De sobra se conocen los problemas que tenemos los
salvadoreños.
De ser el líder de la región centroamericana en
cuanto a competitividad y crecimiento y el más admirado para imitar, hemos
pasado a ser el menos competitivo de todos. De ser el primer productor de café a nivel centroamericano,
hoy somos el que menos produce y… mientras han ido ocurriendo estas realidades,
en lo que sí hemos subido a primer lugar es en el nivel de violencia y
desempleo y el mayor porcentaje de población que ha tenido que emigrar a otros
países.
Además, mientras tanto, el nivel de educación ha
permanecido igual desde hace más de quince años y el número de salvadoreños que
no cree que sus hijos van a tener un mejor nivel de vida que el de ellos ha
subido sustancialmente. Esto a
pesar que los últimos gobiernos han tenido la mayor cantidad de ingresos en la
historia.
En el nivel político, lo que hay que agregar es que
el porcentaje de personas que ya no creen que la democracia es el mejor sistema
para lograr un mayor bienestar económico y social ha crecido considerablemente
y que debido a esto, muy fácilmente se les puede confundir para que lleguen a
creer que lo mejor es un tipo de dictadura partidaria, donde una persona o un
reducido número de personas deciden que es lo que más conviene para las grandes
mayorías; tal y como está ocurriendo en nuestro hermano país de Nicaragua y
otros países latinoamericanos.
Ante estas realidades, el tiempo se vuelve corto y
si no se reacciona rápido, más temprano que tarde, lo más probable es que vamos
a estar teniendo que afrontar una realidad antidemocrática irreversible. Luego no hay tiempo que perder, si es
que queremos salvaguardar la democracia que tantas vidas ha costado.
También, de sobra se han propuesto soluciones. Cada partido político y sector ha
planteado la suya propia. Sin
embargo, el deterioro de los problemas continua y esto es atribuible, sin
ninguna duda, a que la raíz de todos los problemas no se soluciona y que es la
falta de liderazgo de un partido político que, dentro de un ambiente
democrático, tome la verdad como herramienta de trabajo y comience a sembrar esperanza
en el corazón de todos; de modo que se pueda visualizar un horizonte positivo y
que es lo que ese destino puede dar de beneficio a cada una de las familias
salvadoreñas.
Dentro de este esquema de realidades es que se
sitúa la elección del máximo organismo de dirección de ARENA para el próximo
domingo. Se sabe que debido a que
solo se inscribió una planilla, la decisión que se va a proponer es posponer la
elección por un año más; para dar tiempo suficiente a que se inscriban otras
planillas.
Sin embargo, lo que ARENA debe realizar es que, dada
las realidades anteriores, es crucial que el liderazgo que su actual presidente,
Jorge Velado, ha venido ganando durante los meses anteriores se consolide al
más corto plazo y que mientras no se elija una dirección definitiva es muy
difícil que esto se haga. Por lo
que, si por razones internas es necesario posponer la elección de su
dirigencia, esta no debería ser por un plazo mayor de tres meses; de forma que
el liderazgo pueda consolidarse al más corto plazo y se concentren todos los
esfuerzos en conquistar los votos necesarios para ganar las próximas elecciones
nacionales.
Comprendiendo lo anterior, quiera Dios que los
asambleístas de ARENA nos sorprendan con su patriotismo, antepongan esto a sus
intereses personales y voten porque su dirección definitiva se defina antes de
fin de año. El Salvador lo
necesita y no hay tiempo que perder.
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