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Canonización de Monseñor Romero

sábado, 29 de agosto de 2015

Invierta en El Salvador


Turquía, al igual que El Salvador, tiene una ventaja competitiva y que es que su país está situado en el centro de los mercados más importantes de su continente.  De ahí que, a raíz de esto, ha realizado un compromiso que la ha convertido en uno de los países de “economías emergentes” más importantes a nivel mundial y que es: “Invierta en Turquía”.

La discusión en nuestro país se centra en la necesidad de disminuir la polarización y buscar la forma de encontrar los consensos básicos necesarios para que nuestro querido país pueda salir adelante o sea, que las condiciones de vida de la mayoría de salvadoreños mejore constantemente.  Para que esto ocurra, lo primero que debemos realizar es que la polarización política en que estamos es ya dañina para todos y a nada bueno nos está conduciendo.

De sobra está probado que, a menos empleo más violencia y viceversa.  Con este enfoque resolvió el problema de la violencia la actual alcalde de Gary, Indiana, en los Estados Unidos; ciudad en la cual, después de ser una de las ciudades más prósperas y ejemplares de ese país, debido a que las grandes empresas de acero tuvieron que reducir sus operaciones, la ciudad se volvió una de las más violentas.  Hasta que la actual alcaldesa promovió una legislación que promoviera la inversión de nuevas empresas, obteniendo el total apoyo de toda la población y congreso de Estados Unidos.

El ejemplo de la alcaldesa de Gary, Indiana debería hacernos sentir optimistas.  El problema de la violencia tiene a la base, como causa principal, la falta de oportunidades de empleo, educación y esparcimiento y tal y como lo demostró esta alcaldesa, si esto no se soluciona; tampoco debemos esperar que el problema se resuelva.  Sin embargo, si se generan empleos, entonces el problema desaparece.

El discurso del presidente Sánchez Cerén hace pensar que, cuando menos él, está consciente de la necesidad de generar oportunidades de trabajo al más corto plazo posible y que la forma de hacerlo pasa por buscar los acuerdos necesarios para terminar la polarización existente entre ARENA y el FMLN.  De ser así, lo que falta es el mecanismo para que esto se realice y el mecanismo en sí lo que debiera hacer es encontrar los acuerdos mínimos necesarios para buscar los puntos en común y de beneficio para ambos partidos.

Al enfrentar nuestras realidades, lo primero que tenemos que aceptar es que la generación de empleos que se necesita, con la velocidad que se necesita, no se puede generar con solo la inversión de salvadoreños; pues las oportunidades locales no existen, ya que los mercados se encuentran deprimidos. 
La inversión de los salvadoreños, más bien, solo puede ser una fuerza que colabore con una fuerza estratégica más importante.  De ahí que lo primero que hay que hacer es buscar los consensos necesarios y unirnos bajo un solo esfuerzo y una causa común, para que todos los salvadoreños y con entusiasmo, al igual que en Turquía, nos volvamos promotores de nuestro país y podamos decirle al resto del mundo:  “Invierta en El Salvador”.

Comprendiendo el párrafo anterior como objetivo, eso haría que cada uno de los salvadoreños, partidos políticos y sobretodo el gobierno actual comprendieran que es lo que se debe hacer para lograr esta meta y para concluir que, al igual que en Gary Indiana, lo que hay que hacer es crear una legislación y acuerdos básicos que promuevan la inversión extranjera de gran tamaño y alta tecnología y esto pueda desembocar en proporcionar la estabilidad política y los incentivos fiscales, económicos y sociales necesarios; para que una empresa extranjera invierta en El Salvador.

sábado, 15 de agosto de 2015

Pan y Circo


Esta frase se genera en el imperio romano, cien años antes de Cristo, en la Sátira X del poeta Romano Juvenal.  En su contexto, la frase es dada como expresión del pueblo romano, quién había olvidado todo su derecho de participar en política. 

En su sátira, Juvenal hace referencia a la práctica de los gobernantes romanos, de ese entonces, de proveer trigo gratis a los ciudadanos, así como costosas representaciones circenses; como medio para ganar poder político por medio de prácticas destinadas a ganar la simpatía de la población y obtener su voto para reelegirse.  En la actualidad, la frase se ocupa para describir la práctica de un gobierno para mantener a la población tranquila y ocultar hechos controvertidos, tratando de ocultar la obligación que tiene de proveer a sus ciudadanos de todo lo que lo obliga la Constitución vigente.

Lo que preocupa, a los buenos salvadoreños, es que este sistema de “pan y circo”, pareciera que le está funcionando a muchos gobiernos latinoamericanos como medio para perpetuarse en el poder, a costa de mantener a sus pueblos en un estado de falta de una educación adecuada y una creciente dependencia del gobierno.

Es decir, si la persona es acostumbrada a que el gobierno le regala lo necesario y además le proporciona la diversión que necesita.  Al final, al momento de las elecciones, en realidad no le queda otra alternativa que votar por ese mismo gobierno; pues si no lo hace, elimina su propio medio de subsistencia. 

Hasta aquí, pareciera que la cosa no es tan mala, como realmente es.  Pues en todo caso, la paz y la armonía social se trata de eso, de que todos tengan lo necesario para vivir.  Esta mentira es lo que ofrecen los gobiernos de “pan y circo”. 

Lo que los pueblos de estos gobiernos están olvidando es que al final, el gobierno no tiene más dinero que lo que puede recolectar de los ciudadanos que sí producen algo y por ende no puede, todo el tiempo, regalarle todo a todos.  Alguien tiene que producir los bienes o servicios, para que el gobierno de turno pueda tener dinero con que regalar “pan y circo”, para que sigan votando por él.

El momento de la verdad de estos gobiernos llega cuando, por falta de los incentivos necesarios, las empresas dejan de producir y entonces, con el tiempo, ya no hay que regalar.  Muchos gobiernos latinoamericanos ya han llegado a este momento, haciendo cada vez más difícil su reelección y es entonces cuando, inclusive, han llegado a recurrir a prácticas antidemocráticas y ahora están tratando de apoyarse unos a otros, acusando de planes internacionales de “desestabilización”; cuando en realidad no existe más que unos pueblos que ya no soportan su realidad, sin ninguna esperanza hacia un cambio positivo.

Dios quiera que los salvadoreños abramos bien los ojos para identificar estos gobiernos de “pan y circo” y que comprendamos que entre más nos tardemos en distinguirlos, cuanto más dejarán un país destruido, sin ninguna infraestructura que funcione y lo que es peor, con una población sin educación y que no es capaz de valerse por sí misma; pues no se le ha proporcionado la educación necesaria para subsistir en este mundo globalizado, ya que todo ha sido “pan y circo” y además fruto de un endeudamiento creciente. 

Como nunca en su historia, nuestro querido país está pasando por momentos realmente desesperanzadores.  Esperemos que los graves problemas por los que estamos atravesando se resuelvan comprendiendo, todos, que los que más sufren son los más necesitados y que el gobierno central, los gobiernos municipales y todos los partidos políticos deben realizar que para resolverlos; se necesita del concurso directo y sincero, sin “pan y circo”, de cada uno de ellos.

viernes, 7 de agosto de 2015

La democracia no solo hay que tenerla, sino aparentarla


Todos los buenos salvadoreños estamos pidiendo la unidad nacional.  De momento parece inalcanzable, pero la realidad es que la responsabilidad de obtenerla es solo de un número reducido de personas, no mas de diez.  Todos dirigentes de los distintos partidos políticos.  

Sin embargo, muy pocos están dispuestos a sacrificarse por ella y así, aunque queramos ser optimistas, es muy difícil que nuestro país pueda salir adelante.

De ahí que, en días recientes, funcionarios del actual gobierno salieron a las calles, como solían hacerlo cuando eran de las fuerzas revolucionarias, para acusar que se estaba planeando un “golpe de estado”.  Expresión que, gracias a Dios, ya se había eliminado del lenguaje político salvadoreño. 

De seguro, al ver la protesta de importantes funcionarios públicos en las calles, muchos jóvenes menores de treinta años habrán tenido que preguntar: ¿Qué es un golpe de estado? y para ellos, vale la pena aclarar que: “golpe de estado” se deriva del francés “coup d'État” y es “la toma del poder político de un modo repentino y violento, por parte de un grupo de poder, vulnerando la legitimidad institucional establecida en un Estado; es decir, las normas legales de sucesión en el poder vigente con anterioridad”.

Luego, algunos se pudieran preguntar: ¿Si existe esta amenaza de golpe de estado, porqué no se da a conocer quién es ese “grupo de poder” que está tratando de “vulnerar la legitimidad institucional”?, con el objeto que todos los buenos salvadoreños, que promovemos la unidad nacional, podamos también salir a las calles y demandar, a ese “grupo de poder”, que se respete la institucionalidad democrática; que tanto nos ha costado construir. 

Sin embargo, contrario a lo que debiera esperarse de un presidente de la República, que por definición está obligado a promover la unidad nacional, lo que hizo el presidente Sánchez Cerén ante las manifestaciones de sus funcionarios es no aclarar quién es ese “grupo de poder” y que hubiera permitido que todos los salvadoreños, que apoyamos la democracia, podamos manifestarnos en apoyo de la misma y en defensa de este proceso.

El hecho que el gobierno no haya identificado este “grupo de poder”, pudiera deberse a dos alternativas: la primera, es que no existe ese “grupo de poder” y por ende el gobierno no puede identificarlo y la segunda es que no existe, en realidad, la posibilidad de un “golpe de estado; por lo que los funcionarios de gobierno sobre reaccionaron a una realidad no existente.

Ambas alternativas tienen consecuencias graves para la consolidación de nuestro proceso democrático, pues algo que se creía ya imposible de suceder ha sido “resucitado” por el mismo gobierno de turno; volviendo a hacer creer que es posible de nuevo y tratando de desvirtuar lo que la mayoría de salvadoreños hemos reiteradamente manifestado, a través de tantas elecciones, como lo más sagrado de nuestros ideales o sea un país democrático y en paz.

Luego, si el gobierno manifiesta que existe la posibilidad de un golpe de estado, lo mínimo que pudiera esperarse es que también diga quién es el “grupo de poder” que lo promueve y si solo es una sospecha, que mejor no diga o haga nada.  Pues el no “aparentar” que vivimos en una democracia es tan grave como no tenerla y sobretodo, si esto viene de los más altos dirigentes del gobierno de turno.

Un país no puede salir adelante, si la gran mayoría de sus ciudadanos no tiene un empleo digno y estable.  De sobra está probado, en el mundo entero, que el único sistema político que puede cumplir esta realidad es la democracia y la democracia comienza y termina por “aparentarla”.