En la historia, el año pasado será recordado como
el año en que, después de la firma de los Acuerdos de Paz, la
“institucionalidad democrática” sufrió uno de los más grandes deterioros; a
pesar que una de las importantes promesas del FMLN siempre había sido que al
llegar a controlar la dirección de cualquier Órgano de Estado, la forma de
hacer política iba a cambiar, favoreciendo la democracia institucional y
disminuyendo la capacidad de influencia personal de los dirigentes de turno.
Por el momento, podemos pensar que los resultados
de este deterioro institucional nunca van a afectar al salvadoreño común y
corriente. Pero en el largo plazo,
esto indudablemente va a repercutir en la vida personal de cada salvadoreño,
pues esto en lo que, eventualmente, se va a traducir es en falta de empleos y
nuevas oportunidades; ya que ningún inversionista desea invertir su dinero, si
no existe una institución que le asegure las reglas del juego con las cuales
invirtió. Esto confirma lo
importante de las instituciones, dentro de una verdadera democracia y se
comprende que, si estas no evolucionan y fortalecen, a la larga la democracia
se estanca, y más aún comienza a retroceder; sobretodo si esto ocurre en las
instituciones más importantes del andamiaje democrático, que son los partidos
políticos. Es decir, las
democracias usualmente comienzan a retroceder, en la medida en que la
democracia desaparece en los partidos políticos que la sustentan.
Pero, ¿y como se fortalece una institución? Pues, en la misma forma que lo hacen
las personas o sea aprovechando la experiencia obtenida a lo largo de sus años
de vida, lo cual va enriqueciendo sus conocimientos y forjando su personalidad. Luego, es importante reconocer que la
“personalidad” de una institución viene dada por la experiencia durante sus
años de existencia y puesto que una institución no tiene memoria, esta
experiencia solo le va quedando a los dirigentes de turno. De ahí que, en la medida que estas experiencias
se aprovechen, esto le da a la institución la vivencia obtenida a través de su
historia, forjando el equivalente a la “personalidad” en las personas. Por tanto, el éxito de una institución
es saber capitalizar la experiencia de sus anteriores dirigentes de la mejor
forma posible; para que no quede al libre albedrío de los dirigentes de turno,
si se decide hacer uso de esta necesaria “personalidad” o no.
Pareciera que, después de más de tres décadas de
existencia, en alguna medida ARENA ha reconocido la importancia de hacer uso de
su “personalidad”, ya que la semana anterior aprobó una reforma sustancial a
sus estatutos, incorporando formalmente la experiencia de sus anteriores
líderes, de forma que su experiencia no sólo se aproveche cuando los dirigentes
de turno lo consideren conveniente; sino de forma obligatoria y perenne.
Sin embargo, si bien es de reconocer que ARENA ha
dado un paso en el sentido correcto, pareciera que lo que ha olvidado es que no
se crean cargos para las personas, sino se nombran las personas para los cargos
y en vez de haber aprovechado la oportunidad para consolidar una estructura estatutaria
que le permita aprovechar su “personalidad”, habiendo formado un “Consejo Asesor”
integrado solamente por los anteriores presidentes, pero presidido por el
presidente vigente, para no perder lo que toda organización necesita y que es
el “liderazgo”. La forma en que el
cambio se ha aprobado podría entorpecer la libertad de ejecución de los
dirigentes del momento, “eclipsando” lo más importante de una “personalidad”, que
es la identidad actual y que es la que permite que la institución prevalezca.
Lo que ARENA necesitaba hacer es rescatar su “personalidad”,
para prevenir que cualquier nuevo presidente pueda cambiarla "de la noche a la
mañana" y para eso, lo que se debió haber aprobado no es una “Comisión Política”
y sobretodo presidida por un anterior presidente del partido. Lo que se debió haberse aprobado es un
“Consejo Asesor” formado por sus anteriores dirigentes, que son sus
expresidentes y presidido por su actual presidente; pues la política es
cambiante y sobretodo debe estar actualizada, luego los mas indicados para
establecerla son sus actuales dirigentes y no los anteriores, que siempre van a
estar viendo los momentos actuales bajo su propia perspectiva del pasado; lo
cual no va a permitir que esta permanezca actualizada.
“Conviene que él crezca y yo disminuya” dijo San Juan
Bautista al referirse a Jesucristo y esta es la actitud que le conviene tomar a
la recién formada “Comisión Política” del partido ARENA; si es que lo que se
quiere es que el actual presidente lidere su partido, de acuerdo a las nuevas
realidades que nuestro país demanda.
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