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Canonización de Monseñor Romero

viernes, 10 de enero de 2014

El 2019 que queremos


Bajo cualquier punto de vista, las próximas elecciones del 2014 decidirán el futuro que queremos para nosotros, nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. 

De lo que tenemos que estar seguros es que, las próximas elecciones no son solo entre un candidato u otro, como se nos quiere hacer creer, sino entre “sistemas de vida” diferentes y por lo que, desde la década de los sesenta viene luchando el ala más radical del FMLN y que ahora lo llama “Socialismo del Siglo XXI” o “Buen Vivir”; para no hablar de su verdadera intención, la cual ha quedado demostrada por su forma antidemocrática de administrar el presente gobierno. 

El próximo 2 de febrero será crucial para el 2019 que queremos, principalmente porque a la mayoría de salvadoreños se nos ha despojado de la capacidad de soñar y se nos ha arrebatado la esperanza de pensar que con nuestro voto, en escasos días, podemos lograr una diferencia para que nuestro país cambie, para el bien de todos. Pero además porque, se nos ha obligado a olvidar que en una democracia, para que los sueños se vuelvan realidad no basta con solo soñar y esperar que las cosas cambien, sino que hay que acostumbrarse a ejercer los derechos y deberes individuales de cada uno y por sobretodo el de aprender a votar por un partido político; aunque el candidato no sea de nuestro completo agrado.

Esa esperanza había perdido “el mundo”, cuando, antes que llegara un Ronald Reagan, en la década de los setenta se creía que el liderazgo de los Estados Unidos se había perdido y el sistema comunista ruso era inevitable; así era el pensar de los franceses, antes que llegara Francois Miterrand, que hasta creyeron que Francia ya no podría competir mundialmente; así era el pensar de los ingleses, antes que llegara Margaret Thatcher, cuando se consideraba que Inglaterra había caído en una espiral descendiente, sin solución, y así era el pensar de los chilenos, antes que llegara Michelle Bachelet, que consideraban que su modelo de desarrollo se había “agotado”. 

Al tratar de buscar la característica común que tienen todos estos presidentes mencionados, algunos de “izquierda” y otros de “derecha”, una sola destaca y es que, al momento de elegir a sus más cercanos colaboradores, todos ellos eligieron a las personas más capaces para los puestos que iban a desempeñar y no a los que “más les ayudaron en su campaña electoral” o mucho menos a sus “parientes” o “amigos”; o a los que los “grupos influyentes” de su partido les sugerían.

Esto es lo que tenemos que reconocer, el próximo 2 de febrero, al momento de ejercer nuestro derecho al voto.  Para eso, Dios quiera que alguno de los candidatos se atreva a sorprender a la población y nombre con anterioridad al día de las elecciones, cuando menos, a sus más próximos seis colaboradores.  De esta forma, todos los salvadoreños podremos estar seguros quién de los candidatos es el que cumple con el ejemplo de los presidentes mencionados anteriormente y poder soñar que el país verdaderamente cambie, hacia donde la mayoría deseamos.

Por de pronto, de todos los candidatos a presidente solo conocemos una decisión y la cual es el nombramiento de sus respectivos vicepresidentes.  En esto, se debe reconocer que el único que ejemplifica a los presidentes antes mencionados es Norman Quijano, pues el único candidato a vicepresidente que reúne todas las características de independencia de los poderes políticos y económicos de su propio partido es, René Portillo Cuadra; quién de sobra está demostrado que fue elegido por decisión personal del Dr. Quijano, en contra de las sugerencias de sus propios correligionarios y por sobretodo valorando sus cualidades profesionales y personales, para dirigir lo más importante para el futuro de nuestro país; que es la educación y capacitación, a todos los niveles.

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