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Canonización de Monseñor Romero

martes, 10 de octubre de 2017

Lo ordinario, se ha vuelto extraordinario


La aprobación unánime de la reforma a la ley de pensiones se ha festejado con toda pompa. 

Sin embargo, a la vez, todas la partes han aceptado que lo que se ha aprobado no es lo mejor o sea, debe entenderse que para la mayoría de salvadoreños… los cuales, por razones obvias, no pueden opinar.

Lograda la reforma, el nivel de prestigio financiero de nuestro país subió de inmediato y las felicitaciones entre todos los líderes de los distintos sectores no cesaron por muchos días.  Inclusive, al presidente de la República no le quedó de otra que unirse a la celebración y aparecer, en cadena nacional, felicitando a todos los partidos políticos, incluyendo al suyo; aunque sabiendo que eso no era lo que el FMLN quería.

Indudablemente que el acuerdo logrado es un paso adelante y debe celebrarse, no tanto solo por la reforma en sí, que es algo sumamente importante, sino por la aprobación unánime de todos los partidos.

No obstante, la euforia hace recordar la inauguración del Bulevar Monseñor Romero, cuando el entonces presidente de la República, en un intento de hacer parecer aquello como un logro extraordinario, lo recorrió en un sendo desfile, manejando un pomposo automóvil antiguo y después de haber pronunciado de forma triunfal aquella frase, ahora célebre, de: “Les guste o no les guste”.  Años después, todos hemos realizado, por el congestionamiento de tráfico que se sufre a diario, que si en aquel entonces no se hubiera construido ese bulevar, la ciudad sería un completo caos; más de lo que es.

Lo mismo se continua haciendo con cada computadora que se regala a un inocente niño o cada obra de infraestructura finalizada, aunque el gobierno sabe que no tiene dinero para pagar a tiempo a los distribuidores de energía, a los proveedores de zapatos y hasta hace pocos días, las pensiones.

A este respecto, el evangelio del domingo pasado nos presenta una parábola que presenta dos hijos.  Uno que le contesta al padre que sí va a ir a trabajar a la viña, pero no va y otro que le contesta que no quiere ir, pero al final se arrepiente y va.

Al igual que el primer hijo, la actitud del FMLN en promover la viña del entendimiento y la democracia ya se conoce.  Ha dicho que sí quiere, pero no lo hace.  A la vez y sin pretender quitarle méritos al acuerdo logrado, la realidad es que la reforma a la ley de pensiones no llegó hasta que GANA, PCN y PDC se comportaron como el segundo hijo y arrepintiéndose de no haberle cumplido al “padre” o sea al pueblo salvadoreño; lograron ponerse de acuerdo con ARENA, para presentar un proyecto que el FMLN no pudiera rechazar; sobretodo, porque ya no tenía aliados con quienes seguir pretendiendo su propia reforma.

La actitud de todos los sectores y partidos políticos debe celebrarse.  Sin su ayuda, la reforma no se habría podido lograr.  Sin embargo, se debe estar claro que lo que se ha realizado no es nada más que: “lo que había que hacer”; pues al igual que el segundo hijo de la parábola, lo que se ha hecho es solo cumplir con la voluntad del “padre”; en este caso, el pueblo salvadoreño.