Esta frase se genera en el imperio romano, cien
años antes de Cristo, en la Sátira X del poeta Romano Juvenal. En su contexto, la frase es dada como
expresión del pueblo romano, quién había olvidado todo su derecho de participar
en política.
En su sátira, Juvenal hace referencia a la práctica
de los gobernantes romanos, de ese entonces, de proveer trigo gratis a los
ciudadanos, así como costosas representaciones circenses; como medio para ganar
poder político por medio de prácticas destinadas a ganar la simpatía de la
población y obtener su voto para reelegirse. En la actualidad, la frase se ocupa para describir la
práctica de un gobierno para mantener a la población tranquila y ocultar hechos
controvertidos, tratando de ocultar la obligación que tiene de proveer a sus
ciudadanos de todo lo que lo obliga la Constitución vigente.
Lo que preocupa, a los buenos salvadoreños, es que
este sistema de “pan y circo”, pareciera que le está funcionando a muchos
gobiernos latinoamericanos como medio para perpetuarse en el poder, a costa de
mantener a sus pueblos en un estado de falta de una educación adecuada y una
creciente dependencia del gobierno.
Es decir, si la persona es acostumbrada a que el
gobierno le regala lo necesario y además le proporciona la diversión que
necesita. Al final, al momento de
las elecciones, en realidad no le queda otra alternativa que votar por ese
mismo gobierno; pues si no lo hace, elimina su propio medio de subsistencia.
Hasta aquí, pareciera que la cosa no es tan mala,
como realmente es. Pues en todo
caso, la paz y la armonía social se trata de eso, de que todos tengan lo
necesario para vivir. Esta mentira
es lo que ofrecen los gobiernos de “pan y circo”.
Lo que los pueblos de estos gobiernos están
olvidando es que al final, el gobierno no tiene más dinero que lo que puede recolectar
de los ciudadanos que sí producen algo y por ende no puede, todo el tiempo,
regalarle todo a todos. Alguien
tiene que producir los bienes o servicios, para que el gobierno de turno pueda
tener dinero con que regalar “pan y circo”, para que sigan votando por él.
El momento de la verdad de estos gobiernos llega
cuando, por falta de los incentivos necesarios, las empresas dejan de producir
y entonces, con el tiempo, ya no hay que regalar. Muchos gobiernos latinoamericanos ya han llegado a este
momento, haciendo cada vez más difícil su reelección y es entonces cuando,
inclusive, han llegado a recurrir a prácticas antidemocráticas y ahora están
tratando de apoyarse unos a otros, acusando de planes internacionales de “desestabilización”;
cuando en realidad no existe más que unos pueblos que ya no soportan su
realidad, sin ninguna esperanza hacia un cambio positivo.
Dios quiera que los salvadoreños abramos bien los
ojos para identificar estos gobiernos de “pan y circo” y que comprendamos que entre
más nos tardemos en distinguirlos, cuanto más dejarán un país destruido, sin
ninguna infraestructura que funcione y lo que es peor, con una población sin
educación y que no es capaz de valerse por sí misma; pues no se le ha
proporcionado la educación necesaria para subsistir en este mundo globalizado,
ya que todo ha sido “pan y circo” y además fruto de un endeudamiento creciente.
Como nunca en su historia, nuestro querido país
está pasando por momentos realmente desesperanzadores. Esperemos que los graves problemas por
los que estamos atravesando se resuelvan comprendiendo, todos, que los que más sufren
son los más necesitados y que el gobierno central, los gobiernos municipales y
todos los partidos políticos deben realizar que para resolverlos; se necesita
del concurso directo y sincero, sin “pan y circo”, de cada uno de ellos.
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