Hasta el momento, para las elecciones presidenciales
hemos estado acostumbrados a dar nuestro voto por un partido político. Nuestra “confianza” partidaria ha sido
de tal forma, que hemos dejado la responsabilidad de elegir cual es la persona
más adecuada para ser presidente a las personas que dirigen los partidos
políticos; creyendo que ellos tienen mayor conocimiento y capacidad para elegir
al candidato más adecuado.
Sin embargo, la realidad democrática se ha ido imponiendo
y lo anterior ha ido quedando en evidencia que no es la mejor alternativa, de
tal forma que actualmente, hasta se habla de cambiar las papeletas para que estas
incluyan, ya no la bandera de los partidos políticos, sino la foto de los candidatos. Inclusive, la “democracia”, por sí
sola, ha reclamado bastante más, pues ahora todos los candidatos sienten la
necesidad de presentar sus “planes de trabajo” o “de gobierno” o sea, qué es lo
que harán en caso de llegar a ser presidentes; lo cual da un mejor conocimiento
de lo que podemos esperar para nosotros mismos, en caso que cualquiera de los candidatos
llegue a ganar.
Consecuente con lo anterior, se anuncia que muy
pronto, todos los candidatos presidenciales darán a conocer sus “planes de
gobierno”. Es seguro que con
él, todos tratarán de convencernos
de tener el mejor “plan” para: eliminar la violencia, mejorar la educación y la
salud, generar más y mejores empleos e inclusive volver a El Salvador un “ejemplo
de país”.
De seguro, todos estarán encaminados a hacernos pensar
que “algo” de “su plan” nos va a personalmente beneficiar, con el propósito que
le demos nuestro voto al candidato que lo está proponiendo.
Con respecto a evaluar los candidatos por medio de
su propuesto “plan de gobierno”, lo que nos demuestra la experiencia de los
últimos períodos presidenciales es que tampoco estos son ninguna garantía de lo
que se puede esperar de un candidato, en caso que llegue a ser presidente; pues
lo que se ha experimentado, desde que se comenzó con esta práctica, es que ninguno
de los presidentes ha cumplido con el plan que inicialmente propuso como
candidato; independientemente de las razones que luego haya tratado de explicar
para no cumplirlo, por lo que no debemos esperar que en el próximo período ocurra
nada distinto.
Luego el “plan de gobierno” de un candidato, tampoco
es ninguna garantía de su futuro desempeño como presidente.
Lo único que nos queda, entonces, para evaluar con
un buen grado de certeza, cual es el candidato que podría ser el mejor
presidente, es el evaluar al candidato en sí, independientemente a que partido
político pertenezca o que “plan de gobierno” pudiera presentar; puesto que ya
hemos visto que ninguno de estos son garantía como tal.
Es entonces que el Dr. Norman Quijano toma ventaja,
con el resto de sus competidores, pues la mejor forma de evaluar el
comportamiento futuro de una persona es evaluar su comportamiento pasado y al
revisar su comportamiento pasado, él es el único candidato, entre los tres
principales contendientes, que ha mantenido una experiencia de vida de respeto a
la ley y los principios democráticos; sin tratar de aprovechar los cargos
públicos para beneficio propio o de su partido y siempre procurando el mejor
bienestar para la mayoría de los salvadoreños.
El día de las elecciones todavía está a más de seis
meses. Podría pensarse que algo pudiera
faltar para tomar una mejor decisión de voto, pero la verdad es que las
actuaciones personales en el pasado, de los actuales contendientes, no pueden
ser borradas, ni cambiadas y como se ha explicado anteriormente; la única
garantía que tenemos del comportamiento futuro de un candidato, es su
comportamiento pasado.
"La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida, mirando hacia adelante."
Soren Kierkegaard
No hay comentarios:
Publicar un comentario