Remoción constitucional del presidente de la
República en Guatemala y Brazil, juicio contra una expresidente en Argentina,
hija de un expresidente convicto, siendo la favorita de las elecciones para
presidente en Perú; amenazas a empresarios que ya no pueden seguir operando, en
Venezuela; un millonario empresario ganando la candidatura presidencial de su
partido, en Estados Unidos; un gobierno que, solo porque simpatiza con el
sustituido, no reconoce al nuevo
gobierno de Brazil, en El Salvador.
La lista de eventos, sin precedentes históricos, en
las distintas democracias del mundo podría continuar y lo que estas situaciones
obligan a preguntar es: ¿Está la democracia funcionando? Pues la mayoría de personas de los
distintos países, en lugar de mejorar sus condiciones de vida parecen empeorar
y los funcionarios que sustituyen unos a otros, independientemente si son de
derecha o de izquierda, se comportan igual y solo velan por sus propios intereses.
Lo que fácilmente pudiera concluirse es que la
democracia no está funcionando, pues los resultados son que en la mayoría se
países se ha perdido la esperanza de heredar una vida mejor a las próximas
generaciones y eso hace que muchos gobiernos estén cuestionados y algunos hasta
se caigan.
Sin embargo, si indagamos un poco más, la verdad es
que lo que no está funcionando no tiene que ver en nada con el sistema
democrático y más bien este sí está funcionando, pues están ocurriendo juicios
políticos que solo los permite una verdadera democracia, sino más bien son los valores
y preparación de las personas que los actuales sistemas democráticos están
generando.
¿Qué quieres ser cuando seas grande? Es una
pregunta que se le preguntó a una muestra representativa de la juventud
chilena, en los años ochenta y la mayoría contestó: un empresario. Esto es lo que se logró en Chile hace
muchos años y es lo que lo ha mantenido dando el ejemplo, durante ya varias
décadas y a nivel mundial, de la calidad de democracia que debe existir en un
país, para que los jóvenes puedan aspirar a tener un empleo estable y bien
remunerado; que le de estabilidad económica a su familia y le proporcione las
necesidades básicas que todos deseamos.
La presidenta actual es fruto de ese sistema, que
ha producido excelentes funcionarios públicos y que lo ha hecho a base de que
todos los partidos políticos reconocen y promueven el papel importante que
juegan los empresarios en la generación de empleos que necesita una democracia
para permanecer saludable y dando los frutos económicos y sociales que todos
esperan.
Y es que lo que hay que concluir es que lo que está
fallando no es la democracia como sistema, sino las personas encargadas de
administrarla o sea el espíritu de servicio de los funcionarios públicos
encargados de hacerla funcionar.
Sin importar si estos son de izquierda o de derecha.
De ahí que las palabras recientemente expresadas
por un alto dirigente de ARENA, en relación a que para que nuestro país cambie,
la dirigencia de su partido no solo debe cambiar a nuevas personas, sino de
mentalidad; no ver al pasado, sino al futuro y considerar que el contrincante a
vencer no son los otros partidos políticos, sino la pobreza, la inseguridad y
la falta de una educación y sistema de salud de primer mundo, deben cobrar la
relevancia adecuada; para que cuando menos ese partido cambie a lo que
verdaderamente se necesita para que la democracia funcione y los salvadoreños
podamos volver a tener la esperanza de heredar unas mejores condiciones de vida
a nuestros hijos y nietos.