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Canonización de Monseñor Romero

lunes, 20 de noviembre de 2017

Un país abierto o cerrado; con Dios o sin Dios

La ANEP presentó, esta semana, una serie de reformas encaminadas a reducir los tiempos y costos de hacer negocios, en nuestro país y volverlo competitivo para atraer inversiones y generar más empleos.

Como premisa, el presidente de ANEP manifestó que la actual crisis es una de las más graves de nuestra historia, la cual ha generado una violencia que ya le ha costado la vida a más de 3,000 salvadoreños, durante el presente año y se han perdido más de 11,500 empleos; con una economía que crece solo 2.0% anualmente, lo cual evidentemente es insuficiente como para satisfacer el aumento de la demanda de empleos y la cual es de alrededor de 60,000, por año.

Durante el evento, el invitado especial y expresidente de Bolivia, Jorge Quiroga, expresó la preocupación sobre el inminente derrumbe de la economía de Venezuela y las consecuencias que eso va a traer a otros países, como el nuestro e hizo énfasis que es solo cuestión de tiempo para que esto nos afecte de un forma más severa;  exhortando al gobierno a lograr acuerdos mínimos, que le permitan al país avanzar en el desarrollo y que estas consecuencias afecten el mínimo posible.   

Por el otro lado, la ANEP enfatizó las grandes oportunidades que se están presentado a los jóvenes y que vienen de lo que se ha dado en llamar la cuarta revolución industrial.  Que tiene que ver con empleos bien remunerados en los campos de la tecnología del procesamiento digital y que si no se capacita a la población desde su niñez, corremos el riesgo de perder estas oportunidades;  enfatizando que se debería de adoptar el inglés como segundo idioma e impartirse en las escuelas desde los primeros grados; para poder aprovechar estas oportunidades que requieren indudablemente de un país abierto y globalizado.

El panorama del país y lo que este necesita lo dejó bien claro el recientemente celebrado XVII Encuentro Nacional de la Empresa Privada.  Ante esto, el presidente de la República contestó, básicamente, que el país avanza sostenidamente y que su presencia significaba el compromiso de su gobierno de fortalecer los vínculos con la empresa privada; para que esto repercuta en mejorar las condiciones para un mayor crecimiento económico.

Hasta aquí parecería un diálogo de sordos, asistiendo a la reunión que cada uno convoca.  Como dijo el presidente de ANEP: “Lamentablemente, en el pasado, muchas de nuestras propuestas no han sido tomadas en cuenta, pero eso no nos libera de la responsabilidad de hacerlas”.

Muchos se preguntarán: “¿Y que tiene que ver Dios en todo esto?”

El evangelio del próximo domingo nos comenta que el dueño dijo al último servidor que hizo lo que tenía que hacer: “Te felicito siervo bueno y fiel.  Puesto que has sido fiel en cosas de poco valor, te confiaré cosas de mucho valor.”

Las sugerencias de la ANEP, indudablemente, marcan el camino a seguir como país. La única forma de eliminar la violencia es generando empleos dignos, sobretodo para la juventud que es la que es atraída por la violencia.  La economía de nuestro país es demasiado pequeña para, por sí sola, generar los empleos que necesitamos; luego el único camino a seguir es ocupar nuestros talentos y abrir nuestra economía para volverla atractiva para los inversionistas. 

Por sobretodo, lograr los entendimientos necesarios reconociendo y anteponiendo la voluntad de Dios, sobre toda ideología.