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Canonización de Monseñor Romero

sábado, 18 de julio de 2015

Una fe solidaria


“Temo a Dios que pasa” - y puede que no regrese - es la famosa frase de San Agustín y es lo que los líderes de los países latinoamericanos deben reflexionar, después del “paso” del Papa Francisco por Ecuador, Bolivia y Paraguay, la semana pasada.

Durante su visita, el Papa nos dejó varios importantes mensajes que se aplican a la realidad imperante en El Salvador y nos recordó, entre otras cosas, la necesidad de buscar la unidad o sea la despolarización: “entregando la confianza en el otro y buscando la inclusión a todos los niveles; dejando de un lado la búsqueda individual del poder, prestigio, placer y seguridad económica”.

En otra instancia, nos recordó que los líderes políticos deben aprender a desarrollar la “hospitalidad” con el que no piensa como ellos; con el perseguido, con el desempleado y no usando “estrategias, tácticas, maniobras o artimañas” para conseguir los votos necesarios para buscar y mantenerse en el poder.

Con el presidente de Bolivia, el Papa fue mucho más específico y al recibir como regalo una imagen de Jesucristo, crucificado en la hoz y el martillo, con la obvia intención de manipular la inocencia de su pueblo para promover la ideología marxista; el Papa le manifestó que: “Eso no está bien”.  Confirmando después que las ideologías no son buenas, pues terminan en dictaduras.

El Papa hizo hincapié que la fe cristiana no debe ser una fe de solo creer en Dios, sino debe ser una “fe solidaria” con los más necesitados, buscando que esta se traduzca en obras que ayuden a los demás y recordándonos que, igualmente, la democracia debe ser solidaria y no solo se trata de conseguir los votos necesarios para ser elegido por la mayoría, sino el aprender a respetar y defender la ley, el equilibrio de los distintos Órganos del Estado y el promover la alternancia en el poder.

Dentro de su mensaje central, el Papa expresó que la unidad y la paz no existen en una sociedad cuyos líderes políticos solo buscan “el poder, prestigio o seguridad económica” y donde la corrupción y la mentira son aceptadas, por los mismos encargados de combatirla, como un medio válido para accesar al poder.

Las declaraciones del Papa nos recuerdan lo males culturales y crónicos que padecemos los salvadoreños y que todos los que amamos a nuestro querido país estamos llamados a corregir.

En esta búsqueda de una sociedad más justa, libre y en paz, los primeros pasos que deben iniciarse son aquellos que permitan transitar de una simple democracia, hacia una “democracia solidaria”, tal y como definió la fe el Papa y son aquellos pasos que busquen que las instituciones encargadas de combatir la impunidad y la corrupción “funcionen”; de forma que se asegure, en el presente y el futuro, que el juego político, social y económico es parejo para todos y no para satisfacer egoísmos partidarios o personales.

En días recientes, el FMLN se ha negado a la creación de una comisión internacional contra la corrupción, tal y como existe en Guatemala.  Esta se ha sugerido como el paso inicial para comenzar a eliminar la impunidad y corrupción, que es el mal cultural y crónico que detiene nuestro desarrollo político, económico, social y cultural. 

Ante esta negativa y argumentando que nosotros solos, los mismos que padecemos la “enfermedad” y no lo aceptamos, somos capaces de corregir nuestros problemas culturales y que no necesitamos intromisión de otros países, lo cual no se argumentó por el FMLN para lograr los Acuerdos de Paz de 1992; solo resta esperar que el “paso” del Papa Francisco por América, la semana pasada, haga recapacitar al resto de partidos políticos y “escuchando” la voluntad de la mayoría de salvadoreños, se apruebe la comisión internacional contra la impunidad y corrupción propuesta.

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