El odre ( del latín uter) es un recipiente hecho de
cuero, generalmente de cabra, que cosido y pegado por todas partes, menos por
la correspondiente al cuello del animal, sirve para contener líquidos; como
vino, aceite y otras sustancias.
Ya nuestro Señor Jesucristo nos advirtió, en la
parte espiritual, que no se puede poner vino nuevo en odres viejos, pues el vino
nuevo termina por romper los odres viejos. Sin embargo, mucho tenemos que aprender de esto en el campo
político, pues parece que esto está ocurriendo en el proceso de democratización
de nuestro querido país y si no diferenciamos los dos planos, podríamos correr
el riesgo de pensar que esto no es conveniente; cuando en realidad, en nuestra
realidad política sí conviene que el “vino nuevo” cambie los “odres viejos”.
Mencionamos lo anterior a raíz de la polémica que
se causó entre los viejos y los nuevos políticos tanto de ARENA como del
FMLN, a raíz de las declaraciones
de ciertos nuevos políticos, de ambos partidos, en relación a la pasada elección
del fiscal general de la República y la cual es de trascendental relevancia
para nuestro proceso de democratización; pues todos sabemos que lo que la
democracia necesita es que el fiscal sea una persona que no responda a
intereses particulares, sino a los que le manda la ley.
Sin pretender emitir un juicio sobre la validez de
dichas declaraciones, pues esto sería objeto de otro artículo, lo que sí es
cierto es que las declaraciones hechas por los nuevos políticos han constituido
un avance importante en la democratización de los partidos políticos y siendo
que esto es algo que antes no se veía, ni permitía, estas manifestaciones han
sido aplaudidas por la mayoría de votantes que no forman parte del voto “duro”
de ningún partido.
Luego, es importante notar que aunque los políticos
viejos hayan querido desprestigiar o ningunear dichas declaraciones, la verdad
es que los políticos que las hicieron han obtenido un voto de confianza
adicional de los electores que no simpatizan con ningún partido específico y
emiten su voto en base a la persona y no necesariamente en base al partido que
representan.
De sobra es conocido que ambos partidos
mayoritarios tienen un voto “duro” de más o menos un 25% del electorado, por lo
que para ganar cualquier futura elección necesitan atraer el mayor número de
votantes “indecisos”, a los que este tipo de declaraciones independientes les
simpatizan; pues también es sabido que lo que la mayoría de salvadoreños
quieren es que exista una nueva forma de hacer política o sea un “vino nuevo”,
que termine de favorecer el proceso de democratización que tanto nos ha costado
y se eliminen, de una vez por todas, las prácticas anteriores de hacer
política; las cuales se han basado, primordialmente, en influencias de las cúpulas
de poder, ya sean económicas o políticas, olvidándose de las necesidades de las
grandes mayorías y ocupando los recursos del Estado para beneficio propio.
Lejos de tratar de desprestigiar a los nuevos
políticos que buscan la independencia de ideas al interior de los partidos políticos,
lo que los viejos políticos deberían hacer es comprender el cambio de los
tiempos y la voluntad de la mayoría de salvadoreños y dejar atrás la polarización
del tiempo de guerra, para que los nuevos políticos se puedan desarrollar y
nuevos liderazgos puedan surgir.
Más bien, como medio para que sus partidos puedan ganar las próximas elecciones, lo que los viejos políticos deberían hacer es evitar las declaraciones públicas en contra de sus mismos correligionarios y mucho menos seguir buscando cargos públicos relevantes; lo cual les permitiría ocupar su experiencia para dirigir y orientar a los nuevos políticos, para que estos puedan sobresalir.
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