Aún padeciendo grandes necesidades económicas y
sociales, nuestro país, el día de hoy se ha dado el “lujo” de estar en
vacaciones.
Para muchos, además de un día de vacaciones será un
día de obligaciones, ya que estarán comprometidos a participar en una marcha
por la paz, la cual carece de todo sentido, pues una manifestación pública solo
sirve para presionar a un sector político para que haga o deje de hacer algo y
los causantes de la violencia no son un sector político; por lo que muy poco les
podrá interesar el que públicamente se manifieste lo que ya todos sabemos y que
es que la mayoría estamos contra la violencia.
Mientras algunos, obligados, salen a las calles a apoyar
el cese de la violencia, el país sigue inmerso en la peor crisis del proceso
democrático de los últimos años y que es que, después de más de tres semanas de
pasadas las elecciones, todavía no sabemos quienes son los ganadores oficiales
de los distintos cargos públicos en contienda; lo cual de por sí es bastante
desestabilizador de cualquier proceso democrático y que mientras tanto, el país
sigue a la deriva.
Afortunadamente, aunque no se reconoce como el
causante del peor proceso electoral del tiempo moderno, cuando menos hace unos
días, el TSE comprendió su compromiso ciudadano de salvaguardar el proceso
democrático y después de serias presiones ciudadanas, a última hora decidió abrir
el conteo de todas las urnas de aquellas actas que obviamente presentan
contradicciones dentro de sí mismas; lo cual es lo mínimo que hay que hacer
como para rescatar la credibilidad de la poca democracia que nos queda. Sin embargo, a estas alturas, la
mayoría de magistrados del TSE y especialmente su presidente, todavía no dan
indicios que sienten ninguna responsabilidad en el fracaso de la contienda.
El caos electoral en que hemos estado inmersos ha
hecho poner en segundo plano el fracaso del SITRAMSS, del cual todavía no sabemos
ni cuanto va a costar, ha partido la ciudad en dos y ha causado que el tráfico citadino
sea, para muchos, insoportable. Lo
más grave es que los funcionarios de gobierno, en vez de buscar alternativas
para corregirlo, todavía siguen tratando de justificarlo y continúan,
inclusive, tratando de ampliarlo.
Dentro de todo este caos, el presidente de la
república se limita a aparecer públicamente en su programa sabatino, en
distintas poblaciones donde lo que estamos viviendo todavía no se alcanza a
percibir y en vez de afrontar la crisis institucional que estamos viviendo,
pues su liderazgo como presidente es crucial para que el país encuentre un
rumbo de desarrollo que beneficie a todos. Sus expresiones se limitan a sugerir que los problemas del
país no se pueden resolver si la población no se organiza en comunidades, lo
cual pone en evidencia que no considera que es el gobierno, con sus distintas
instituciones, el que debe dirigir el rumbo del país y confirma las razones de
la falta del mismo.
Para que un país encuentre su rumbo de desarrollo
no necesita de marchas, ni organizarse más de lo que ya está, que es nuestra
institucionalidad democrática. Lo
que nuestro país necesita son funcionarios responsables y honestos,
comprometidos con sus obligaciones como servidores públicos; que cumplan y
hagan cumplir la ley, de las cuales ya tenemos suficientes y que sobretodo
existan reglas claras y definidas para los inversionistas, que son los que al
final generan empleos; que es lo que genera el desarrollo económico, social y
cultural que todos deseamos, inclusive los generadores de la violencia.
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