A raíz de su muerte, muchos gobernantes han
expresado su admiración hacia Fidel Castro y el ejemplo que dio hacia el resto
de Latinoamérica. Lo que queda de
manifiesto, es que el mundo se encuentra dividido entre los que lo admiran y
los que lo repudian. Los que lo
admiran hacen caso omiso de los medios que ocupó para lograr sus éxitos y los
que lo repudian, es porque creen que los medios que ocupó para obtenerlos, no
los justifican.
Para los que creemos en Dios, todo ocurre de
acuerdo a su Santa Providencia y debe hacernos reflexionar que Dios llama a Fidel
Castro a su presencia, un viernes.
Además, un viernes antes del primer domingo de Adviento, fecha en que se
inicia el Año Litúrgico de la Iglesia Católica.
Para recordar, la palabra adviento viene del latín “venida”,
pues es para introducir un período de espera y reflexión sobre la venida de nuestro
Señor Jesucristo, cuatro domingos después; el día de Navidad.
En nuestro país, el poder celebrar el Adviento y la
Navidad es algo que lo damos como un hecho, como algo normal y se nos olvida
que el poder celebrarlo es algo mucho más precioso que cualquier valor material
y si tenemos la dicha de poder hacerlo, es porque gracias a Dios nunca hemos
tenido un gobierno que hubiera tratado de eliminar nuestra libertad de poder
escoger la religión de nuestra predilección o que el gobierno de turno hubiera
pretendido que no creyéramos en Dios; para obligarnos a pensar solo en lo
material de este mundo y que la vida termina con la muerte, lo cual sabemos que
no es así.
La “venida” de nuestro Señor Jesucristo, su pasión,
su muerte y su resurrección, es el más importante evento que ha podido ocurrir
en la tierra y todo hombre o mujer en el planeta tiene derecho, cuando menos, a
conocer de Él en la profundidad que lo desee; tal y como Dios lo dispuso desde
los inicios del mundo. Como nos dijo
Jesucristo mismo: “¿De que le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde
su alma?”. (cfr. Mateo 16, 26)
El hecho de negar el derecho humano de creer en
Dios, es algo que Fidel Castro trató de hacer al pueblo cubano por más de
treinta años, ya que, no solo los dirigentes religiosos fueron perseguidos,
sino que todos los privilegios materiales controlados por el Estado, se dieron únicamente
a los pertenecientes al partido comunista y a la vez exigiendo que para ser
miembro, tanto el miembro como su familia no debían de creer en Dios y
abstenerse de cualquier práctica religiosa.
Como debemos reflexionar todos los cristianos en
este tiempo de Adviento, todo el propósito del nacimiento de nuestro Señor
Jesucristo es porque Dios quiso venirnos a demostrar que existe una Vida Eterna
a la que todos estamos llamados y para la cual debemos trabajar para lograrla en
esta vida terrena y temporal; promoviendo sí el ser misericordiosos los unos con
los otros o sea, ayudando al que menos tiene; pero nunca justificando el que un
gobierno quiera o pretenda implantar a su pueblo la idea doctrinaria de un
hombre-sin Dios, pues el llamado hacia Dios es algo innato en la naturaleza del
hombre.
Como dice San Agustín: “Nos hiciste para ti y nuestro
corazón estará inquieto hasta que no descanse en ti”.
Sin mencionar los otros derechos humanos
fundamentales negados por Fidel Castro al pueblo cubano, el solo hecho de
tratar de eliminarle la libertad religiosa, debió haber sido suficiente como
para que, aquellos gobernantes de países cuyos pueblos creen en Dios, se
hubieran abstenido de expresarle alguna admiración; por amor a Dios y respeto a
sus propios pueblos.
*Expresidente de ANEP, ASI y AVES
No hay comentarios:
Publicar un comentario