Lunes
26 de junio de 2006
Romanos
7, 24-25; 8, 1-6
Me levanté a
orar y preparamos la reunión de hoy con el grupo, que me sorprendió como el
Espíritu Santo me iluminó para escoger La Palabra que convenía. Además me
dijo: 24 ¡Infeliz de mí! ¿Quién me librará
de este cuerpo o de esta muerte? 25 ¡Gracias sean dadas a Dios por
Jesucristo, nuestro Señor! 1
Ahora bien, esta condenación ya no existe para los que viven en Cristo Jesús. 2
En Cristo Jesús la ley del Espíritu de vida te ha liberado de la ley del pecado
y de la muerte. 3 Esto no lo podía hacer la Ley, por cuanto la carne
era débil y no le respondía. Dios entonces quiso que su propio Hijo llevara esa
carne pecadora; lo envió para enfrentar al pecado, y condenó el pecado en esa
carne. 4 Así, en adelante, la perfección que buscaba la Ley había de
realizarse en los que no andamos por los caminos de la carne, sino por los del
Espíritu. 5 Los que viven según la carne van a lo que es de la
carne, y los que viven según el Espíritu van a las cosas del espíritu. 6
Pero no hay sino muerte en lo que ansía la carne, mientras que el espíritu
anhela vida y paz.
Me sentí feliz
de escuchar la Palabra y de sentirme especial de Dios, por la forma en que me
contestó tan específicamente a lo que me quiso hacer entender con Fernando
Pacheco. Pero durante el día, volví a sentirme triste, pues John no me contestó
mi e-mail del viernes y no supimos nada de lo que significa lo que pasó el
viernes.
Me reuní con
Guayo y el pobre está devastado, pues siente que ya va a perder su empleo y lo
encontré bien preocupado. Yo traté
de darle ánimo, diciéndole que ya se nos va a resolver el caso y que entonces
lo vamos a poder ayudar poniendo un negocio juntos, pero la verdad es que en el
fondo, yo también necesitaba que alguien me diera Esperanza, pues a veces
también yo pierdo esa Esperanza – ¡SEÑOR, SÁLVAME!
Martes
27 de junio de 2006
2
Corintios 13, 1-4; 12, 2; 5
Me levanté a
orar, cansado, preocupado, desesperado; pero esperanzado en el Señor, aunque no
comprendo nada. Me contestó: 1 Esta es la tercera vez que voy a verlos y todo asunto se
decidirá por declaración de dos o tres testigos. 3 Así podrán
comprobar que Cristo habla por mí. El no se muestra débil con ustedes, sino que más bien actúa
con poder. 4 Si bien su debilidad lo llevó a la cruz, ahora vive por
la fuerza de Dios. Así también nosotros compartimos su debilidad, pero
viviremos con él por el poder de Dios que actúa en ustedes. 2 Sé de un
cierto creyente, el cual hace catorce años fue arrebatado hasta el tercer
cielo. Si fue con el cuerpo o fuera del cuerpo, eso no lo sé, lo sabe Dios. 5
Podría sentir orgullo pensando en ése, pero en cuanto a mí, sólo me gloriaré de
mis debilidades.
Miércoles 28 de
junio de 2006
Hoy no pude
orar, pues nos levantamos temprano para irnos a Houston con Alex. Yo iba
triste, pues Sylvia Regina no pudo ir conmigo; me sentía solo.
Jueves 29 de
junio de 2006
Nos levantamos
temprano para ir a misa de 7:00 a.m. en St. Ann. Me postré ante el Señor, pidiéndole que en la reunión de hoy
nos diera una luz clara de Esperanza que llevar de regreso, pensando sobre todo
en mis papás, que ya están bastante deprimidos por esta situación. Después fuimos a desayunar a La Madeleine
y salió todo bien a tiempo y agradable. Me hacía falta Sylvia Regina, que no estaba.
La reunión fue
buena, pero no extraordinaria. Estoy
esperando del Señor una “sorpresa”, un regalo, algo extraordinario, que
incendie mi Fe y que me haga sentirlo vivo y cerca de nosotros; pero esta no
fue, pues todo sigue bien, pero a paso normal de humanos, no pude ver la mano
de Dios; de forma evidente y extraordinaria.
Viernes 30 de
junio de 2006
Nos dedicamos
todo el día a los encargos de
compras. Por la mañana fuimos a
misa a St. Michael y nos tocó un sacerdote nuevo, que era su primera misa en
St. Michael, probablemente de Filipinas, joven y simpático. Al escuchar su homilía, se me salieron
las lágrimas.
Regresando al
aeropuerto, ya en el bus del car rental, recibí una llamada de Camila,
diciéndome que el hijo de Rosario, Carlos Federico, se había muerto en un
accidente. Me puse a orar por su
alma y por que el Señor le diera paz a Rosario… ¿Por qué pasa esto Señor? ¿Una servidora tuya como Rosario, con un
golpe tan fuerte como este? No lo
pude entender, pero El sabrá para qué. Por la noche fuimos a la vela.
Sábado 1 y domingo
2 de julio de 2006
Fuimos a la
misa del hijo de Rosario y yo canté en la misa, con el grupo de Sylvia Regina.
Me sentí contento de poder ayudar a Rosario de esa forma, en su dolor y de
poder servir al Señor, en un momento tan triste.
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