Sin duda diría lo mismo que escribió en su
“Diario”, el 16 de Octubre de 1979: “Nuestro llamamiento se dirige también a cuantos, para
defender injustamente sus propios intereses y privilegios económicos, sociales
y políticos, se han hecho culpables de tanto malestar y violencia. Permítanme recordarles que la justicia
y la voz de los pobres deben ser escuchadas por ustedes como la misma causa del
Señor, que llama a la conversión y que será juez de todos los hombres.”
La diferencia de aquel entonces a ahora, es que en
1979 Monseñor Romero se refería a los “pobres”, para representar no solo a los
que carecen de recursos económicos, sino a los que no tenían voz; por vivir en
un ambiente dictatorial de los gobiernos de turno. Ahora, después de más de treinta años, lo que cuando menos
hay que reconocer es que los “pobres” ya tienen voz y la ejercitan libremente a
través del voto; fruto de la democratización que hemos experimentado desde
entonces.
De ahí que, la elección de la última junta
directiva de la Asamblea Legislativa, como que nos recuerda hacia quien van
dirigidas las advertencias de Monseñor Romero, pues su composición actual pone
en evidencia que esta ha sido solo fruto de una negociación entre los partidos
FMLN y GANA; olvidándose por completo de la voluntad de los votantes (los
“pobres” de Monseñor Romero), expresada en las urnas.
Es ya importante el que se trate de marginar la
influencia del partido más votado en las pasadas elecciones. Pero lo que es más inaceptable y que
demuestra que los intereses “políticos”, como dice Monseñor Romero, están por
encima de los intereses de los “pobres”, es que en un afán de mantener el poder
absoluto; la presidencia se la han repartido en períodos iguales de tiempo,
entre ambos partidos; olvidándose de escuchar “la voz” de la población, al
momento de emitir su voto.
Igualmente ha quedado en duda de si se escuchó la
verdadera intención de los votantes, con la forma en que el TSE procesó y
manejó los resultados de las pasadas elecciones. Hasta ahora no se escucha ningún “fue por mi culpa” o se
sanciona de alguna forma a los responsables de tan inmenso desastre; el cual está
cuestionando todo el proceso de democratización de cual los “pobres” (votantes
de 2015), ya se sentían bastante esperanzados.
En el campo de la responsabilidad del gobierno,
tampoco parece que se trata de escuchar la voz de los pobres, pues ante el
evidente fracaso del SITRAMSS, no se escuchan funcionarios que se sienten
responsables de haber creado una ciudad completamente infuncional y mucho más
colapsada de lo que antes estaba.
El mismo error de falta de planificación adecuada
es lo que está por cometerse, nuevamente, en los pasos a nivel proyectados a lo
largo de la Avenida Jerusalén y los cuales pareciera que van a resolver el
problema caótico en que se encuentra dicha importante arteria. Pero que, en opinión de varios expertos,
lo que van a hacer es agravar el problema, pues lo que eso va a causar es una
mayor concentración del tráfico. La
verdadera solución, se plantea, es la de crear vías alternas que reduzcan la
necesidad de transitar por dicha avenida.
Por último, unos días antes de la beatificación de
Monseñor Romero, quiera Dios que a los que él se dirige en su “Diario” reconsideren
sus intenciones y corrigiendo lo que hasta ahora se ha hecho buscando solamente
intereses particulares, se respete la voluntad de los que ya tienen voz, fruto
de lo que se ha logrado en cuanto a la independencia de los Órganos del Estado y
no se trate de quitárselas nuevamente, neutralizando a través de nuevas leyes a
la Sala de lo Constitucional; que ha sido la garante del proceso democrático.
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