Lunes
16 de abril de 2007
Romanos
15, 29-33; 16, 20
Me levanté
confiado en el Señor, que ya todo se iba a componer e íbamos a poder glorificar
a Dios. El Señor me dijo: 29 …llegaré a donde ustedes con toda la bendición de Cristo. 30
Pero les ruego, hermanos, en nombre de Cristo Jesús nuestro Señor y del amor,
fruto del Espíritu, que recen a Dios por mí. Luchen conmigo rogando por mí 31
para que pueda escapar de los enemigos de la fe en Judea y para que la
comunidad reciba con agrado la ayuda que les llevo. 33 El Dios de la
paz esté con ustedes. Amén. 20 El Dios de la paz aplastará pronto a
Satanás y lo pondrá bajo sus pies. La gracia de Cristo Jesús, nuestro Señor,
esté con ustedes.
Me sentía, al
final, contento pues creí que en la reunión con los Bancos hoy, íbamos a
liberar los fondos e iba a ser otra señal de Dios, que El está con nosotros;
pero no fue así, no cedieron nada y quieren arreglar todo de un solo o nada. Me sentí bien triste.
Además, a
mediodía entró un e-mail del abogado con quien me reuní el viernes, diciendo
que el caso solo lo podían aceptar si recibian un adelanto sustancial, para
ponerse al día y estudiar el caso.
Obviamente, nosotros no tenemos nada de dinero como para adelantar nada,
asi es que me sentí más triste y abandonado del Señor, pues entonces no tenemos
abogado para el caso y el juez nos ha dado hasta el próximo 30 de Mayo, para
conseguir uno.
No tenemos
abogado, no tenemos dinero, los Bancos no ceden en nada, la sirvienta no vino a
trabajar, todos los carros están arruinados; las luces de la entrada no sirven,
el agua de la piscina está turbia y no se que hacer para componerla… “¿Hasta cuándo Señor, hasta cuándo?”
Nos fuimos a la
reunión del grupo de Encuentros y el Espíritu Santo se presentó y derramó con
creces, lo cual me llenó de gozo, en este mar de dificultades.
La única nota
buena del día es que le hablé al presidente del Banco y me correspondió la
llamada, lo cual viene de Dios. Me
dijo que iba a hablar con su gente, para ver si podían liberar los fondos y
dejar lo demás para después.
Martes 17 de
abril de 2007
Salmo
90, 13-17
Me levanté
pidiéndole al Señor su misericordia, pues me siento cansado y desamparado. Me
contestó: 13 Vuélvete Señor,
¿hasta cuándo?… compadécete de tus servidores. 14 Cólmanos de tus
favores por la mañana, que tengamos siempre risa y alegría. 15 Haz
que nuestra alegría dure lo que la prueba y los años en que vimos la desdicha. 16
Muestra tu acción a tus servidores y a sus hijos, tu esplendor. 17
Que la dulzura del Señor nos cubra y que El confirme la obra de nuestras
manos.
No pasó nada. Pasamos todo el día con Alex, preparando
un cuadro de daños, de acuerdo a la idea del abogado con quien me había reunido
la semana pasado en Houston. El me
escribió con los datos del adelanto que necesitarían y la cantidad no la
podemos pagar por el momento, a menos que los fondos que se encuentran
atrapados en la corte de Nueva York se liberen. Dios dirá.
Estamos bien
mal, en todo sentido, pero a la misma vez me siento contento y en paz; luego esto
viene de Dios y esa es mi Esperanza. Hablé con Jorge y él está estudiando el caso y bien
entusiasmado, no sé si Dios eso es lo que quiere y que sea él quien lo lleve.
Por el otro
lado, me habló John, el abogado del caso de Nueva Orleans, diciendo que hay una
posibilidad de que su firma se haga cargo del caso contra Nejapa Power. ¿Señor, qué quieres que haga? Fuimos a misa y después al Santísimo,
sentí al Señor casi presente… casi lo veía ahí con nosotros: Sylvia Regina, yo
y El.
Miércoles
18 de abril de 2007
Zacarías
7, 4-14
El Señor me
dijo: 4 Entonces me llegó una palabra de
Yavé de los Ejércitos: «Esto es lo que dirás a todos los de la familia y
empleados y a los sacerdotes, a todos: Cuando ustedes han ayunado y llorado en
todo este tiempo, ¿acaso fui yo el que les pedía ayunar? 6 Si
ustedes quieren ayunar u orar, decídanlo ustedes mismos. 7 Acaso ya
se olvidaron lo que les decía Yavé a sus antepasados? 9 Pues bien,
esto es lo que Yavé les decía: «Tomen decisiones justas, actúen con sinceridad,
sean compasivos con sus hermanos. 10 No opriman a la viuda ni al
huérfano, al extranjero, ni al pobre; no anden pensando cómo hacer el mal a
otro. 11 Pero ellos no quisieron que les hablara, me volvieron la
espalda y se tapaban los oídos para no escucharme; 12 endurecieron
el corazón para no escucharme, como el diamante. Rechazaron la Ley y los
mensajes que Yavé de los Ejércitos les mandaba por medio de los antiguos
profetas. 13 Si ustedes no le hacen caso cuando El los llama,
también ustedes gritarán sin que El los atienda. 14 Por esta razón
los dispersé entre naciones desconocidas para ellos… Por culpa de ellos un país
fértil se convirtió en un desierto.» 8,
2 Pero los he querido hasta los celos y por ustedes he llegado hasta
enojarme con sus enemigos. 3 He vuelto a ustedes, pues quiero
residir en ustedes. 4 Así habla Yavé de los Ejércitos: Los ancianos
y las viejas volverán a sentarse en las plazas de Jerusalén, apoyándose en su
bastón por el peso de sus años. 5 Las calles de la ciudad se llenarán
de niños y niñas, que andarán corriendo por ellas. 6 Si esto les
parece imposible, ¿creen ustedes que no lo puedo hacer? 7 Pues bien,
dice Yavé, yo voy a salvar a mi pueblo… Los voy a hacer felices. 8
Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios, guardándonos mutuamente fidelidad y
respeto. 9 No bajen sus manos desalentados, les dice Yavé de los
Ejércitos… 11Ahora los voy a tratar en forma distinta al pasado,
dice Yavé. 12 Pues yo sembraré la paz; la viña dará uva; la tierra
sus productos; el cielo entregará su rocío. Todo esto se lo daré a lo que quede
de este pueblo. 13 Así como antes ustedes, gente de Judá y de
Israel, eran una raza maldita para todo el mundo, así también ahora yo los
salvaré para que sean felicitados por todos. ¡No se desalienten pues y tengan
confianza! 14 Esto es lo que dice Yavé: Así como yo estaba resuelto
a castigarlos cuando sus padres me disgustaron, sin que diera muestras de
ceder, 15 así también ahora, cambiando de parecer, he decidido tratar
bien a los Vilanova y a sus empleados. No teman, pues. ¡ALELUYA! 16 Esto es lo que deben
hacer: Díganse la verdad unos a otros y cuando juzguen, pronuncien sentencias
justas; 17 no anden pensando cómo perjudicar al otro; no sean amigos
de jurar en falso. No hagan las cosas que aborrezco, dice Yavé» Es como la campana triunfal que
nos suena el Señor, por todas nuestras oraciones y fidelidad hacia El. También es primera vez (Dioscidencia)
que el Señor me permite cambiar las escrituras, para que el mensaje y su
Palabra sea mejor comprendida por aquellos a quien va dirigida, que son toda la
familia y nuestros empleados, que nuestra oración ha sido escuchada. ¡GLORIA A DIOS, ALELUYA, GLORIA A DIOS! Caí postrado ante el Señor, en
gozo. Creí que iba a pasar algo
especial durante el día, pero no, sólo que me reuní con Jorge y el Señor me
confirmó que El quiere que sea él quien lleve el caso. Que en la debilidad esta su fortaleza. ¿Señor, qué quieres que haga?
Jueves
19 de abril de 2007
Salmo
30
Job
19, 25; 20, 4
Abrí los ojos y
le pedí al Señor que tuviera misericordia de todos nosotros, pues el dolor es
ya bastante grande. Sylvia Regina
estaba orando y al regresar me dijo que estaba orando por mí y me preguntó por
el juicio de mañana. Al terminar
de explicarle, un miedo enorme se llenó de mí, de pronto sentí un malestar;
como con ganas hasta de vomitar. Me
vine a orar, pero me costaba concentrarme. Le pedí al Señor que me diera paz, que nos sacara ya de este
problema; pues el dolor que siento es enorme; poco a poco, la paz me fue llegando
y me dijo: 2 A ti, Señor, me acojo,
no quede yo nunca defraudado: ¡tú que eres justo, ponme a salvo! 3
inclina tu oído hacia mí, ven a prisa a librarme. Sé la roca de mi refugio, un
baluarte donde me salve, tú que eres mi roca y mi baluarte. 19, 25 Bien sé yo que mi
Defensor vive y que El hablará el último, de pié sobre la tierra. 26
Yo me pondré de pie dentro de mi piel y en mi propia carne veré a Dios. 27
Yo le contemplaré, yo mismo. El es a quien veré y no a otro; mi corazón
desfallece esperándolo; 28 Ustedes que tratan de condenarme y buscan
pretextos contra mí, 29 teman que la espada los hiera a ustedes
mismos cuando la cólera de Dios castigue las culpas, y sabrán entonces que hay
al fin justicia. 20, 4
¿No sabes tú que desde siempre, desde que fue puesto el hombre sobre la tierra,
5 el triunfo del malvado es breve y el gozo del perverso no dura más
que un instante?
Viernes
20 de abril de 2007
Lucas
9, 23-25
Hoy me levanté
preocupado, no pude dormir mucho, pues a las 9:00 a.m. tenía la audiencia con
el Juez, en el caso del proveedor que me ha seguido un caso por la vía penal y
me sentía bien preocupado, pues no sabía cuáles eran las consecuencias si el
juez no me sobreseía y ayer le pregunté al abogado, pero el Señor no quiso que
me aclarara, para que sufriera más y le dedicara mi sufrimiento. Pasé una mala noche, pidiéndole al
Señor su misericordia. El Señor me
dijo: 23 … «Si alguno quiere seguirme, que
se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga.» 24
Les digo: El que quiera salvarse a sí mismo, se perderá; y el que pierda su
vida por causa mía, se salvará. 25 ¿De qué le sirve al hombre ganar
el mundo entero si se pierde o se disminuye a sí mismo?
Me fui a la
audiencia, confiado en el Señor, que El me iba a sacar adelante. Puse la cruz de San Benito encima de mi
escritorio, los abogados expusieron el tema y después hablé yo, escuchando al
Espíritu Santo, que me dijo: ¡Cállate ya!
Salimos de la
audiencia y me sentí bien mal, pues no había escuchado nada contundente de
parte de nuestro abogado a mi favor. Pasé orando todo el día, pues me sentía bien mal. El Juez nos dijo que mañana nos daría su
veredicto, a las 2:00 p.m. En la
oficina no pasó nada.
Le contesté a
los Bancos que íbamos a contestar el interpleader, lo cual es comenzar otro
juicio, ahora en Nueva York, pero no nos dejan más alternativa, pues siguen
empecinados en resolver todo o nada.
Pasé una noche
mala, le pedía al Señor su misericordia el día de mañana. Le pedí
específicamente que se glorificara e iluminara al Juez, para que me diera un
“sobreseimiento definitivo”, que nuestro mismo abogado me había dicho que era
poco probable que esto ocurriera, pero que había posibilidad de un
“sobreseimiento parcial”.
Sábado
21 y domingo 22 de abril de 2007
Sabiduría
5, 2-23
Me levanté
temprano a orar, pidiéndole al Señor su misericordia y que se glorificara con
una resolución favorable del Juez. Que lo quería ver presente y me dejara “verlo”, en esa
resolución del Juez. 2 Al verlo comenzarán a
temblar de un miedo inmenso, asombrados de ver
que se ha salvado contra toda esperanza. 3 Llenos de remordimiento
se dirán, muy angustiados, y con gemidos: 4 «Este es al que
tomábamos para la risa, el objeto de nuestras bromas: ¡qué imbéciles éramos! Su
vida nos parecía una locura, su muerte nos pareció el fracaso final. 5
Y véanlo ahora entre los hijos de Dios: ¿cómo fue que recibió su lugar entre
los santos? 6 ¡Cómo nos equivocamos lejos de la verdad! La luz de la
justicia no nos iluminó, el Sol no se levantó para nosotros. 7 Nos
hartamos de injusticias y crímenes, recorriendo desiertos de los cuales no
salíamos, en vez de reconocer el camino del Señor. 8 ¿De qué nos
sirvió nuestro orgullo? ¿De qué nos valió la riqueza de la que tanto nos
enorgullecíamos?
Pasé toda la
mañana preparando el programa, pero a las 9:00 a.m. nos reunimos con Damián y
Alex y la reunión fue positiva y de gran avance en el caso. En el programa le conté a Arturo para
donde iba y le pedí sus oraciones. Llegué al juzgado, el Juez comenzó su sentencia y yo estaba
más preocupado que nunca, pidiéndole al Señor que se glorificara y me quedara
evidente su misericordia. Se me
había olvidado la cruz de San Benito, así es que saqué la que tengo en mi
llavero. El Juez comenzó y vi que
a quienes volteaba a ver eran al fiscal y al otro abogado, así es que me sentí
mejor, pues las excusas o explicaciones eran para con ellos. El argumento que dio para su veredicto
fue un argumento que nuestro abogado no lo había dicho y era obvio, el Señor
así lo quiso, para que quedara evidente su glorificación, al final dijo: “y mi
veredicto es el de un sobreseimiento definitivo”, que era cabal lo que le había
pedido al Señor. Sentí un gozo
tremendo, pues era evidente que el Señor me había escuchado, tenía ganas de
saltar de alegría y alabar al Señor. Le hablé a Sylvia Regina y sólo le grité ¡GLORIA A DIOS!,
pues lo acababa de ver, en ese Juez; de forma personal conmigo; bajando su oído
y escuchando mis súplicas.
Me fui al
Santísimo de Don Rúa a darle gracias, para darle gracias también a María
Auxiliadora, que le había dicho, ya hace algunos días: “Ya no tenemos vino”.
Cuando llegué,
la iglesia estaba abierta, pues había misa del domingo. Me quedé a toda la misa y comulgué,
dándole gracias al Señor por todas sus bendiciones. Enfrente de mí había una viejecita que era “nuestro Señor”,
acompañándome; a la hora de darnos la paz me dijo: “Que el Señor lo bendiga
mucho”. Al final, en
agradecimiento, me fui a postrar ante la imagen de María Auxiliadora, quien me
vio con ojos de alegría, con esos ojos azules que tiene. Era una mirada de bendición para toda la
familia, especialmente para mi mamá, que ha sido tan devota de ella, me dijo: “Dile que regrese a
mí”. (El día que asesinaron a mi hermano José Adriano, mi mamá iba a
la Iglesia de don Rua, a decorar la carroza de la Virgen de María Auxiliadora)
Estoy
escribiendo estas líneas el lunes 23 y todavía me tiembla la mano al
escribirlas. También le hablé a Monseñor Fernando, para contarle mi experiencia
con el Señor ¡Vivo! El domingo me sentía otro. Fuimos al Campeonato de Tenis de Mesa con Rober y después al
día de campo de Encuentros, pasamos bien contentos; Sylvia Regina, Rober y yo.
Fuimos a misa de 7:30 p.m. a Cristo Redentor.
"Examinemos todos los días como va nuestro comercio espiritual y si vemos que hemos tenido pérdidas, trabajemos el siguiente día para reparar con ganancias lo perdido en el pasado."
San Efrén
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