Todos los días, antes de comenzar sus clases, los
niños japoneses limpian su escuela, junto con sus profesores y reciben clases
de ética desde primer grado. Se cree
que ésta es una de las principales razones de la cultura modesta y disciplinada
de los japoneses, la cual los ha llevado a ser una de las principales potencias
mundiales; sin prácticamente tener recursos naturales y en un mundo donde hasta
hace unas décadas se pensaba que una nación sin recursos naturales, no podía desarrollarse.
Una cosa es lo que los gobiernos dicen y otra cosa
es lo que hacen. Todos sabemos que
lo que produce resultados no es lo que dicen, sino lo que hacen y lo que ahora es
evidente es que, sin atender la lección de lo que los dirigentes japoneses comprendieron
desde un principio; lo que hasta la fecha se puede concretizar que han hecho
los últimos gobiernos, es que, en vez de aprovechar nuestro más grande tesoro,
que es nuestra gente y haber implementado programas masivos de educación,
capacitación, salud y disciplina, tal y como hicieron los japoneses, a lo que
se ha apostado es a sólo dar la mínima ayuda asistencial como para ganar la
próxima elección; sin atender las acciones y programas que debieron haber
sembrado las bases para que cada salvadoreño pudiera adquirir la capacidad de
buscar su propio desarrollo, sin la ayuda del gobierno.
No es necesario solamente dar uniformes y zapatos,
sino sobretodo inculcar desde la escuela los valores éticos y morales que
sustenten una sociedad más justa, democrática y solidaria.
El próximo primero de Junio, el presidente Funes
tendrá que dar su informe, a la nación, de sus primeros cuatro años de
gestión. Con esto habrá concluido
el 80% de su mandato y por lo tanto, al igual que los anteriores presidentes, hoy
ya no podrá hablar de promesas, sino de acciones realizadas.
De seguro el presidente Funes se esforzará por
convencernos que estos han sido los mejores cuatro años que ha tenido nuestro
país. Otros, desde hace meses, se
esfuerzan por convencernos que son los peores. Otros, en que no han estado tan mal y que lo que hay que
hacer es “continuar lo que se ha hecho bien y dejar de hacer lo que se ha hecho
mal”. Sin embargo, de cara a una
campaña presidencial, hasta el momento ningún candidato presidencial ha
propuesto nada novedoso y lo cual no necesariamente tiene que ser algo
complicado o costoso, tal y como lo hacen los líderes japoneses.
Para agravar los problemas, de todos es conocido el
congelamiento de actividades económicas que crea una campaña electoral. Esta es la razón principal del porqué
en la mayoría de países desarrollados, los tiempos de campaña electoral se
reducen a unos escasos meses, al igual que el nuestro. Sin embargo, en el nuestro no sólo no se
hace caso a la ley, sino que inclusive ninguna institución se atreve a detener
la ilegalidad, pues de sobra es conocido como todos los partidos políticos se
encuentran ya con innumerables desplegados en los medios de comunicación y como
las actividades proselitistas acaparan el tiempo de los cuatro candidatos de
los distintos partidos; uno de ellos sin siquiera todavía pertenecer a un partido
político y dos con importantes responsabilidades administrativas públicas, que
obviamente no se están atendiendo a cabalidad.
Mientras todo esto pasa, la propaganda del partido
oficial se esfuerza por tratar de convencernos que la democracia se ha
fortalecido y el cambio debe continuar.
Pero lo que las acciones demuestran es que nunca antes, como en los
últimos dos años, ha habido un deterioro tan fuerte de la institucionalidad
democrática, ni una acción tan deliberada del partido oficial de tratar de
controlar y subordinar las instituciones del Estado.
¿Que dirían nuestros niños, si pudieran comprender
el país que les estamos heredando?
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