El balance del año se resume por los resultados de
las recientes encuestas.
Estas reflejan un gobierno reprobado por la población,
con una nota bajísima y una opinión, de más del setenta por ciento de
salvadoreños, que se ve obligado a reprimir sus valores básicos de amor a la
patria y a la familia y es forzado a decidir que, si fuera posible, abandonaría
El Salvador en busca de nuevas oportunidades de trabajo y mejores condiciones
de vida.
La realidad nacional demuestra que, aún en los
cultivos tradicionales donde el país antes generaba grandes cantidades de
empleo y bienestar familiar, como por ejemplo el café, enfermedades que solo pueden
combatirse con la ayuda del gobierno, como la “roya”, están casi aniquilando a
todas las fincas productoras existentes y el país ha bajado su producción a más
o menos el quince por ciento de lo que producía en años anteriores; cuando el
resto de países centroamericanos ha aumentado su producción en más del veinte por
ciento en promedio.
Solo en este campo y sin una visión de futuro de
parte de los últimos gobiernos, entidades tan importantes para el desarrollo
científico y tecnológico del sector, como Procafé, han sido desmanteladas por la
falta de recursos adecuados y décadas de conocimiento e investigaciones
acumuladas por su personal técnico se han perdido y ahora no hay nadie que
suplante este conocimiento tan valioso y sirva de ayuda para que los
productores nacionales puedan mantenerse competitivos a nivel mundial.
En cuanto al financiamiento adecuado para promover
el crecimiento de empresas, lo cual a su vez generaría más empleos, es cada día
más deficiente. La realidad actual
es que a los bancos les resulta más rentable y de menos riesgo el concentrar
sus recursos hacia préstamos orientados hacia el consumo y tarjetas de crédito,
estimulado por las remesas de los salvadoreños que ya están trabajando en otros
países, en lugar de financiar el crecimiento más riesgoso de nuevas empresas;
sobretodo si estas necesitan recursos de largo plazo, como la mayoría de
proyectos que generan empleos de calidad los necesitan. El resultado es que el número de
empresarios que están dispuestos a sacrificar su patrimonio para comenzar un
nuevo negocio es cada día menor; recurso valioso que cada día se aprecia menos
y los últimos gobiernos se han encargado de desprestigiar.
Este desprestigio perverso ha llegado a tal nivel
en el 2015, que la confrontación entre funcionarios de gobierno y diputados
afines y las gremiales empresariales ha llegado a niveles sin precedentes; lo
cual en nada beneficia el ambiente apropiado para la generación de nuevos
empleos.
Aunque el gobierno trate de justificarse diciendo
que la economía ha crecido un 2.5% y que la generación de empleos ha aumentado,
lo cierto es que este crecimiento se debe a causas externas y el crecimiento de
empleos todavía se queda muy por debajo de la necesidad adicional de cincuenta mil
nuevos empleos que demandan los nuevos jóvenes. Estos mismo jóvenes comentan que en El Salvador de hoy, el
tener empleo se ha vuelto un “lujo” y prefieren emigrar o unirse a las
pandillas, que sí ofrecen un ingreso fácil y rápido.
¿Qué nos queda de positivo? Sólo nuestra propia experiencia democrática,
con sus realidades positivas y negativas y el dejar que los acontecimientos
vividos puedan abrirnos hacia rutas de un mejor bienestar económico y social
para todos los salvadoreños; dentro de un ambiente de tolerancia a las ideas de
otros y respetando nuestras leyes.
Para que esto se logre, nuestro actual Presidente
Sánchez Cerén y los nuevos diputados electos de ARENA tienen mucha
responsabilidad y muchos de ellos lo están demostrando.
Que el balance del 2016 sea de mucha prosperidad y
bendición para todos los salvadoreños.
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