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Canonización de Monseñor Romero

lunes, 3 de junio de 2013

Cronología de un Milagro - Septiembre 2007-IV


Lunes 24 de septiembre de 2007

Juan 5, 1-9

Nos levantamos temprano para celebrarle el cumpleaños a Camila, nuestra tercera hija.  Era primera vez en mucho tiempo que no pasaba su cumpleaños aquí, pero a pesar de la alegría que estaba con nosotros,  me levanté bien triste y deprimido, pues el tiempo pasa y no veo que el Señor quiera que este calvario termine.  El peso que siento es ya bastante grande y no hay ninguna luz en el camino.  Soñé sí, que estaba en misa, una misa distinta, donde el Cáliz era una llama viva que se encendía cuando el sacerdote le hablaba.  Estaba situada en una mesa y todos estábamos alrededor de la mesa. En mi oración, el Señor me dijo:  6 Jesús lo vio tendido y cuando se enteró del mucho tiempo que estaba allí, le dijo: ¿Quieres sanar? 7 El enfermo le contestó, Señor no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua y mientras yo trato de ir, ya se ha metido otro. 8 Jesús le dijo: «Levántate, toma tu camilla y anda». 9 Al instante el hombre quedó sano, tomó su camilla y empezó a caminar. 
Hoy pasé particularmente triste y sintiéndome abandonado del Señor.  No sé que me pasa que mi Fe ha tambaleado todo el fin de semana.  Lo que pasa es que nada camina y todo pareciera que está “parado”, sin moverse y el tiempo pasa y ya casi no tenemos dinero.  El Señor me llevó a unos abogados en Nueva York, que tal vez nos puedan ayudar en el caso contra los Bancos, pero lo curioso es que me costó que se fueran todos los papeles, como que el enemigo no quisiera que les contacte y pierda mi interés. 
Pero yo he confiado en el Señor y he sido persistente, voy a continuar confiando en el Señor, pues El me ha prometido que va a salir todo bien y voy a glorificar su Nombre.

Martes 25 de septiembre de 2007

Salmo 91

Me levanté a orar, pidiéndole al Señor que me de fuerzas.  Me dijo: 1 Tú que habitas al amparo del Altísimo y resides a la sombra del Omnipotente, 2 dile al Señor: «Mi amparo, mi refugio, mi Dios, en quien yo pongo mi confianza». 3 El te librará del lazo del cazador y del azote de la desgracia; 4 te cubrirá con sus plumas y hallarás bajo sus alas un refugio. 5 No temerás los miedos de la noche ni la flecha disparada de día, 6 ni la peste que avanza en las tinieblas, ni la plaga que azota a pleno sol. 7 Aunque caigan mil hombres a tu lado y diez mil, a tu derecha, tú estarás fuera de peligro: su lealtad será tu escudo y armadura. 8 Basta que mires con tus ojos y verás cómo se le paga al impío. 9 Pero tú dices: «Mi amparo es el Señor», tú has hecho del Altísimo tu asilo. 10 La desgracia no te alcanzará ni la plaga se acercará a tu tienda: 11 pues a los ángeles les ha ordenado que te escolten en todos tus caminos. 12 En sus manos te habrán de sostener para que no tropiece tu pie en alguna piedra; 13 andarás sobre víboras y leones y pisarás cachorros y dragones. 14 «Pues a mí se acogió, lo libraré, lo protegeré, pues mi Nombre conoció. 15 Si me invoca, yo le responderé, y en la angustia estaré junto a él, lo salvaré, le rendiré honores. 16 Alargaré sus días como lo desea y haré que pueda ver mi salvación. 
Por la mañana fui a la oficina y no hice nada, más bien traté de conseguir patrocinadores para “Ha Nacido una Luz”, que es una obra de teatro evangelizadora en la época de navidad, conmemorativa del nacimiento de Jesús y que es realizada por Encuentros Conyugales y me sentí contento, pues por lo menos pude conseguir alguien que estuviera interesado.  Tenía ya bastante tiempo que no me salía nada.   
A mediodía, Arturo canceló la reunión, lo cual no me sorprendió nada, pues se ve que el Espíritu Santo no considera conveniente que él sea el coordinador para el país, de la adoración perpetua.  
Por la tarde fuimos a tomar café a la casa de mi mamá con el Padre Martin y la reunión no fue positiva.  Por la noche comprendí a qué se debía, pues nos reunimos en la casa con Monseñor Escobar, obispo de San Vicente y el Padre Martin y la reunión fue muy provechosa para la Misión; o sea que lo que el enemigo quería era evitar esta reunión, distrayéndome con lo negativo de la reunión con mi mamá.  Pero gracias a Dios no pudo.

Miércoles 26 de septiembre de 2007

Tobías 5, 10

Me levanté comprendiendo que lo que nos está pasando es obra del enemigo, para desesperarnos.  En adición, Sylvia Regina se levantó con un dolor insoportable en el pié.  Me aferré más al Señor, pidiéndole su misericordia, me contestó:  10 … Que tengas salud! Pero Tobit comentó: ¿Qué salud puedo tener? Soy un ciego que no ve la luz del día, vivo en la oscuridad, como los muertos, que ya no ven la luz. Estoy muerto en vida, oigo hablar a la gente, pero no la veo. El ángel le dijo: Animo, Dios te sanará pronto, ánimo. 
Luego me dijo quien nos estaba cuidando, pues me hizo ver una tarjeta que tenía en la misma página en mi Biblia, que es una cita del Cura de Ars y que dice:  Si yo no tuviera a la madre de Dios que me protege, ya hubiera caído en las redes de Satanás. 
El día transcurrió sin novedad, pero pude notar que todo era positivo.  Me reuní con Alex y la reunión fue positiva.  Por la tarde me reuní con Jorge y la reunión fue positiva.  Creí que no iba a poder ir a la reunión del grupo de Encuentros, pero salí más que a tiempo.  Nos fuimos a la reunión y la lectura que había escogido el Espíritu Santo era: 2 Timoteo 2, 22-25.  La invocación fue la canción de Roberto Carlos; “Luz Divina”.  Fue sugerencia de Sylvia Regina, pues yo llevaba otra.  En cuanto comenzó, no paré de llorar y sentí la sanación que estaba ocurriendo para toda la familia.  Al momento de leer La Palabra comprendí el porqué.  Me dijo: 24 Un servidor del Señor no debe ser peleador, sino comprensivo con todos, buen pedagogo, paciente en las incomprensiones. 25 Reprenderá a los rebeldes con dulzura: quizá Dios les conceda que se conviertan y descubran la verdad, 26 liberándose de los lazos del diablo que los tiene sometidos a su voluntad. 
Comprendí que debía ayudar a ser más comprensivo con mi mamá y ayudarla a que encuentre el camino de Dios.  ¡Señor, ayúdame en este caminar!

Jueves 27 de septiembre de 2007

Lucas 1, 28; 30

Me levanté a orar con mejor optimismo y confiando en el Señor, que si todo esto nos está pasando es porque El lo quiere y si El lo quiere, debe ser para mejor.
Por cierto, no he comentado que a todo esto que ha ocurrido con mis hermanas y mi mamá, hay que sumarle que en la casa hemos estado sin muchachas. La pobre Sylvia Regina teniendo que hacer todo y además, cuidar y andar detrás de Paolo, nuestro nieto.   A Ana le han dicho que ya no puede trabajar; a Pedro, el chofer de doña Sylvia y Ma. Isabel, le diagnosticaron ayer cáncer; a Ester, le dio migraña y no podía venir.  El Señor me dijo hoy:  28 Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» 30 … «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios.»  ¡Amén!

Viernes 28 de septiembre de 2007

Juan 4, 25

El Espíritu Santo me iluminó por la noche para hacer una propuesta a los Bancos.  Me levanté temprano a prepararla y cuando terminé, el Señor me confirmó que venía de El; pues estaba perfecta; luego me vine a orar y El me dijo:  25 La mujer le dijo: «yo sé que el Mesías (que es el Cristo) está por venir; cuando venga nos enseñará todo.» 26 Jesús le dijo: «Ese soy yo, el que habla contigo.» 
Pasé todo el día bien triste, pues mañana se va Sylvia Regina y por bastante tiempo.  No sé cómo voy a hacer sin ella, sin su soporte.  Mandé la propuesta a los Bancos y no me contestaron nada durante todo el día.  Almorzamos con el Padre Martin.  Le hablé al empresario que nos ha ofrecido su ayuda, para que nos recibiera y quedamos de juntarnos el martes próximo.  Además sentía el dolor del disgusto con mi mamá.  Me sentí bien mal todo el día y sólo pude recibir un poco de consuelo en misa y frente al Santísimo.
Le conté al Padre Martin como me setnía y me dijo: “Bueno, cuando uno se decide servir al Señor, hay que prepararse para la prueba”, eso fue todo.

Sábado 29 y domingo 30 de septiembre de 2007

Nos levantamos temprano para ir a dejar a Sylvia Regina.  No pude orar.  Sentía como que el corazón se me partía en varios pedazos y explotaba entre: Dios, los empleados, mi mamá, Sylvia Regina, yo mismo y el caso; todos como rompiendo mi corazón por caminos distintos.
Almorzamos Pollo Campero con Camila y Rober.  Pasamos la tarde juntos y por la noche fuimos a misa.  Nos acostamos temprano y Camila ni salió.  
El domingo me levanté para preparar el programa y el Espíritu Santo me iluminó de una forma especial, sentí que esta parábola del rico y Lázaro eran como el corazón central al evangelio… “ayudar a los demás, para ganarse el cielo”.  
¿Cómo puedo no confiar en Dios y despedir a los empleados en este momento?  Sentía como que mi corazón se estrujaba y quedaba seco y sin fuerzas.  Tomé valor y me fui a ver a mis papás, mi mamá estaba jugando y la verdad es que no tenía valor para verla; el dolor que siento me domina y eso me hace sentir más mal.
Mi papá al nomás verme me preguntó ¿y cómo va la fecha del juicio? ¿Es para octubre, verdad?  Yo sentí como una lanza que estaba en mi corazón.  Le tuve que decir que el Juez había pospuesto todo, ahora hasta el 29 de octubre y que no había fecha.  El sólo me contestó: “es difícil de creer, por qué toma tanto tiempo” y Rober me preguntó: ¿No será que el juez no sabe lo que nos está perjudicando con tanto atrazo?
El sábado en la noche, sintiéndome bien desconsolado y abandonado por Dios, me dijo:  1 Cuando supieron los enemigos de Judá y Benjamín que los que habían vuelto del destierro estaban edificando el Santuario de Yavé, 2 se presentaron a Zorobabel, Josué y los jefes de familia y les dijeron: “Permítannos cooperar con ustedes en la reconstrucción, porque también nosotros nos interesamos por su Dios. 3 Zorobabel, Josué y los jefes de familia les contestaron: “No podemos unirnos a ustedes para reconstruir la Casa de nuestro Dios, sino que nosotros solos la edificaremos; así lo ha mandado Ciro, rey de Persia.


"Sientan con gran dolor, como es justo, la perdición de tantas almas que sin niguna esperanza, perecen cada día."

San Francisco Javier

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