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Canonización de Monseñor Romero

sábado, 6 de abril de 2013

Un mundo sin Dios


Para recordar lo que sería un mundo sin Dios, la Iglesia Católica hace recordar, todos los Sábados de Gloria, como sería el mundo si Dios no existiera.  Durante todo el sábado santo, los católicos no tenemos la opción de ir a misa, ni de recibir ninguno de los sacramentos, ni de escuchar la voluntad de Dios, a través de los sacerdotes; ni siquiera la opción de ir al templo a visitar al Santísimo. 

Para los cristianos, en el Sábado de Gloria Jesucristo está ausente, en el sepulcro y la iglesia, ese día, nos hace experimentar que es lo que se sentiría si Dios no existiera y si no hubiera enviado a su Hijo a revelarnos ese mandato tan importante de: “Ámense unos a otros, como yo los he amado”.

Desgraciadamente, muchos salvadoreños no nos percatamos de este vacío.  Para un gran número, la vida pareciera que continua igual, pues la mayor parte del tiempo tenemos apartado a Dios de nuestro diario vivir  y dejamos a un lado todo lo que El nos ha mandado; creyendo no solo que no lo necesitamos, sino más bien que hasta nos hace estorbo en la búsqueda de nuestras propias necesidades egoístas y sin importar a quién de nuestro prójimo le hacemos daño, con nuestras decisiones.

El mundo se ha beneficiado con el nuevo e innovador liderazgo del Papa Francisco.  Lo primero que nos ha querido dejar claro es que el mundo está tan emproblemado  porque no se toma en cuenta a Dios y que Dios sí existe, pero que son la mayoría de los líderes del mundo los que se han estado esforzando por mantenerlo fuera de sus decisiones y sobretodo olvidando su mandato de amor.  Nos lo hace ver con una frase sencilla y que es que se han olvidado de ir a solucionar los problemas de “las periferias” o sea los más necesitados.

Lo mismo que el Papa recalca de los líderes del mundo se aplica a la mayoría de líderes de nuestro país, a quienes se les ha olvidado que los puestos públicos no son para beneficiarse ellos mismos, sino para ayudar a las personas más necesitadas, o sea “las periferias” que menciona el Papa Francisco y que, inmersos en una campaña política, que bajo nuestras propias leyes es ilegal, en todo caso lo que los salvadoreños quisiéramos estar escuchando no es “que” es lo que los candidatos a presidente quisieran hacer, sino “como” van a hacerlo, en caso de llegar a ser presidentes; pues es ahí donde verdaderamente se puede evaluar si las decisiones que piensan tomar están de acuerdo con el mandato de Dios mencionado anteriormente y que recuerda el estribillo que el Ministerio de Obras Públicas está usando para direccionar el tráfico en la carretera a Los Chorros y que es: “Primero vos y después yo”.

Muchas son las promesas que se están escuchando de parte de todos los candidatos, pero dadas las necesidades sociales de los salvadoreños de “las periferias” y la pérdida de  liderazgo y competitividad que hemos tenido a nivel centroamericano y mundial, lo que se necesita oír son “pequeñas”, pero importantes propuestas innovadoras y extraordinarias; pero por sobretodo el incrementar la solidaridad y hermandad que Dios nos manda.

Mucho se habla de “vasos de leche y desayunos” en las escuelas, pero se olvida de mejorar la calidad de nuestros profesores y los edificios de las escuelas.  Mucho se menciona la necesidad de generar más empleos, pero poco se dice de cómo mejorar la calidad de los actuales.  Mucho se dice de promover la inversión, pero se irrespeta el orden jurídico establecido, que es la base sobre la cual toda inversión se realiza y más bien lo que se busca es como acoplar las leyes a los intereses particulares.  Mucho se plantea la necesidad de un crecimiento económico más acelerado, pero poco se viabiliza la necesidad imperante de una Centroamérica unida, de forma que se permita libre movilidad de bienes, servicios, personas y capitales.

Lo que necesitan “las periferias” no son más impuestos o más préstamos o que se les siga señalando quienes son los culpables de su situación actual.  Lo que necesitan de los actuales dirigentes políticos es que se cambien las prioridades en el uso de los ingresos que el Estado ya tiene y en realidad demuestren que: “primero vos y después yo” y no al revés.

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