Lunes 21 de abril de 2008
Gálatas 5, 14; 22, 6- 9
Me
levanté especialmente “espiritual”.
Como que estaba en otra dimensión, donde los problemas no me pueden
alcanzar. Raro, tenemos tantos
problemas y aún así estoy en gozo.
Siento que hoy es un nuevo amanecer y le pedí al Señor que así sea y que
los abogados que hemos contactado nos den la pausa… que todo está en las manos
del Señor. Me contestó:
14 ... La Ley entera se resume en una
frase: Amarás al prójimo como a ti mismo. 22 ... el fruto del
Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad,
bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo. 6, 9 Así pues, hagamos el bien sin desanimarnos
que a su debido tiempo cosecharemos si somos constantes.
El
gozo me duró poco, pues creí que el Señor nos iba a dar una señal positiva con
los nuevos abogados de Nueva York y Brazoria; pero Peter me contestó que
necesitaba un depósito para continuar y el de Brazoria no me contestó en todo
el día.
Fui
al Santísimo dos veces. ¿Señor,
adónde estás? Pasé triste... bien triste.
Por
la noche fuimos con el grupo a misa y la sanación con el Padre Avalos. No sentí mayor cosa, sólo escuché el mensaje
que la paz viene de la Fe y yo no tenía paz y la Fe sentí que me estaba
fallando. Le pedí al Señor: ¡Señor, incrementa mi fe! Pues me estoy hundiendo.
Martes 22 de abril de 2008
Pensamientos de San agustín 257, pág. 69
Marcos 9, 23-24
Me
levanté y me postré ante el Señor, rezando el Rosario de La Llama del Amor;
Sylvia Regina estaba conmigo. El
Espíritu Santo me hizo leer a San Agustín.
257 No se aleja uno de Dios por las
regiones, sino por los afectos, ¿Amas a Dios? El está cerca, ¿Le aborreces?
Está lejos.
Luego
me dijo bien claro y con mucho amor:
23 Jesús le dijo: ¿Por qué dices: «Si
puedes»? Todo es posible para el que cree. 24 Al instante el padre
gritó: «Creo, ¡pero ayuda mi poca fe!
Luego
comprendí que el Señor lo que estaba haciendo era incrementando mi Fe. San
Agustín me había dicho también:
254 El mismo
conocimiento o inteligencia es saber que no debes lisonjearte de tus méritos,
ni presumir de la impunidad del pecado. Lo primero es que te reconozcas
pecador.
Hoy no
pasó nada. Los bancos no contestan
y el tiempo pasa... Estoy triste.
Fui
a misa y estaba triste. Estoy
triste, pues no veo la mano del Señor que me levanta, para no hundirme. Me cuesta pedir por los demás, si yo
mismo siento que me estoy hundiendo y no me salva. En la noche, en el Rosario, Sylvia Regina se dio cuenta de
esto y me recordó que había que pedir por los demás... pero no me sale. Es más, en la misa sentí una tristeza de
muerte.
Hoy
almorcé con el fundador de la cadena de Domino’s Pizza. Contó que él se levanta a las 3:50 a.m.
a hacer ejercicio y durante el ejercicio reza los cuatro Rosarios. Que de bien joven sentó sus prioridades
de qué es lo que lo iban a hacer feliz y dijo: 1- Espiritual (salvar su alma); 2- Social (su familia); 3- Mental (usar su mente más del 20% normal); 4- Salud y; 5- Dinero. Dijo que en la Universidad que él ha
fundado el 20% de los estudiantes van a misa todos los días. Yo le preguntaba
al Señor: ¿Señor y qué es lo que quieres que yo haga? ¿Para qué me has
preparado?
Miércoles 23 de abril de 2008
Salmo 121
Salmo 122
Estaba
bien triste y no me quería levantar. El Señor me dijo:
1 Dirijo la mirada hacia los montes:
¿De dónde me llegará ayuda? 2 Mi socorro me viene del Señor, que
hizo el cielo y la tierra. 3 No deja que tu pie dé un paso en falso,
no duerme tu guardián; 4 jamás lo rinde el sueño o cabecea el
guardián de Israel. 5 El Señor es tu guardián y tu sombra, el Señor
está a tu diestra. 6 Durante el día el sol no te maltratará, ni la
luna de noche. 7 Te preserva el Señor de todo mal, él guarda tu
alma. 8 El te guarda al salir y al regresar, ahora y para siempre. 122, 1 Me puse
alegre cuando me dijeron: «¡Vamos a la casa del Señor!» 2 Ahora
nuestros pasos se detienen delante de tus puertas, Jerusalén. 8 Por
mis hermanos y por mis amigos quiero decir: «¡La paz esté contigo!» 9 Por
la casa del Señor nuestro Dios, pido para ti la felicidad.
Sylvia
Regina vino y me preguntó si Guayo iba a ir al Retiro y comprendí que era el
Espíritu Santo diciéndome que tenía que ir a visitar a Guayo para convencerlo
de ir. Comprendí también que la Palabra de hoy era para él también. Por la tarde me reuní con él y antes de
eso me fui al Santísimo a pedirle Palabra para él, para que le pudiera decir
algo que lo convenciera de ir al Retiro. El Señor me dijo que le dijera: 1 Corintios 13, 1-13.
1 Aunque hablara todas las lenguas de
los hombres y de los ángeles, si me falta el amor sería como bronce que resuena
o campana que retiñe. 3 Aunque repartiera todo lo que poseo e incluso
sacrificara mi cuerpo, para gloriarme, si no tengo amor, de nada me sirve.
Me
reuní con él y le leí los Salmos y lo que le mandaba a decir el Señor desde el
Santísimo... y cuando terminé, me dijo: “está bien, voy a ir”. ALELUYA!
ALELUYA! ALELUYA! Me sentí súper
contento y ya no quería hablar más, por miedo a que me fuera a decir que mejor
ya no. Pero no fue así, hablamos
de otros temas y bien cordialmente. ¡ALELUYA! La reunión fue súper positiva.
Jueves 24 de abril de 2008
Malaquías 3, 1
Fuimos
a misa temprano. Después me vine a
orar, aceptando la decisión del Señor que si los Bancos no han contestado algo,
es porque esa es Su voluntad. Me
dijo:
1 Estoy para enviar a mi mensajero, al
que despejará el camino delante de mí; pues pronto entrará en su santuario el
Señor que ustedes piden.
Viernes 25 de abril de 2008
Me
levanté temprano y pasé por Guayo para ir al Retiro de Iniciación en el
Espíritu Santo. Yo iba bien
ilusionado de poder “sentir” el amor de Dios y me alegré de ver que Guayo iba
igual. Me llevé el agua bendita
exorcizada y aproveché para exorcizar su apartamento, antes de irnos. Ahí estaba la Chelo (una sirvienta de
muchos años de la familia) y estaba igualmente feliz que nosotros íbamos a un
Retiro (pues ella es un alma de Dios); lo cual fue como un signo de Dios
manifestando su alegría.
Comenzamos
el Retiro y la primera plática me hizo ver que por lo que yo estaba pasando con
esto que los Bancos se tardan en resolver, cualquier cosa, era mi
“Getsemaní”. Era necesario que
pasara por esto para después “resucitar gloriosamente”. Como me acaba de decir la Virgen por
medio de Sylvia Ann. Después, en
la tercer charla, comprendí que estamos hechos de cuerpo, alma y espíritu. Que el “alma” es nuestro espíritu, sin
el Espíritu Santo (o sea nuestra “personalidad”) y que por obra del bautismo, el
Espíritu Santo está empotrado o perpetuado en nuestro espíritu y si lo dejamos
(o más bien no lo “entristecemos”, como dice San Pablo), El puede ayudarnos a
corregir nuestro propio “yo”; para que sea lo que Dios originalmente planeó que
fuéramos o sea restaurar nuestra semejanza a Dios. Por la noche, sentí una gran liberación para toda la
familia.
Sábado 26 y domingo 27 de abril de 2008
Isaías 9, 1-3
Habacuc 2, 3
Santiago 4, 10
Nos levantamos temprano y me puse a orar. Resé un Rosario de La Luz y un Rosario. Después, todavía tuve
tiempo y seguí orando. El Señor me
dijo:
1 El pueblo que
caminaba en la noche divisó una luz grande; habitaban el oscuro país de la
muerte, pero fueron iluminados. 2 Tú los has bendecido y
multiplicado, los has colmado de alegría. Es una fiesta ante ti como en un día
de siega, es la alegría de los que reparten el botín. 3 Pues el yugo
que soportaban y la vara sobre sus espaldas, el látigo de su capataz, tú los
quiebras como en el día de Madián.
El Retiro continuó y vino el momento de sanación. Pero no sentí nada físico, pero sí el
Espíritu Santo me dijo que había habido una limpieza y sanación espiritual. Como que el Señor entró en Guayo, Sylvia
Regina y en mí y sanó todo nuestro interior. En el almuerzo, el Señor me dijo:
Pues la visión se realizará en el tiempo señalado:
marcha hacia su cumplimiento y no dejará de cumplirse.
Por la tarde tenía una gran expectativa, sobre la efusión del Espíritu
Santo. Le había pedido al Señor,
todo el Retiro, que me hiciera sentir su amor. Pasé una gran decepción, pues vino la hora de la efusión del
Espíritu Santo y no sentí nada. Es
más, me sentí después de eso más triste; más sin esperanza y eso me confundió. Después vino el ejercicio de la última
cena y ahí el Señor se desbordó y me dio lo que tanto le había pedido. Sentí que el servidor que se estaba
preocupando por mí era Jesús y después Ernesto (el servidor) me dijo: “Don
Roberto, dice el Señor que:
El ha escuchado la oración que usted hace todos los
días al nomás levantarse. Que no se preocupe porque El está protegiendo a toda
su familia y a sus hijos. Que El los ha liberado de grandes peligros y que todo
se va a resolver muy pronto.
A la salida de la reunión, venía súper contento y me dijo:
4, 10 Humíllense
delante del Señor y El los levantará.
Por la noche nos reunimos a platicar con Sylvia Regina (ella iba
sirviendo en el ministerio de alabanza) y me dijo que a ella, el Señor le había
dicho, 2 Corintios 9,:
10 «Dios da la
semilla que se siembra y el pan que los alimenta y también les dará a ustedes
todo lo necesario y hará que cada vez tengan más y más, para que puedan ayudar
a otros.»
Le comenté que yo no me sentía “súper contento”, sino que sentía “algo”
de tristeza.
Al día siguiente, domingo, me levanté temprano y me fui a rezar el
Rosario por todos los jardines de la casa de Retiro (eran como las cinco de la
mañana). El Señor me regaló una
salida del sol espectacular, en el horizonte. Me sentí en un “nuevo amanecer” y “consentido” del Señor
(ahora comprendo que todos somos consentidos de Dios, por eso nos creó. Todos somos sus “consentidos”, como que
solo nosotros existiéramos).
En la siguiente charla, de Mauricio, comprendí que lo que tenía era un
“espíritu de tristeza” y que lo que tenía que hacer es reprenderlo con la
oración y mandarlo cautivo y ciego a los pies de la cruz de Cristo. Pedirlo en el Nombre Poderoso de Jesús
de Nazareth y que se quede ahí, a las órdenes de La Virgen Santísima y de Jesús
de Nazareth (no se debe pedir a en el nombre se solo Jesús, sino de “Jesús de
Nazareth”, pues Jesús hay muchos, pero solo uno “de Nazareth’). Así lo hice y la tristeza desapareció. ¡GLORIA A DIOS!
Al final del Retiro di mi testimonio, después del de Guayo y agradecí
mucho al Señor por sus bendiciones a nuestra familia. Después fui a sanación, a la Capilla y
una señora se me acercó y me dijo que había recibido una Palabra para mí el día
anterior y que era, Salmo 105, 1-9:
¡Den gracias al Señor, su nombre invoquen, entre los
pueblos anuncien sus hazañas! 2 Cántenle y toquen para él, y mediten
todos sus prodigios. 3 Siéntanse orgullosos de su santo nombre, y
alégrense los que buscan al Señor. 4 ¡Busquen al Señor, esto será su
fuerza, busquen su cara sin cesar! 5 ¡Recuerden las maravillas que
realizó, sus prodigios, las sentencias que pronunció, 6 raza de
Abrahán, su servidor, hijos de Jacob, su elegido! 7 El es el Señor,
es nuestro Dios, sus decisiones tocan a toda la tierra. 8 Se acuerda
siempre de su alianza, de la palabra impuesta a mil generaciones, 9 del
pacto que con Abrahán concluyó, y de su juramento a Isaac.
Y además, Salmo 106, 1-9:
¡Aleluya! Den gracias al Señor porque él es bueno,
porque su amor perdura para siempre.
Después, en la última reunión, la visita a la Virgen; Ella marcó mi
corazón y me dijo:
¡No tengas miedo! ¿No estoy yo aquí? Que soy tu Madre!
Se me olvidaba decir, que en el almuerzo, el Señor me envió el siguiente
mensaje, Isaías 51, 11:
¡Alegría y felicidad los acompañarán y lejos quedarán
las penas y los suspiros!
"En nuestros sentimientos
y en nuestras relaciones con el prójimo,
hagamos pasar a Dios delante de todo;
buscando en todo una sola cosa:
ser y hacer lo que es más agradable a Dios."
Beato Carlos de Foucauld
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