Quizás el porcentaje de la población que fue a la celebración de
la independencia en San Salvador, el pasado domingo 15 de Septiembre, no fue
mucha.
Quizás eran más los que andaban tratando de “evitar” el desfile y más
bien cruzar “al otro lado” de la ciudad, que los que estaban presenciando las
celebraciones con un sentimiento de patriotismo y amor a la patria que los vio
nacer.
Quizás algunos, como era domingo y no hubo vacación especial, ni
se dieron cuenta de lo simbólico del día y lo importante que es celebrar esa
fecha histórica.
Quizás, desgraciadamente algunos no puedan apreciar cuáles son los
beneficios de la independencia, pues no gozan de un empleo y estarán pasando
por grandes necesidades económicas, que los hace preguntarse y ¿Cuál es el beneficio
de la independencia, si mi familia no tiene lo necesario?
Sin embargo, el ambiente del pasado domingo era como que todo San
Salvador se hubiera convertido en un “gran parque”, para que todos los
salvadoreños pudieran disfrutar de él; que es algo que ya poco podemos hacer,
debido a los niveles de violencia y confrontación política en que hemos caído.
Para los que pudimos asistir, el desfile y sus alrededores nos
hizo recordar el lema escrito en nuestra bandera: DIOS-UNION-LIBERTAD.
Indudablemente que ahí estaba presente DIOS, “Padre Nuestro” o sea
de “todos” los salvadoreños y aunque no lo veíamos, se podía sentir su
presencia y complacencia porque sus hijos, independientemente de sus
diferencias, estuvieran reunidos, alegres y sin violencia; lo que hacía experimentar
esa paz tan especial que reinó en esa mañana, por donde iban pasando esos
hombres y mujeres con uniformes de batalla y lo cual hacía recordar que todos
somos hermanos; hijos de Dios… “templos del Espíritu Santo”, como nos recuerda
la Palabra de Dios y que por tanto debemos amarnos y ayudarnos los unos a los
otros; en contraposición a tanta violencia y polarización en que hemos caído.
También se podía sentir UNION. Todos los asistentes nos pudimos identificar con esos
valores patrios reflejados en las caras pintadas de los soldados que marchaban
con la vista en alto y en forma disciplinada, pero con respeto a los demás; lo
que nos recordaba lo dispuesto que debemos estar a sacrificar nuestros propios
intereses, para anteponer los de nuestros hermanos compatriotas.
En contraposición a lo que estamos experimentando, sobre todo en
esta campaña electoral en que ya estamos inmersos y donde, cada vez más, se olvida
de los derechos de los demás y prevalece el sentimiento de que “todo vale”, con
tal que nuestro partido político gane la presidencia; olvidando que lo primero
que un partido político debe promover es la unidad de todos los sectores, pues
el país es de todos y no solo de unos pocos.
Se podía sentir LIBERTAD.
Los que quisimos ir, pudimos ir.
Los que quisieron quedarse en sus casas, lo pudieron hacer. Las autoridades públicas pudieron
asistir sin ser amenazadas en su integridad. Todos, incluyendo las mujeres y hombres que participaron en
el desfile respetaron los derechos de los demás. Se podía ver como el desfile paraba su marcha, si alguna
persona o sobretodo un niño quería tomarse una foto con ellos, como recuerdo de
un simple momento; pero a la vez extraordinaria celebración.
En contraposición a lo que estamos experimentando, donde cada vez
es más difícil permanecer en nuestras propias casas o empleos sin ser
amenazados o extorsionados y donde, inclusive, la gran mayoría de salvadoreños
no tiene la libertad de poder quedarse en su país; pues se ven obligados a
emigrar en busca de nuevas oportunidades, ya que el país que los vio nacer no
se las puede ofrecer.
Al igual que los soldados, hombres y mujeres, que desfilaron el
pasado domingo, la mayoría de nuestros dirigentes políticos deben aprender a
inspirar en las futuras generaciones, los mismos valores de disciplina y amor
patrio. Por sobre todo, dejar
claro, con su comportamiento, que el lema en nuestra bandera no es solo un
adorno; sino un anhelo de todos los salvadoreños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario