El argumento básico de una democracia es que: “mayoría es mayoría”,
como acaba de decir el aparente ganador de la elecciones en Venezuela, aunque
esta sea lograda por escaso margen.
Sin embargo, este sistema pareciera ya no estar funcionando, debido a la
polarización cada vez más imperante, en algunos países latinoamericanos.
Independientemente de si los resultados en Venezuela reflejan
verdaderamente la voluntad ciudadana, que es algo que los venezolanos tendrán
que dirimir con la ayuda de la comunidad democrática internacional, resulta
cada vez más evidente que en países altamente polarizados, como Venezuela y el
nuestro, lograr la mayoría por poco margen ya no basta como para elegir a los
apropiados gobernantes, pues lo único que se logra con ello es entregar el
poder a una mitad que no es aceptada por la otra y eso “entrampa” el desarrollo
económico y social de todos los ciudadanos; agravando, a largo plazo, la
situación de todos.
En nuestro país, los recientes acontecimientos ocurridos en
relación a las resoluciones emitidas por la Sala de lo Constitucional, ponen en
evidencia que el problema no se resuelve aumentando el porcentaje de la mayoría
necesaria para lograr el “triunfo”, puesto que al final prevalece el que: “el fin
justifica los medios” y en lo que se cae es que en cuanto mayor es el número
requerido, los medios para lograrlo se vuelven cada vez más amorales y antiéticos,
tal y como sostiene Maquiavelo y como ya ha estado ocurriendo en nuestra Asamblea
Legislativa; donde hay acusaciones de “compra de voluntades”, pero ningún organismo
controlador se activa como para investigar los hechos denunciados, puesto que estos
son influenciados por las mismas instituciones que incumplen la ley.
Otro ejemplo evidente de lo anterior es lo que está ocurriendo con
la campaña presidencial adelantada y donde los organismos encargados de que
esto no suceda no hacen nada, puesto que obedecen a los intereses particulares
de los partidos interesados en aprovecharse de ella; sin tomar en cuenta lo que
la constitución manda al respecto y lo cual sienta un precedente importante de
incumplimiento de la constitución, que tendrá sus repercusiones futuras.
Tal y como se van evidenciando los resultados en las encuestas, lo
que debemos esperar en las próximas elecciones es que las diferencias de votos entre
los distintos candidatos a presidente va a estar muy cerca y para evitar el caos
que esto ha causado en Venezuela, lo que se necesita son instituciones democráticas
fuertes e independientes y lo cual confirma que el camino a seguir es el que
recientemente ha señalado la Sala de lo Constitucional, de forma que se elijan funcionarios
éticos e independientes; aunque sean los mismos partidos políticos interesados,
los que se esmeran en hacer pensar que esto no es posible, con el objeto de seguir
manteniendo el control de los entes controladores la democracia.
Lo que los recientes acontecimientos en Venezuela revelan es que,
lo que se necesita para fortalecer la democracia es que se obligue a los
dirigentes políticos a que cumplan con la constitución eligiendo, en los entes
controladores del gobierno, personas que tengan suficiente independencia de las
dirigencias partidarias y sobretodo que sean personas de reconocida y
demostrada moralidad y ética, tal y como lo han demostrado los actuales cuatro magistrados
de la Sala de lo Constitucional de nuestro país y que, lejos de que sean los
dirigentes políticos que los tratan de denigrar, los que triunfen en su remoción;
más bien sea la presión ciudadana la que establezca el correcto camino a
seguir, logrando que aquellos dirigentes que tratan de erradicar la moralidad y
ética de la política, ya no sean reelectos.
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