El pasado jueves, el pueblo británico votó a favor
que el Reino Unido se separe de la Comunidad Económica Europea y busque su propio
bienestar. En voz del más alto
representante de esta idea, un político de “derecha”, promovió: “Recobremos el
control”, “Recobremos nuestro país”.
Hace unos meses en Grecia, hubo una votación
similar para decidir si Grecia debía aceptar las condiciones impuestas por la
misma Comunidad y el primer ministro de ese país, uno de “izquierda”, pedía no
aceptarlas. La mayoría del pueblo
Griego votó por esta propuesta, lo que casi equivale a votar por salirse de la
Comunidad, ahora promovida por la “izquierda”.
Desde el momento que se supo que la mayoría del
pueblo británico había votado por salirse, los mercados económicos de todo el
mundo comenzaron a bajar aceleradamente. La reacción negativa de salirse ha sido tan abrumadora, que
los mismos británicos quieren, ahora, rectificar; pues se dan cuenta que por lo
que votaron no era lo que los políticos prometían y lo más probable es que van
a salir perjudicados.
Los daños no son solo en tratar de proteger el
empleo, que pareciera ser el más evidente y el que sus instintos humanos
obligan, sino en cosas más relevantes, como es el que ahora la Comunidad no tendría
los fondos necesarios para continuar los estudios de las posibles soluciones a
varias enfermedades que quitan la vida, inclusive, a muchos británicos; como lo
es el cáncer.
Mientras tanto Donald Trump, que se encontraba
jugando golf en uno de sus hoteles de Gran Bretaña, manifestó su complacencia
porque los británicos habían decidido salirse de la Comunidad y aún a pesar del
descalabro mundial que en ese momento estaba ocurriendo; manifestó que la
votación del Reino Unido tiene bastante similitud con lo que está ocurriendo en
los Estados Unidos y que es que el pueblo quiere: “Recobrar su país” y esto es
lo que él está promoviendo.
Sin embargo, esto no es lo mismo que votar por
salirse de la Comunidad… y ahora los británicos se han dado cuenta que no se
les explicó bien.
Localmente y en otra medida que no se ha explicado
bien, nuestro gobierno está promoviendo regalar a las personas que “ni
trabajan, ni estudian”, una cantidad de dinero para ayudarles. Sin embargo, lo que no se explica es que
el dinero “ni lo tiene, ni es suyo” y además, no toma en consideración la
confusión que esto va a causar en la escala de valores del resto de
salvadoreños que “sí trabajan y sí estudian” y el deterioro moral que esto
pudiera acarrear en las futuras generaciones.
La verdad es que nadie puede estar seguro si la
decisión de los británicos y griegos o lo que promueve Donald Trump o la acción
de regalar dinero son, al final, buenas o malas.
Lo que está claro es que, por lo que votaron los
votantes del Reino Unido no es por lo que los políticos les hicieron creer votar,
sino una manifestación mundial en contra de los políticos tradicionales, que
Donald Trump ha identificado y que se debe a que los políticos han sido
incapaces de solventar las necesidades básicas de sus votantes y ahora tratan de
culpar a otras circunstancias que, mientras tanto, les permitan obtener un
beneficio político y egoísta de corto plazo; para mantenerse o asumir el poder.
Lo que el pueblo británico y el fenómeno Trump están
confirmando es que lo que quieren los países son nuevos políticos que empatizen
con las necesidades de la población o cuando menos, sean sinceros en tratar de
resolverlas.
Trump no es un político tradicional y esta es la
razón de su acelerado éxito. Pero
tampoco está demostrando que hace suyas las necesidades de las otras personas,
por lo que si no lo hace, muy pronto su popularidad pudiera comenzar a
disminuir.
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