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Canonización de Monseñor Romero

viernes, 16 de noviembre de 2012

Cronología de un Milagro - Junio 2006-IV


Lunes 26 de junio de 2006

Romanos 7, 24-25; 8, 1-6

Me levanté a orar y preparamos la reunión de hoy con el grupo, que me sorprendió como el Espíritu Santo me iluminó para escoger La Palabra que convenía. Además me dijo:  24 ¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo o de esta muerte? 25 ¡Gracias sean dadas a Dios por Jesucristo, nuestro Señor! 1 Ahora bien, esta condenación ya no existe para los que viven en Cristo Jesús. 2 En Cristo Jesús la ley del Espíritu de vida te ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. 3 Esto no lo podía hacer la Ley, por cuanto la carne era débil y no le respondía. Dios entonces quiso que su propio Hijo llevara esa carne pecadora; lo envió para enfrentar al pecado, y condenó el pecado en esa carne. 4 Así, en adelante, la perfección que buscaba la Ley había de realizarse en los que no andamos por los caminos de la carne, sino por los del Espíritu. 5 Los que viven según la carne van a lo que es de la carne, y los que viven según el Espíritu van a las cosas del espíritu. 6 Pero no hay sino muerte en lo que ansía la carne, mientras que el espíritu anhela vida y paz. 
Me sentí feliz de escuchar la Palabra y de sentirme especial de Dios, por la forma en que me contestó tan específicamente a lo que me quiso hacer entender con Fernando Pacheco. Pero durante el día, volví a sentirme triste, pues John no me contestó mi e-mail del viernes y no supimos nada de lo que significa lo que pasó el viernes.  
Me reuní con Guayo y el pobre está devastado, pues siente que ya va a perder su empleo y lo encontré bien preocupado.  Yo traté de darle ánimo, diciéndole que ya se nos va a resolver el caso y que entonces lo vamos a poder ayudar poniendo un negocio juntos, pero la verdad es que en el fondo, yo también necesitaba que alguien me diera Esperanza, pues a veces también yo pierdo esa Esperanza – ¡SEÑOR, SÁLVAME!

Martes 27 de junio de 2006

2 Corintios 13, 1-4; 12, 2; 5

Me levanté a orar, cansado, preocupado, desesperado; pero esperanzado en el Señor, aunque no comprendo nada.  Me contestó:  1 Esta es la tercera vez que voy a verlos y todo asunto se decidirá por declaración de dos o tres testigos. 3 Así podrán comprobar que Cristo habla por mí. El no se muestra débil  con ustedes, sino que más bien actúa con poder. 4 Si bien su debilidad lo llevó a la cruz, ahora vive por la fuerza de Dios. Así también nosotros compartimos su debilidad, pero viviremos con él por el poder de Dios que actúa en ustedes. 2 Sé de un cierto creyente, el cual hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer cielo. Si fue con el cuerpo o fuera del cuerpo, eso no lo sé, lo sabe Dios. 5 Podría sentir orgullo pensando en ése, pero en cuanto a mí, sólo me gloriaré de mis debilidades.

Miércoles 28 de junio de 2006

Hoy no pude orar, pues nos levantamos temprano para irnos a Houston con Alex. Yo iba triste, pues Sylvia Regina no pudo ir conmigo; me sentía solo.

Jueves 29 de junio de 2006

Nos levantamos temprano para ir a misa de 7:00 a.m. en St. Ann.  Me postré ante el Señor, pidiéndole que en la reunión de hoy nos diera una luz clara de Esperanza que llevar de regreso, pensando sobre todo en mis papás, que ya están bastante deprimidos por esta situación.  Después fuimos a desayunar a La Madeleine y salió todo bien a tiempo y agradable.  Me hacía falta Sylvia Regina, que no estaba.
La reunión fue buena, pero no extraordinaria.  Estoy esperando del Señor una “sorpresa”, un regalo, algo extraordinario, que incendie mi Fe y que me haga sentirlo vivo y cerca de nosotros; pero esta no fue, pues todo sigue bien, pero a paso normal de humanos, no pude ver la mano de Dios; de forma evidente y extraordinaria.

Viernes 30 de junio de 2006

Nos dedicamos todo el día a los encargos  de compras.  Por la mañana fuimos a misa a St. Michael y nos tocó un sacerdote nuevo, que era su primera misa en St. Michael, probablemente de Filipinas, joven y simpático.  Al escuchar su homilía, se me salieron las lágrimas.
Regresando al aeropuerto, ya en el bus del car rental, recibí una llamada de Camila, diciéndome que el hijo de Rosario, Carlos Federico, se había muerto en un accidente.  Me puse a orar por su alma y por que el Señor le diera paz a Rosario… ¿Por qué pasa esto Señor?  ¿Una servidora tuya como Rosario, con un golpe tan fuerte como este?  No lo pude entender, pero El sabrá para qué.  Por la noche fuimos a la vela.

Sábado 1 y domingo 2 de julio de 2006

Fuimos a la misa del hijo de Rosario y yo canté en la misa, con el grupo de Sylvia Regina. Me sentí contento de poder ayudar a Rosario de esa forma, en su dolor y de poder servir al Señor, en un momento tan triste.

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