Recuerdo que un sábado, hace muchos años, nuestro
hijo estaba en quinto grado y jugaba fútbol contra otra escuela, ambas de gran
renombre a nivel nacional. De
pronto, el equipo de nuestro hijo iba ganando y un papá de la otra escuela se
puso tan “molesto”, que comenzó a gritar y faltarle el respeto al árbitro del
encuentro; tratando de culparlo que el equipo de su hijo iba perdiendo y
acusándolo inclusive de que se había “vendido”.
Aquel sábado pensé: ¿Qué ejemplo estamos dando a
nuestros hijos, que un día es la generación que va a gobernar nuestro querido
país, si ahora en un simple juego de niños los hacemos pensar que a lo mejor
han perdido porque un árbitro no fue justo y tenía preferencias por el otro
equipo? ¿Cómo van a reaccionar
estos niños, que hoy inocentemente están jugando fútbol, el día en que estén
contando votos en una urna electoral y su partido político esté perdiendo las
elecciones? Después de todo, era un papá el que estaba dando el ejemplo y
haciendo una tremenda y calumniosa aseveración del mundo “adulto”; sin tener
ningún fundamento.
El incidente del juego de fútbol terminó de forma
incómoda, no solo para los niños, sino sobretodo para el árbitro y la mayoría de
los padres que estábamos viendo el juego.
Menos mal que no se acordó que continuara hasta que los papás nos
pusiéramos de acuerdo en como comportarnos cuando nuestros hijos juegan algún
deporte. Si eso hubiera ocurrido,
nuestros hijos todavía estuvieran esperando para poder seguir jugando.
Se menciona este pequeño incidente, para que
comprendamos que el vivir en democracia se aprende desde la niñez, en el hogar
y en la escuela y no necesariamente estudiando principios o aprendiendo
lecciones; sino ejercitando el respeto a los derechos de los demás y haciendo
nuestros los deberes que implica la convivencia con nuestros vecinos.
Lo mismo sucede con esto de si es conveniente o no
comenzar con los concejos municipales plurales o postergar su implementación. Algunos sostienen que el país no está
preparado para esto, pues los partidos políticos no han aprendido a dialogar
entre sí y esto haría que los concejos municipales se vuelvan inoperantes; pues
el partido minoritario se dedicaría a “bloquear” las acciones del partido
ganador.
Lo anterior pareciera que es el mayor argumento
para que la medida se atrase y no se implemente, “hasta que estemos listos”. Sin embargo, lo que este argumento
olvida es que, tal y como queda demostrado con el incidente del fútbol de
nuestros hijos, la democracia se hace ejercitándola y no al revés; esperando
vivir en democracia, para después implementarla.
Lo que nuestra democracia necesita no es que
esperemos a que sea perfecta para ejercerla, sino que la perfeccionemos
ejercitándola. Los concejos
municipales plurales son el mecanismo por excelencia para este ejercicio, pues
constituyen el sustituto ideal de lo que los, ahora, mayores debimos haber
aprendido de nuestros padres, cuando éramos niños.
Es cierto que ahora podremos tener algunos tropiezos
en su implementación. Sin embargo,
lo que es indudable es que es un mecanismo que garantiza que la administración
municipal se vuelva más transparente y sobretodo que los conocimientos de los líderes
de cada municipio no se desperdicien después de cada elección; sino que se sigan
aprovechando en beneficio del municipio.
Por último y contrario a lo que se argumenta, a lo
que contribuirían los concejos municipales plurales es a despolarizar los
partidos políticos, pues no es “nuestro país” el que se encuentra polarizado y
a que dejen de pensar que el gobierno municipal es como un “botín” del partido
ganador; olvidándose que en realidad, el verdadero dueño son los residentes y
sus futuras generaciones… o sea nuestros hijos; que ahora solo les interesa
poder jugar fútbol.
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