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Canonización de Monseñor Romero

sábado, 23 de marzo de 2013

Hugo Chávez y El Salvador


A pesar de su largo padecimiento, la muerte del presidente Venezolano, Hugo Chávez, sorprendió no solo a sus compatriotas, sino al mundo entero.  Como tenía que suceder, su muerte era una realidad de la que nadie se podía escapar y en retrospectiva, para muchos ha sido una enorme pérdida, pero también para muchos ha sido algo “conveniente”; todo esto fruto de la polarización de la sociedad que él mismo contribuyó a formar.

Después de su muerte, resulta impactante el observar a miles y miles de personas que le han rendido tributo y los innumerables elogios y manifestaciones de aprecio de varios mandatarios de distintos países del mundo.  Decimos que resulta impactante, pues pudiendo ahora observar las manifestaciones espontáneas de aprecio, queda claro que durante su vida y en su muy criticado accionar en distintos países del mundo, incluyendo El Salvador, es indudable que ha beneficiado a miles y miles de personas; no solo solventándoles, aunque sea en poco, su precaria situación económica, sino sobretodo regresándoles su “dignidad” como personas.

Lo que el mundo está por saber, es si con su carismático estilo, el presidente Chávez pudo a última hora y en las postrimerías de su vida, “heredar” la presidencia de su país y si lo pudo hacer, si Nicolás Maduro podrá continuar con la misma política, también heredada y por tanto mandatoria; que es la de consolidar el Socialismo del Siglo XXI, no solo en Venezuela, sino en toda Latinoamérica.

Si el presidente Hugo Chávez logró “heredar” su caudal político al ahora candidato presidencial Nicolás Maduro, lo sabremos en pocas semanas.  Su éxito o fracaso en hacerlo no depende de cómo lo hizo en las postrimerías de su muerte, sino más bien de lo que puede ofrecer el actual candidato Henrique Capriles en los pocos días que restan de campaña política y cómo puede convencer a la mayoría de venezolanos que ha comprendido que lo que quieren no es un crecimiento económico a largo plazo, sino acciones concretas que remedien, ante todo, sus necesidades más inmediatas. 

Para ganar, la propuesta del candidato Capriles deberá de consistir en, cuando menos, ofrecer a la mayoría de venezolanos los mismos beneficios que les ha dado el presidente Chávez, pero hacerlo de forma que pueda ser sostenible en el tiempo, pues es indudable que esto es lo que ya no podrá hacer Nicolás Maduro y la razón de esto es porque la economía de Venezuela se encuentra bastante deteriorada y aunque es poseedora de uno de los yacimientos de petróleo más grandes del mundo; para poder seguir con su política de usarlo para seguir buscando “clientelismo político”, Maduro no solo necesitará de este, sino también de la continua generación de empleos del resto de venezolanos que no están de acuerdo con las políticas del presidente Chávez y por lo cual, en el largo plazo, el Socialismo del Siglo XXI no podrá subsistir, si se les continua constantemente menospreciando.

Pareciera que esta historia solo compete a los venezolanos.  Sin embargo, a raíz del proyecto Alba, nuestras próximas elecciones van a depender de los mismos argumentos que existen en Venezuela y sobre todo del hecho fundamental de si la “derecha” de El Salvador, dada la nueva realidad latinoamericana provocada por el presidente Chávez, ha comprendido que sus probabilidades de ganar la presidencia dependen básicamente de su capacidad de ofrecer a los salvadoreños beneficios concretos, que cambien su economía familiar de inmediato y que, si es necesario, esto se haga subsidiado por los sectores con mayores recursos; de forma que en el corto plazo perciban los beneficios, pero en el largo plazo se permita que la economía comience a recuperarse y estos beneficios sean auto sustentables.

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