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Canonización de Monseñor Romero

sábado, 2 de enero de 2016

Balance de 2015


El balance del año se resume por los resultados de las recientes encuestas. 

Estas reflejan un gobierno reprobado por la población, con una nota bajísima y una opinión, de más del setenta por ciento de salvadoreños, que se ve obligado a reprimir sus valores básicos de amor a la patria y a la familia y es forzado a decidir que, si fuera posible, abandonaría El Salvador en busca de nuevas oportunidades de trabajo y mejores condiciones de vida.

La realidad nacional demuestra que, aún en los cultivos tradicionales donde el país antes generaba grandes cantidades de empleo y bienestar familiar, como por ejemplo el café, enfermedades que solo pueden combatirse con la ayuda del gobierno, como la “roya”, están casi aniquilando a todas las fincas productoras existentes y el país ha bajado su producción a más o menos el quince por ciento de lo que producía en años anteriores; cuando el resto de países centroamericanos ha aumentado su producción en más del veinte por ciento en promedio.

Solo en este campo y sin una visión de futuro de parte de los últimos gobiernos, entidades tan importantes para el desarrollo científico y tecnológico del sector, como Procafé, han sido desmanteladas por la falta de recursos adecuados y décadas de conocimiento e investigaciones acumuladas por su personal técnico se han perdido y ahora no hay nadie que suplante este conocimiento tan valioso y sirva de ayuda para que los productores nacionales puedan mantenerse competitivos a nivel mundial.

En cuanto al financiamiento adecuado para promover el crecimiento de empresas, lo cual a su vez generaría más empleos, es cada día más deficiente.  La realidad actual es que a los bancos les resulta más rentable y de menos riesgo el concentrar sus recursos hacia préstamos orientados hacia el consumo y tarjetas de crédito, estimulado por las remesas de los salvadoreños que ya están trabajando en otros países, en lugar de financiar el crecimiento más riesgoso de nuevas empresas; sobretodo si estas necesitan recursos de largo plazo, como la mayoría de proyectos que generan empleos de calidad los necesitan.  El resultado es que el número de empresarios que están dispuestos a sacrificar su patrimonio para comenzar un nuevo negocio es cada día menor; recurso valioso que cada día se aprecia menos y los últimos gobiernos se han encargado de desprestigiar. 

Este desprestigio perverso ha llegado a tal nivel en el 2015, que la confrontación entre funcionarios de gobierno y diputados afines y las gremiales empresariales ha llegado a niveles sin precedentes; lo cual en nada beneficia el ambiente apropiado para la generación de nuevos empleos. 

Aunque el gobierno trate de justificarse diciendo que la economía ha crecido un 2.5% y que la generación de empleos ha aumentado, lo cierto es que este crecimiento se debe a causas externas y el crecimiento de empleos todavía se queda muy por debajo de la necesidad adicional de cincuenta mil nuevos empleos que demandan los nuevos jóvenes.  Estos mismo jóvenes comentan que en El Salvador de hoy, el tener empleo se ha vuelto un “lujo” y prefieren emigrar o unirse a las pandillas, que sí ofrecen un ingreso fácil y rápido.

¿Qué nos queda de positivo?  Sólo nuestra propia experiencia democrática, con sus realidades positivas y negativas y el dejar que los acontecimientos vividos puedan abrirnos hacia rutas de un mejor bienestar económico y social para todos los salvadoreños; dentro de un ambiente de tolerancia a las ideas de otros y respetando nuestras leyes. 

Para que esto se logre, nuestro actual Presidente Sánchez Cerén y los nuevos diputados electos de ARENA tienen mucha responsabilidad y muchos de ellos lo están demostrando.

Que el balance del 2016 sea de mucha prosperidad y bendición para todos los salvadoreños.

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