En el artículo anterior se mencionaba lo grave que
está sucediendo en nuestro querido país, donde en un afán de buscar ventajas personales,
se está ocupando la representación institucional para denigrar a los
contrincantes políticos; lo cual está amenazando el proceso democrático que
tanto nos ha costado.
El reciente incidente donde el presidente de la
República calificó en términos despectivos e irreales al presidente de ANEP, es
un claro ejemplo de lo anterior y lo cual desprestigia no solo a la gremial más
representativa del sector empresarial del país, sino al mismo presidente y
gobierno de la República y más grave aún, a la institucionalidad democrática
que él está obligado a defender y promover y donde ANEP es una parte importante
de la misma; lo mismo que los sindicatos y las organizaciones representativas
de los empleados.
La democracia no solo es el que hayan elecciones,
sino el que existan organizaciones fuertes y consolidadas tanto del sector
público como privado y donde de parte del sector privado, las organizaciones
empresariales y los sindicatos juegan un papel fundamental.
A raíz de estos comportamientos, que parecieran
irreversibles, las recientes encuestas ponen en evidencia la desesperanza en
que los salvadoreños hemos caído, pues todas demuestran el desencanto de la
mayoría de salvadoreños con los recientes gobiernos. Pero no solo con ellos, sino con todos los partidos
políticos y la mayoría de funcionarios de gobierno en general, presentes y
pasados; lo cual se confirma con el deseo de más del 70% de los jóvenes
salvadoreños que, si pudieran, emigrarían a otro país.
O sea, la triste realidad es que si no se construye
un proyecto común de nación y del cual mucho se ha hablado; a muy corto plazo
pudiéramos encontrarnos ante el peligro de perder hasta la identidad
patriótica… entiéndase por esto el “orgullo de ser salvadoreño”.
Muchos opinan que al actual gobierno y al FMLN en
general no le interesa construir este proyecto mencionado, pues sus líderes
actuales perderían el liderazgo que actualmente han logrado y los privilegios
que esto les representa. A juzgar
por su comportamiento durante ya dos períodos presidenciales, la evidencia
demuestra que esto pareciera como lo más probable; pues los comportamientos de
sus representantes hacen muy difícil argumentar lo contrario.
Además, los que sostienen este argumento, también
opinan que lo que hay que hacer es esperar hasta las próximas elecciones, pues ante
la realidad que demuestran las encuestas, lo más probable es que el FMLN pierda
las elecciones y entonces gane ARENA, la cual aparentemente sí promovería la
unidad que tanto estamos necesitando.
Sin embargo, lo que este análisis no toma en cuenta
es que si bien el FMLN pudiera estar desprestigiándose para gobernar el país,
tampoco ARENA, ni ningún otro partido, está capitalizando este desprestigio;
pues, siendo que el país es solo fruto de las realidades internas de sus
organizaciones más importantes, también a ellos habría que recordarles que el
problema “no son los jugadores, sino el juego”.
En el caso específico de ARENA, a raíz de su próxima
elección de autoridades y para promover los entendimientos internos, lo que
debería reconocer es que no le conviene dividirse sobre quién es el más capaz
para ser el presidente del COENA, sino cambiar las reglas del juego y permitir
que sean sus militantes los que elijan a sus dirigentes, pero con nuevas reglas
del juego; de forma que los próximos miembros del COENA no tengan, ni puedan
aspirar a ningún cargo público, para que su interés no sea el de usar el
partido para su propio provecho, sino el deseo genuino de buscar únicamente el
que este busque los intereses que más le convienen a nuestro país y sobretodo
tenga la capacidad de seleccionar a los candidatos más calificados para cada
elección popular.
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