo mismo haga el nuevo presidente Trump con sus vecinos latinoamericanos e implemente políticas innovadoras, para que los productos agrícolas de nuestros países reciban el precio justo de lo que el mercado les reconoce y no se quede la mayor parte del beneficio en los países consumidores.


lunes, 2 de enero de 2017

Sobre el salario mínimo


Una gallina encontró unos granos y se puso a pensar que si los sembraba, podría producir trigo y hacer pan.  Dijo a sus vecinos: “Si sembramos estos granos, tendremos pan para comer.  ¿Alguien quiere ayudarme a sembrarlos?”.  “¡Claro que sí, así ganaré algún dinero!” - contestó la vaca.  “¡Por supuesto, no tengo nada que hacer!” - aseveró el pato.   “¡Encantado de obtener un ingreso, pues ahorita no tengo ninguno!” - replicó el cabrito.  “¡Vayan todos, pues el gobierno necesita más ingresos para gobernar bien” - completó el cerdo, que era el gobernante de la granja.  Y así lo hicieron. 

El trigo creció y maduró dando unos granos dorados y abundantes.  “¿Quién me ayudará a recogerlos y hornearlos?”, quiso saber la gallina.  “¡Por supuesto, así ganaré más dinero!” - dijo el cabrito.  Pero entonces sentenció el cerdo: “¡Como funcionario público, exijo que se pague un salario mínimo a todos los que corten granos!”.  “¡Buena idea... Si no tengo un salario mínimo, no cortaré granos!” – confirmó el pato.  “ ¡Yo no, ni loca pierdo mi pensión de jubilación!”- exclamó la vaca.

“¡Entonces, yo misma lo haré!” - exclamó la gallina.  Cocinó 100 panes y los puso en una cesta para comerlos junto con su familia.  De repente, todos los animales pasaron, querían pan y pedían un bocado.  La gallina simplemente decía: “¡No... son para mí y mi familia.  Yo tuve la idea y los coseché.  Ustedes no quisieron ayudarme!”. 

“¡Egoísta, solo piensa en sí misma!” - gritó la vaca.  El cerdo gruñó y dijo: “¡La tierra es para todos, el pueblo tiene derechos!”.  “¡Explotadora!” - exclamó el pato.  “¡Yo exijo igualdad para todos!” - gritó el cabrito.  Un político dijo:  “Usted, gallina, no puede ser así tan egoísta.  Usted ganó demasiado pan y tiene que pagar más impuestos y debe compartir el exceso con los más necesitados.” 

“Pero yo gané ese pan por mi propia idea y trabajo.  Pedí ayuda y nadie quiso colaborar.  Pero está bien, lo compartiré con todos… acepto... y estoy complacida en compartir… ¡pues todo viene de Dios!” - replicó la resentida gallina. 

Así, la tranquilidad volvió a la granja y todos a sus actividades anteriores.  Sin embargo, ahora todos se la pasaban preguntando: “¿Por qué será que esta egoísta y explotadora gallina, nunca más ha vuelto a sembrar trigo?”.

Algunos políticos se esfuerzan en hacernos creer que el no subir el salario mínimo equivale a que los empleados no reciban el justo reconocimiento de sus ingresos.  Lo que la fábula demuestra es que, lo más valioso para una sociedad es que los empresarios sigan generando empleos; pues de otra forma, a la larga, los ingresos de todos desaparecen.

Además, lo que la fábula ilustra es que, debido a que los funcionarios públicos querían incrementar sus ingresos, a través de más impuestos, lo que lograron es que la gallina, de los “granos de oro”, ya no se motivó a seguir sembrando y todos perdieron.  Pues, si la relación entre trabajo y producción se desequilibra, por medio de un decreto,  lo que hace el salario mínimo es generar más desempleo.

En Cuba se olvidó lo que la fábula pone en evidencia y según la CEPAL, el salario mínimo mensual en ese país para el 2016, va a cerrar siendo de $8.97 dólares por mes o sea, menos de 25 veces el que nuestro querido país ya ha logrado.

Por el otro lado en Suiza, un país con un estándar de vida ejemplar, el 76% de la población votó en contra de establecer un salario mínimo; tan recientemente como el pasado mes de Mayo. 

O sea, lo que urge no es subir el salario mínimo, sino incrementar las oportunidades de trabajo.