Domingo 1 de enero de 2006
Ya no hicimos nada, me levanté a orar lo mismo
que los otros días. Realicé que pude
leer más del libro de “Dios te Salve Reina y Madre”. No he leído la Palabra del Señor, no he comulgado desde el
miércoles, me sentía bien lejos del Señor.
Fuimos a misa de 7:30 p.m. en Cristo Redentor y
me sentí contento de recibir al Señor en mi corazón. Le di gracias por todas sus bendiciones durante el año.
Lunes 2 de enero de
2006
Job 20, 7-17
Salmo 139, 1-23
Romanos 16, 25
Tuve un sueño y
el Espíritu Santo me despertó para que me diera cuenta que era una iluminación
suya. Soñé que estaba entrando a
una empresa que acabábamos de comprar, una empresa grande e importante y todo
era alegría y triunfo en el Señor. Me levanté a orar, cansado y preocupado, pero confiado en
Dios que todo va a salir adelante y dentro de muy poco. Me dijo: 7 ¿Por qué siguen viviendo los malvados, prolongan sus días y
se van haciendo fuertes? 17 Será verdad que se apaga la lámpara de
los malvados y cae sobre ellos la desgracia? ¿Y que Dios en su ira los
destruye? 1 Señor, tú me examinas y conoces. 2 Sabes si
me siento o me levanto, tú conoces de lejos lo que pienso. 4 Aún no
está en mi lengua la palabra cuando ya tú Señor la conoces entera. 7
Adónde iré lejos de tu espíritu, adónde huiré lejos de tu rostro? 8
Si escalo los cielos tú allá estás, si me acuesto entre los muertos, allí
también estás. 23 Examíname oh Dios, mira mi corazón, ponme a prueba
y conoce mi inquietud; 24 fíjate si es que voy por mal camino y
condúceme por la antigua senda.
No tenía nada
que hacer, en la oficina no pasó nada. Me fui a misa, a refugiarme en el Señor, pues me sentía solo
y olvidado; sin saber qué será de mí en los próximos meses… mi única confianza
es el Señor.
Cenamos sólo
Sylvia Regina, Camila y este servidor. Por la noche le decía al Señor ¿Adónde estás que no te
siento? Por la noche me puse a orar y me dijo: 25 … se está descubriendo el plan misterioso mantenido oculto
desde tantos siglos, 26 y que acaba de ser llevado a la luz mediante
los libros proféticos. Esta es la decisión del Dios eterno y todas las naciones
tendrán que aceptar la fe. 27 A Dios, el único sabio, por medio de
Cristo Jesús, a El sea la gloria por siempre! Amén. No comprendí qué es lo que me quería
decir y me preocupé más, pues sentí que no me estaba comunicando con Dios.
Martes
3 de enero de 2006
2 Macabeos 3, 23-27
No pude orar, pues me levanté algo tarde y cansado y además me tenía que ir a la oficina temprano, pues tenía que regresar rápido para llevar a Camila al aeropuerto, que hoy se iba. Me sentí triste todo el día, sin escuchar al Señor, como que no me quiere hablar. Tenía bastante tiempo de no sentirme así de olvidado por El. Al terminar el día me fui a orar enfrente del Divino Niño Jesús de la oficina, suplicándole su misericordia para con todos los empleados, que siguen orando y confiando en El. Le pedí que me diera una demostración, que incrementara mi Fe. Me dijo: 23 Heliodoro comenzó a ejecutar lo que había decidido. Estaba ya con su guardia junto al Tesoro, 24 cuando el Señor de los Espíritus y de todo poder hizo que se produjera una gran manifestación, y todos los que con Heliodoro se habían atrevido a acercarse, pasmados ante el poder de Dios, quedaron sin fuerza ni coraje. 25 Se les apareció un caballo con una riquísima montura y sobre él, un terrible jinete; lanzándose con ímpetu levantó contra Heliodoro sus patas delanteras. El jinete parecía tener armadura de oro. 26 Aparecieron también dos jóvenes robustos y hermosos, magníficamente vestidos, que poniéndose a ambos lados de Heliodoro, lo azotaban sin cesar, moliéndolo a golpes. 27 Heliodoro cayó en tierra envuelto en una gran oscuridad; entonces lo tomaron y lo llevaron en camilla. Tampoco comprendí nada y sentía como un gran “desierto” de silencio del Señor. Me fui a misa a orar.
Miércoles
4 de enero de 2006
Juan
21, 7; 15-17
Me levanté a
orar, suplicándole al Señor que no me deje solo y me vuelva a hablar, pues
tengo ya bastantes días de no “oír” su voz… Su Voluntad, Su Palabra. Me dijo: 7 El discípulo al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: «Es el
Señor.» 15 Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes
que te quiero.» Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.» 16 Le
preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a
contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.» Jesús le dijo: «Cuida de mis
ovejas.» 17 Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de
Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por
tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que
te quiero.» Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.» Comprendí que el Señor me tiene
en este “desierto”, donde no ocurre nada, ni siento que me habla, para
incrementar mi amor hacia El, para que me deposite totalmente en El… y para
que, cuando todo se componga, me vuelva su evangelizador. “Ay
de mí si no lo hago”, como decía San Pablo. Después de misa fuimos a cenar
solos con Sylvia Regina, como teníamos ya tiempo de no hacer. El Señor estuvo con nosotros, pues
además, nos salió barato.
Jueves
5 de enero de 2006
Jeremías
51, 20-64; 52, 33-34
Le pedí al
Señor que me orientara y me hiciera oír su voz. Me dijo: 20 Yo te usé como un
martillo, como una maza para el combate. 21 Contigo aplasté
naciones, contigo destruí reinos, contigo derribé al caballo y al jinete, al
carro de guerra y al que lo monta. 22 Contigo golpeé a hombres y
mujeres, al viejo y al muchacho, al joven y a la doncella. 23
Contigo aplasté al pastor y su rebaño, al labrador y su yunta. 24
Pero le devolveré a Babel y a todos los caldeos en presencia de ustedes, dice
Yavé, todo el mal que hicieron a Sión. Ya vengo a ti, cerro destructor, que
arruinabas la faz de la tierra. 25 Apenas extienda mi mano contra ti
te haré rodar de lo alto de las rocas y te convertiré en un cerro quemado.
Jamás sacarán de ti una piedra de cimientos, 26 ni tampoco buscarán
piedras para volver a edificarte. Serás un montón de ruinas, para siempre,
porque así lo ha dicho Yavé. 29 La tierra tembló y se estremeció
porque se cumplió lo que Yavé había decretado contra Babilonia: reducir el
territorio de Babilonia a un desierto despoblado. 61 Y Jeremías dio
esta orden a Seraías: «Cuando llegues a Babilonia, cuida de leer en voz alta
todo esto y agrega: 62 “Yavé, tú has declarado respecto a este lugar
que será destruido de manera que nadie lo vuelva a habitar y que quede
arruinado para siempre.” 63 Terminado de leer el libro, lo atarás a
una piedra y lo tirarás al Eufrates, 64 diciendo: “Así se hundirá
Babilonia y nunca se levantará de la ruina que yo traigo sobre ella.” 33
Joaquín dejó sus ropas de prisionero y, en adelante, se sentó a comer en la
mesa del rey. 34 Su mantenimiento fue siempre asegurado por el rey
de Babilonia, día a día, hasta su muerte, mientras vivió.
En la oficina
no pasó nada, silencio absoluto de parte de todo el mundo. Nos reunimos con Alex y la reunión fue
positiva. Me contó que había ido a
dar su testimonio el pasado jueves y entonces comprendí La Palabra de hoy y los
ataques que habíamos estado teniendo de satanás y el motivo de las reuniones
negativas de los últimos días. Era
satanás que quería perturbarnos, para que el testimonio de Alex no fuera tan
productivo.
Por la noche
fuimos a la Asamblea de Encuentros y me sentí triste que no nos eligieron para
ninguna secretaría. Le ofrecí al
Señor mi desconsuelo.
Viernes
6 de enero de 2006
Lucas
20, 46-47
Volví a
amanecer triste. A mi tristeza de
que nada sucede en el trabajo, ahora le tenía que agregar la tristeza que no
nos habían elegido para ninguna Secretaría. Mi tristeza no me viene de no tener resultados o de que no se
nos tomó en cuenta; sino viene de sentirme olvidado del Señor, que pareciera
que no me escucha y que ahora no sirvo ni para servirle. Me contestó: 46 “Cuídense de esos maestros de la Ley a los que les gusta
llevar largas vestiduras y ser saludados en las plazas y ocupar los puestos
reservados en las sinagogas y los lugares de honor en los banquetes. 47
Se introducen con sus largas oraciones y luego devoran los bienes de las
viudas. Estos tendrán una sentencia muy rigurosa.”
No supe nada de
Vidal. Me fui a ver a mi papá y
fue una reunión un tanto negativa, pues él ya no cree en nada del juicio y me
dijo que eso ya no se iba a resolver positivamente.
Por la noche
fuimos a la fiesta de 50 años de Elsa y no pude ponerme contento en nigún
momento, a pesar que me esforzaba; pero prevaleció mi momento de tristeza y de
sentirme olvidado del Señor. Sin embargo, la fiesta estuvo muy alegre. Ariana nos habló de Panamá, donde
estaban con Luigi.
Sábado
7 y domingo 8 de enero de 2006
2
crónicas 15, 1-2
Números
14, 17-18
Me levanté a
preparar el programa y después desayunamos con Mark y Lucrecia, que se habían
venido a quedar en la casa. Después
me fui al programa y estuvo bien lleno del Espíritu Santo. Por la tarde nos fuimos a “Las
Veraneras” para la reunión de todos los Escobar, que estuvo muy bonita y todos
contaron anécdotas de las distintas generaciones de la familia Escobar. Estuvo muy alegre y emotivo y sobre todo
muy educativo para todos los jóvenes; que por primera vez estaban oyendo de sus
antepasados. El testimonio más
importante fue el de Tía Gloria, que era la de más edad y que conocía todas las
anécdotas de los antepasados. Por
la noche nos reunimos todos, muy alegres, pero mi tristeza prevalecía. Me retiré a orar, buscando al Señor y
preguntándole o más bien solicitándole que me consolara con su Palabra. Me dijo: 1 Vino entonces el Espíritu de Dios sobre Azarías, hijo de
Obed, 2 el cual salió al encuentro de Asá y le dijo: «¡Escúchenme
ustedes, Asá y toda la gente de Judá y Benjamín! Yavé estará con ustedes
mientras ustedes estén con El; si ustedes lo buscan, El se dejará hallar, pero
si ustedes lo abandonan, El los abandonará a ustedes.
El domingo fue
un día lleno de felicidad y de abandono en Dios, que el Señor nos regaló. Al
venir llamamos a Ariana y nos dijo que todo había salido bien. Me puse a orar por Ariana y Luigi,
dándole gracias a Dios por todas sus bendiciones. Me dijo: 17 ¡Demuestra más bien
tu fuerza, mi Señor! Tú has dicho muy bien: 18
Yavé es paciente y rico en misericordia. Soportas la falta y el pecado, pero no
dejas pasar la falta, porque el pecado de los padres lo castigas en los hijos,
en los nietos y en los bisnietos.
"La gracia vuelva a su autor por el mismo canal por el que ha llegado hasta nosotros o sea la misma persona que lo introdujo en el mundo, María."
ResponderEliminarSan Bernardo,