Después de varios días de no tener Asamblea
Legislativa, el país sigue aparentemente normal. La verdad es que es solo eso: “aparentemente”. Las consecuencias las vamos a sufrir
después y se traducen en faltas de inversión y por ende poca generación de
empleos.
Para agravar más la situación, pareciera que el presidente
de la República y algunos partidos políticos no tienen bien clara las
consecuencias y tratan de culpar a la Sala de lo Constitucional del desorden
jurídico en que nos encontramos; cuando la realidad es que es esta Sala, quién nuevamente
con sus oportunas y valientes resoluciones, ha vuelto a poner orden en los
procedimientos ilegales efectuados por otros organismos del Estado; los cuales
de no haberse acatado como lo establece la ley, lo más probable es que ya
hubiéramos caído en la definición de un “Estado fallido”; lo cual acarrearía
peores consecuencias que las que actualmente tenemos.
Efectivamente, de todos es sabido que el recuento
de votos ordenado por la Sala de lo Constitucional ha arrojado un resultado distinto
al escrutinio final dictado por el TSE y esto pone en evidencia la imperiosa
necesidad que debiera haber sido el mismo TSE quien debió haber ordenado el
recuento de voto por voto, antes de dar su último fallo; por lo que, el tiempo
perdido para que la Asamblea Legislativa no se pueda instalar, no puede
atribuírsele a la resolución de la Sala de los Constitucional, sino a la
ineficiencia o ineptitud del los magistrados del TSE, en el desempeño de sus
funciones y responsabilidades.
El país sigue su marcha, pero la credibilidad del
sistema democrático ha quedado cuestionado y por ende la de los actuales y
futuros gobernantes, por lo que esta falta de credibilidad es una “herida” que
hay que sanar al más corto plazo; si es que se quiere recobrar la confianza de
los inversionistas que son los que, en este sistema democrático y capitalista en
que todavía vivimos, generan los empleos necesarios.
Para resolver un problema, lo primero que hay que
hacer es aceptar el problema mismo, por lo que el presidente de la República,
sus ministros y los actuales y futuros diputados de la Asamblea Legislativa
deben de reconocer las ineficiencias que los anteriores dos eventos electorales
han puesto en evidencia sobre el TSE y proceder de inmediato a corregirlas.
Para esto, lo primero que hay que reconocer es que
los magistrados de dicho organismo no pueden obedecer a tendencias partidarias,
sino que debe buscarse para el desempeño de dichos puestos a personas de
trayectoria ejemplar y sobretodo honestas consigo mismas, que busquen la verdad
de los resultados y no los beneficios partidarios.
Además, deben separarse las decisiones funcionales
y administrativas del TSE, de forma que se permita que las decisiones
administrativas se tomen por un equipo de personas eminentemente técnicas y bien
preparadas; a diferencia que por compadrazgos y amistades.
Esta misma semana hemos tenido el privilegio como
país y gracias a la colaboración de ANEP, de contar con la presencia del
exalcalde de la ciudad de Nueva York, quién entre otras verdades dijo que
nuestro querido país es un país de grandes bellezas naturales, que los
salvadoreños somos gentes que hacen que el turista se sienta como en su casa;
por lo que El Salvador debería ser un país con cinco veces más turistas de los
que lo visitan actualmente; lo cual generaría miles de empleos.
Pero que la única razón porque esto no ocurre es
por la violencia imperante y que para eliminarla, lo primero que hay que hacer
es que la ley se respete y las instituciones funcionen; pues esto es lo que
promueve el turismo y la inversión y que los niños tengan una mejor oportunidad
de educación.
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