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Canonización de Monseñor Romero

viernes, 7 de septiembre de 2012

Cronología de un Milagro - Diciembre 2005-III


Lunes 19 de diciembre de 2005

No pude orar, pues me fui a la oficina temprano. Estaba esperanzado en que me iban a autorizar el sobregiro en el Banco, para de así poder solventar los pagos pendientes para finalizar el año.  Hablé por teléfono y me dijeron que me lo habían denegado.  Me sentí bien mal, pues ya no tenía otra alternativa, excepto pedirle a quien le vendimos las máquinas, que me adelante alguna cantidad en sus pagos.  Pero me sentí bien mal, abandonado por Dios y confundido, pues me siento como en el “calvario”, con una cruz pesada y el tiempo se me hace largo.  Por el otro lado, Vidal no me llamó y no pude hablar con él y mañana se va de vacaciones o sea que todo se vuelve a paralizar.  Le preguntaba al Señor ¿Hasta cuándo Señor, hasta cuándo?
Almorzamos todos juntos, como no lo habíamos hecho en mucho tiempo: Ariana y Luigi, Sofía y Poncho, Camila y Eduardo y Roberto Adriano.  Le di gracias a Dios por esa bendición y le pedía que alegrara mi corazón; pues la tristeza me dominaba al saber que íbamos a tener otra Navidad triste y sin esperanza; pues hasta me comenzó a entrar la duda de si íbamos a resolver el juicio favorablemente.
Me reuní con Javier y le hice la solicitud, confiando en el Señor que El nos va a resolver el problema.  Me fui a misa y casi me caigo del cansancio, pues me sentía bien deprimido; sin ganas de orar y platicarle al Señor. Aún así fui al Santísimo.  Le suplicaba que aumente su misericordia, pues el dolor que siento es inmenso.  Me fui a la cama temprano, desvastado y sin querer hacer nada; sólo con la esperanza puesta en el Señor, pero sabiendo que la espera iba a ser larga, pues todavía faltaba bastante.

Martes 20 de diciembre de 2005

Pensamientos de san agustín (257)
Marcos 9, 35
Efesios 1, 15-20

Me levanté a orar, pidiéndole al Señor que me hablara y me guiara. Me dijo: ¿Quieres que tu oración vuele a Dios? Ponte dos alas: el ayuno y la limosna.  35 Entonces se sentó llamó a los doce y les dijo: “Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos.”   15 He sabido cómo ustedes viven en Cristo Jesús la fe y el amor para con todos los santos, quiero decir, para con los hermanos. 18 Que les ilumine la mirada interior, para que entiendan lo que esperamos a raíz del llamado de Dios, qué herencia tan grande y gloriosa reserva Dios a sus santos, 19 y con qué fuerza tan extraordinaria actúa a favor de los que creemos. Es la misma fuerza todopoderosa 20 que actuó en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo hizo sentar a su lado en el mundo de arriba.  ¡Espero en Ti Señor!  ¿A quién iremos? si sólo tú tienes ¡palabras de vida eterna!
Me siento desconsolado, adolorido, pero tengo mi Esperanza puesta en el Señor, confiado de las palabras de Sto. Tomás Moro que dice que: “Todo lo que me pasa es porque Dios lo quiere y si Dios lo quiere, por muy mal que me parezca, siempre será lo mejor”.
Vino Javier y pude conseguir dinero para solventar los problemas inmediatos – ¡Gloria a Dios!  Por la tarde fuimos a comprar los “cuetes” de Rober y … me salió la mitad de lo que yo había calculado, ¡Gloria a Dios!  Creí que no me iba a alcanzar el dinero y me sobró. Nos fuimos a la oficina y pasamos juntos toda la tarde.  Por la noche nos reunimos en la casa de mi mamá y todo fue alegría y hermandad, cantamos villancicos e hicimos las posadas … ¡Como antes! ¡Gloria a Dios!  En un momento dado, mi mamá exclamó de su corazón: “Así me gusta ver a mi familia, feliz y contenta.”  Era lo que el Señor estaba esperando, pude sentir la presencia del Espíritu Santo, obrando en todos nosotros – ¡Gracias Señor!

Miércoles 21 de diciembre de 2005

Malaquías 3, 23-24; 2, 13-

El Señor me dijo: 23 Les voy a enviar al Profeta Elías antes que llegue el día de Yavé, que será grande y temible. 24 El reconciliará a los padres con los hijos y a éstos con sus padres, para que cuando yo llegue, no tenga que maldecir a este país. 13 … Yavé se niega a mirar sus ofrendas y no quiere recibírselas, ustedes se ponen a llorar y a gemir abriendo con lágrimas el altar 14 y luego se preguntan: «¿Por qué será? Porque Yavé ha visto cómo tú traicionas a la esposa que tomaste cuando joven. Ella ha sido tu compañera y con esta mujer te habías comprometido. 15 ¿No ha hecho Dios de ambos, un solo ser que tiene carne y respira? Y este ser único, ¿Qué busca sino una familia dada por Dios? No traiciones, pues, a la mujer de tu juventud. 16 Odio el divorcio, dice Yavé, Dios de Israel y al que hace el mal sin manifestar vergüenza. Tengan pues mucho cuidado y no cometan tal traición. 17 Ustedes aburren a Yavé con sus discursos y todavía dicen: ¿En qué le hemos molestado?» Ustedes lo molestan cuando afirman que Yavé mira complacido a cuantos actúan mal, ya que les va bien en todo o cuando se preguntan: ¿Dónde está el Dios que hace justicia? No comprendí el sentido de la palabra de hoy.
Me reuní con Alex y tuvimos una reunión negativa.  Lo sentí bien negativo y desesperado, esto me puso triste.
En la oficina no pasó nada.  Me fui a misa a implorarle al Señor que me guíe en el camino a seguir y que aumente su misericordia. También tuve un momento negativo con Sylvia Regina, antes de acostarnos, al momento de orar; me sentí triste. “¿Señor, adonde estás? Déjame ver tu rostro, incrementa mi fe”.

Jueves 22 de diciembre de 2005
1 Samuel 17, 36; 46-47
Lucas 1,

Me levanté a orar con la “agenda abierta” para que el Señor me hablara.  El Espíritu Santo me iluminó para comprender que, en caso que se venda la planta, no quedaríamos tan mal a corto plazo, como yo estaba pensando y que es lo que me preocupaba.  Además me dijo:  36 Y añadió David: “Yavé, que me ha librado de las guerras del león y del oso, me librará de las manos de este filisteo.” 46 Hoy te entregará Yavé en mis manos, te derribaré y cortaré la cabeza. Y hoy mismo daré tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a las aves de rapiña y a las fieras salvajes. Toda la tierra sabrá que hay un Dios en Israel, 47 y sabrán todas estas gentes que Yavé no necesita espada o lanza para dar la victoria, porque la suerte de la batalla está en sus manos. 
Hoy cerramos el año con todos los empleados, pues era el último día de trabajo.  Al final de la oración les dije que le diéramos gracias al Divino Niño Jesús, porque en este año El había nacido en la empresa y que en vista de esto, muy pronto se iba a arreglar todo. Que lo que había que hacer también era abrirle nuestro corazón, para que también nazca en cada uno de nosotros, así como decía el evangelio de hoy: 46 … Proclama mi alma la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador. 54 Socorrió a Israel, su siervo, se acordó de su misericordia. 55 Como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham y a sus descendientes.  Todos nos sentíamos muy contentos, el Señor estaba con nosotros.  Al final, le pudimos dar a todos, por lo menos, “El Pan de cada día.”

Viernes 23 de diciembre de 2005

Lucas 20, 35-36
Salmo 110, 4-5
Miqueas 5, 2-4

Me levanté a orar, triste y melancólico, pero con esperanza en el Señor, comprendiendo que si El no nos ha querido componer las cosas, es porque no nos conviene todavía.  Le pedí al Señor que me hablara, que incremente mi fe… Me dijo:  35 Pero los que sean juzgados dignos de entrar en el otro mundo y de resucitar de entre los muertos, ya no toman marido ni esposa. 36 Además ya no pueden morir, sino que son como ángeles. Son también hijos de Dios, por haber nacido de la resurrección. 4 Juró el Señor y no ha de retractarse: “Tú eres para siempre sacerdote a la manera de Melquisedec.” 5 A tu diestra está el Señor, aplasta a los reyes en el día de su cólera. 2 Por eso, si Yavé los abandona es sólo por un tiempo, hasta que aquella que debe dar a luz, tenga su hijo. Entonces el resto de sus hermanos volverá a Israel. 4 El mismo será su paz.  En la oficina no pasó nada, me pasé todo el día tratando de cubrir el resto de la planilla de los empleados y al final: “El Señor proveyó”, pues pudimos darle a todos lo suficiente para que tuvieran una Navidad contenta.

Sábado 24 y 25 de diciembre de 2005

Me levanté a preparar el programa, sentí una gran “efusión” del Espíritu Santo durante todo el programa y el Señor quiso que diera mi testimonio del nacimiento del Niño Jesús en la empresa y todas las bendiciones que eso nos está dando.  
Pasamos la Navidad en familia, fuimos a misa de 6:00 p.m. en Sta. Elena y la misa estuvo bien bonita.  Sofía y Poncho estuvieron con nosotros.  Después fuimos donde mis papás y después aquí en la casa que vinieron todos los Escobar.  Al día siguiente nos levantamos a abrir regalos y fuimos a almorzar todos adonde Carmen Elena.  No llegó Alex y Guayo y Olguita llegaron ya tarde.
Permanecía en mí una gran tristeza, tanto el día de ayer como hoy.  Una tristeza como implorando a Dios su misericordia para toda la familia; pues todos nos sentimos ya cansados. Tengo Fe y eso es lo que me sostiene, que cuando El quiera, todo se va a componer.

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