A raíz del reciente atentado masivo en una
discoteca de Orlando, Florida, los medios mundiales han estado llenos de
estadísticas de los atentados históricos que han habido en los Estados Unidos. Estas pueden resumirse en que este
ataque ha sido la masacre con mayor número de víctimas, después del ataque a
las torres gemelas en el año 2001 y que estos eran impensables, hace unos
cuarenta años.
Independientemente de las razones que tuvo el
atacante para realizar dicho atentado, conviene reflexionar que en el
transcurso del tiempo y alrededor del mundo, este tipo de atentados masivos han
venido siendo cada vez más frecuentes y con mayor número de víctimas. En muchos países y por diferentes
razones se puede afirmar, sin ninguna duda, que la violencia en general, la
inseguridad en nuestras propias casas, la desconfianza hacia la persona
desconocida que pasa a nuestro lado e inclusive la desconfianza hacia nuestros
propios vecinos y compañeros de estudio o trabajo; lleva desde hace varias
décadas una tendencia a incrementarse cada vez más.
En nuestro querido país, la violencia es más que
evidente y produce mensualmente mayores víctimas que las que generó el atentado
de Orlando. La violencia la
encontramos a diario en las relaciones familiares y hasta en el modo de hablar públicamente.
¿Cuál es la causa principal de la violencia en el
mundo? Los expertos concluyen que,
esta se debe a que la velocidad con que se vive el mundo moderno de hoy está
causando una creciente falta de valores en todos los sectores, pero por
sobretodo, en la mayoría de los dirigentes de los distintos países; los cuales
no están dando el ejemplo adecuado.
Se trata de aquellos valores que antes se aprendían
al crecer en el amor de una familia.
Lo cual se ha venido traduciendo en desconfianza entre unos y otros, desconfianza que a su vez se ha
traducido en falta de desarrollo político, económico, social y cultural para
las grandes mayorías y lo cual, a su vez, se ha traducido en violencia; primero
generalizada y luego organizada, que es en el nivel en que se encuentra El
Salvador.
Para poder aspirar a un país en paz y donde no
impere la violencia, sino la tolerancia y solidaridad con los más necesitados, no
podemos esperar que haciendo lo mismo vamos a obtener resultados
diferentes. El primer paso ya se
dio con los Acuerdos de Paz firmados hace casi veinticinco años y lo cual nos
ha permitido vivir en un ambiente democrático, que es indudablemente un
requerimiento esencial. Sin
embargo, lo que el atentado de Orlando nos debe recordar a los salvadoreños es
que la única forma de evitar la violencia no es solo el crear un ambiente
político, económico y social adecuado, que es algo que indudablemente los
Estados Unidos ya ha superado; sino es inculcando en nuestros hijos los valores
religiosos, éticos, morales y cívicos que necesita una persona para que la
sociedad a que pertenece funcione bien como un todo; respetando los derechos de
los demás, pero también cumpliendo con sus deberes. Esto es en lo que la sociedad estadounidense también ha
fallado.
Haciendo lo mismo, vamos a seguir con la misma
violencia. Los primeros que deben
dar el ejemplo son los dirigentes de los distintos sectores, de ahí que debe
celebrarse el que cuando menos en ARENA se hable de un cambio de rumbo en la
elección de sus nuevos dirigentes; lo cual permita que lleguen personas con
valores bien cimentados y sobretodo conscientes que así como el hijo es el reflejo
del padre y la madre, también un partido político y un país es el reflejo de
las personas que lo dirigen.
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