“Ser o dejar de ser (FMLN)”… esa era la pregunta.
Uno de los recientes acontecimientos de mayor
trascendencia, para todos los salvadoreños, es la elección del alcalde Oscar Ortiz
como candidato del FMLN a la vicepresidencia. Se sabe que el 23% de la población, que simpatiza con el
FMLN, está contenta con esta decisión, pues al igual que el más o menos 23% del
voto duro de ARENA, estos simpatizantes siempre van a aceptar cualquier decisión
de sus cúpulas dirigenciales, aunque no comprendan la verdadera razón de las
mismas. Las respectivas cúpulas
saben esto y es por eso que algunas veces toman decisiones que no obedecen a lo
que el país necesita, sino más bien a lo que más le conviene a sus propios
intereses, como dirigentes.
Entre los argumentos que se presentan para la
elección del alcalde Ortiz, se asegura que su nombramiento complementa
excelentemente la candidatura de su candidato a presidente; pues le agrega la
dosis necesaria de moderación y experiencia en administración pública, de la
cual el candidato a presidente carece.
Cuando se llega a una colina o cumbre, se presentan
cuatro opciones. Se continua para
la derecha o para la izquierda, para adelante o para atrás.
En el momento actual, el FMLN ha llegado a la “cumbre”
de su caminar político. Por primera
vez en la historia, dentro de pocos meses, va a participar en una elección
presidencial sin ser partido de oposición u organización antisistema, sino siendo
el “partido oficial” a cargo del proceso electoral y por tanto responsable de
que este sea transparente, justo y no amañado; que es por lo que siempre ha
justificado su “lucha” histórica.
En las pasadas elecciones, es fácil dar lectura a
las decisiones que tomó el FMLN cuando llegó a cada “colina” eleccionaria. Se encuentra en el Órgano Ejecutivo, porque
en el 2009 dio correcta lectura a lo que más del 50% de los salvadoreños desean
y fruto de ese raciocinio es que escogió a su entonces candidato; asegurándose que
no viniera de sus filas partidarias y que proyectara una imagen de moderación,
apertura y comprensión a las necesidades de estos electores. Sobretodo que, aparentemente, estuviera
ajeno a la polarización existente entre “izquierdas” y “derechas”.
Regresando entonces a la “colina” de las elecciones
del 2014, resulta interesante el porqué, ahora que el FMLN tiene los recursos
del estado y el control del aparato estatal, cambia de forma de pensar y decide
ya no continuar en seguir tratando de “comprender” lo que la mayoría de los
electores desean, sino que decide “volver atrás” y retornar a su “ideología
fundamental”; presentando una fórmula presidencial que ya no mira hacia “adelante”,
ni a la “izquierda”, ni a la “derecha”, sino que decide escoger dos
representantes que provienen de su militancia mas antigua y que, por muy
“moderada” que se quiera presentar, ésta se encuentra, cuando menos,
influenciada por la polarización existente antes de los Acuerdos de Paz; que es
de lo que más del 50% de los salvadoreños ya no quiere ni recordar.
Pareciera entonces que el pensar del FMLN apunta a que,
en la próxima elección, no debe importar atender los deseos de la “mayoría de
los salvadoreños”, sino más bien “no perder el control del partido” por los
actuales dirigentes y que, aunque están sabedores que la mayoría de
salvadoreños no está de acuerdo con sus candidaturas, que el control de los
recursos y las instituciones del estado, más la ayuda ilimitada de sus países “amigos”,
podría hacer posible que la votación resulte a su favor y si no resulta, era imprescindible
involucrar al alcalde Ortiz, que representa liderazgo moderno del partido, para
que los que piensa como él no se pudieran quedar con el control del partido en
el futuro y en ese caso, cuando menos se pudiera continuar consolidando un
modelo de gobierno “centralizado” y “polarizante” y donde, en el largo plazo,
la mayoría de salvadoreños termine votando a su favor porque es dependiente del
mismo “gobierno”; como ya ha sucedido en sus países “amigos”.
Lo que, aparentemente, la dirigencia del FMLN ha
comprendido es que, con la experiencia con el presidente Funes, de nada sirve
ganar si no se tiene el completo control de las instituciones del estado, que
es lo que a la larga les va a permitir hacer uso de sus recursos, para volver “dependientes
de su gobierno” al mayor número de personas posibles y que de esa forma siempre
estén dispuestas a votar por “ellos”; pudiendo así perpetuarse en el poder de
forma constante e indefinida, que es lo que realmente les interesa.
Ante la aparente estrategia del FMLN, lo curioso es
que ARENA está cayendo en el mismo error o sea, no escuchar lo que la mayoría
de salvadoreños desea, sino seguir apostando a sus antiguos y más famosos dirigentes;
que hacen recordar la polarización de la cual la mayoría de salvadoreños quiere
que termine y la cual no permite que surjan nuevos políticos con ideas frescas
y esperanzadoras; que puedan facilitar los entendimientos necesarios, entre los
distintos sectores.
La coyuntura demuestra que, “sin querer queriendo”,
ARENA ha hecho bien en postergar la elección de su candidato a
vicepresidente. Comprendiendo ahora
la estrategia del FMLN, esto le puede permitir “corregir su rumbo”, eligiendo un
candidato a vicepresidente que: “ame a Dios sobre todas las cosas”, sea de
“reciente carrera política”, tenga “habilidad para lograr entendimientos” y “experiencia
en generar empleos” (como la mayoría de salvadoreños desea) y pueda tener el
liderazgo suficiente para ser el “motor” para superar la polarización existente;
que es lo que nos tiene inmersos en esta crisis de falta de empleos y violencia
organizada.
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