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Canonización de Monseñor Romero

sábado, 1 de junio de 2013

Cuatro años de mucha conversación y poca acción


Todos los días, antes de comenzar sus clases, los niños japoneses limpian su escuela, junto con sus profesores y reciben clases de ética desde primer grado.  Se cree que ésta es una de las principales razones de la cultura modesta y disciplinada de los japoneses, la cual los ha llevado a ser una de las principales potencias mundiales; sin prácticamente tener recursos naturales y en un mundo donde hasta hace unas décadas se pensaba que una nación sin recursos naturales, no podía desarrollarse.

Una cosa es lo que los gobiernos dicen y otra cosa es lo que hacen.  Todos sabemos que lo que produce resultados no es lo que dicen, sino lo que hacen y lo que ahora es evidente es que, sin atender la lección de lo que los dirigentes japoneses comprendieron desde un principio; lo que hasta la fecha se puede concretizar que han hecho los últimos gobiernos, es que, en vez de aprovechar nuestro más grande tesoro, que es nuestra gente y haber implementado programas masivos de educación, capacitación, salud y disciplina, tal y como hicieron los japoneses, a lo que se ha apostado es a sólo dar la mínima ayuda asistencial como para ganar la próxima elección; sin atender las acciones y programas que debieron haber sembrado las bases para que cada salvadoreño pudiera adquirir la capacidad de buscar su propio desarrollo, sin la ayuda del gobierno.

No es necesario solamente dar uniformes y zapatos, sino sobretodo inculcar desde la escuela los valores éticos y morales que sustenten una sociedad más justa, democrática y solidaria.

El próximo primero de Junio, el presidente Funes tendrá que dar su informe, a la nación, de sus primeros cuatro años de gestión.  Con esto habrá concluido el 80% de su mandato y por lo tanto, al igual que los anteriores presidentes, hoy ya no podrá hablar de promesas, sino de acciones realizadas. 

De seguro el presidente Funes se esforzará por convencernos que estos han sido los mejores cuatro años que ha tenido nuestro país.  Otros, desde hace meses, se esfuerzan por convencernos que son los peores.  Otros, en que no han estado tan mal y que lo que hay que hacer es “continuar lo que se ha hecho bien y dejar de hacer lo que se ha hecho mal”.  Sin embargo, de cara a una campaña presidencial, hasta el momento ningún candidato presidencial ha propuesto nada novedoso y lo cual no necesariamente tiene que ser algo complicado o costoso, tal y como lo hacen los líderes japoneses.

Para agravar los problemas, de todos es conocido el congelamiento de actividades económicas que crea una campaña electoral.  Esta es la razón principal del porqué en la mayoría de países desarrollados, los tiempos de campaña electoral se reducen a unos escasos meses, al igual que el nuestro.  Sin embargo, en el nuestro no sólo no se hace caso a la ley, sino que inclusive ninguna institución se atreve a detener la ilegalidad, pues de sobra es conocido como todos los partidos políticos se encuentran ya con innumerables desplegados en los medios de comunicación y como las actividades proselitistas acaparan el tiempo de los cuatro candidatos de los distintos partidos; uno de ellos sin siquiera todavía pertenecer a un partido político y dos con importantes responsabilidades administrativas públicas, que obviamente no se están atendiendo a cabalidad.

Mientras todo esto pasa, la propaganda del partido oficial se esfuerza por tratar de convencernos que la democracia se ha fortalecido y el cambio debe continuar.  Pero lo que las acciones demuestran es que nunca antes, como en los últimos dos años, ha habido un deterioro tan fuerte de la institucionalidad democrática, ni una acción tan deliberada del partido oficial de tratar de controlar y subordinar las instituciones del Estado.

¿Que dirían nuestros niños, si pudieran comprender el país que les estamos heredando?

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