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Canonización de Monseñor Romero

sábado, 4 de abril de 2015

De una homilía antigua, sobre el grande y Santo Sábado


¿Qué es lo que hoy sucede?  Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad.  Un gran silencio, porque el Rey duerme.  La tierra temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo.  Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.
Va a buscar a nuestro primer padre como si éste fuera la oveja perdida.  Quiere visitar a los que viven en las tinieblas y en sombra de muerte.  Él, que es al mismo tiempo Dios e Hijo de Dios, va a liberar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y Eva.
El Señor, teniendo en sus manos las armas vencedoras de la cruz, se acerca a ellos.  Al verlo, nuestro primer padre Adán, asombrado por tan gran acontecimiento, exclama y dice a todos: “Mi Señor esté con todos”.  Y Cristo, respondiendo, dice a Adán: “Y con tu espíritu”. Y tomándolo por la mano, lo levanta, diciéndole: “Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz”.
Yo soy tu Dios , que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu hijo; y ahora te digo que tengo el poder de anunciar a los que están encadenados : “Salid”, y a los que se encuentran en tinieblas: “Iluminaos”, y a los que duermen: “Levantaos”.
A ti te mando: “Despierta tu que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos.  Levántate obra de mis manos; levántate, imagen mía, creado a mi semejanza.  Levántate, salgamos de aquí, por que tú en mí, y yo en ti, formamos una sola e indivisible persona”.
Por ti, yo, tu Dios, me he hecho tu hijo; por ti, yo, tu Señor, he revestido tu condición servil; por ti, yo, que estoy sobre los cielos, he venido a la tierra y he bajado al abismo; por ti, me he hecho hombre, semejante a un inválido que tiene su cama entre los muertos; por ti, que fuiste expulsado del huerto, he sido entregado a los judíos en el huerto, y en el huerto he sido crucificado.
Levántate, salgamos de aquí.  El enemigo te sacó del paraíso; yo te coloco no ya en el paraíso, sino en el trono celeste.  Te prohibí que comieras del árbol de la vida, que no era sino imagen del verdadera árbol; yo soy el verdadero árbol, yo, que soy la vida y que estoy unido a ti.  Coloqué un querubín que fielmente te vigilara; ahora te concedo que el querubín, reconociendo tu dignidad te sirva.

El trono de los querubines está a punto, los portadores atentos y preparados, el tálamo construido, los alimentos prestos; se han embellecido los eternos tabernáculos y moradas, han sido abiertos los tesoros de todos los bienes, y el reino de los cielos está preparado desde toda la eternidad. 

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