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Canonización de Monseñor Romero

martes, 6 de noviembre de 2012

ORTIZ O NO ORTIZ


“Ser o dejar de ser (FMLN)”… esa era la pregunta.

Uno de los recientes acontecimientos de mayor trascendencia, para todos los salvadoreños, es la elección del alcalde Oscar Ortiz como candidato del FMLN a la vicepresidencia.  Se sabe que el 23% de la población, que simpatiza con el FMLN, está contenta con esta decisión, pues al igual que el más o menos 23% del voto duro de ARENA, estos simpatizantes siempre van a aceptar cualquier decisión de sus cúpulas dirigenciales, aunque no comprendan la verdadera razón de las mismas.  Las respectivas cúpulas saben esto y es por eso que algunas veces toman decisiones que no obedecen a lo que el país necesita, sino más bien a lo que más le conviene a sus propios intereses, como dirigentes.

Entre los argumentos que se presentan para la elección del alcalde Ortiz, se asegura que su nombramiento complementa excelentemente la candidatura de su candidato a presidente; pues le agrega la dosis necesaria de moderación y experiencia en administración pública, de la cual el candidato a presidente carece.

Cuando se llega a una colina o cumbre, se presentan cuatro opciones.  Se continua para la derecha o para la izquierda, para adelante o para atrás. 

En el momento actual, el FMLN ha llegado a la “cumbre” de su caminar político.  Por primera vez en la historia, dentro de pocos meses, va a participar en una elección presidencial sin ser partido de oposición u organización antisistema, sino siendo el “partido oficial” a cargo del proceso electoral y por tanto responsable de que este sea transparente, justo y no amañado; que es por lo que siempre ha justificado su “lucha” histórica.

En las pasadas elecciones, es fácil dar lectura a las decisiones que tomó el FMLN cuando llegó a cada “colina” eleccionaria.  Se encuentra en el Órgano Ejecutivo, porque en el 2009 dio correcta lectura a lo que más del 50% de los salvadoreños desean y fruto de ese raciocinio es que escogió a su entonces candidato; asegurándose que no viniera de sus filas partidarias y que proyectara una imagen de moderación, apertura y comprensión a las necesidades de estos electores.  Sobretodo que, aparentemente, estuviera ajeno a la polarización existente entre “izquierdas” y “derechas”.  

Regresando entonces a la “colina” de las elecciones del 2014, resulta interesante el porqué, ahora que el FMLN tiene los recursos del estado y el control del aparato estatal, cambia de forma de pensar y decide ya no continuar en seguir tratando de “comprender” lo que la mayoría de los electores desean, sino que decide “volver atrás” y retornar a su “ideología fundamental”; presentando una fórmula presidencial que ya no mira hacia “adelante”, ni a la “izquierda”, ni a la “derecha”, sino que decide escoger dos representantes que provienen de su militancia mas antigua y que, por muy “moderada” que se quiera presentar, ésta se encuentra, cuando menos, influenciada por la polarización existente antes de los Acuerdos de Paz; que es de lo que más del 50% de los salvadoreños ya no quiere ni recordar.

Pareciera entonces que el pensar del FMLN apunta a que, en la próxima elección, no debe importar atender los deseos de la “mayoría de los salvadoreños”, sino más bien “no perder el control del partido” por los actuales dirigentes y que, aunque están sabedores que la mayoría de salvadoreños no está de acuerdo con sus candidaturas, que el control de los recursos y las instituciones del estado, más la ayuda ilimitada de sus países “amigos”, podría hacer posible que la votación resulte a su favor y si no resulta, era imprescindible involucrar al alcalde Ortiz, que representa liderazgo moderno del partido, para que los que piensa como él no se pudieran quedar con el control del partido en el futuro y en ese caso, cuando menos se pudiera continuar consolidando un modelo de gobierno “centralizado” y “polarizante” y donde, en el largo plazo, la mayoría de salvadoreños termine votando a su favor porque es dependiente del mismo “gobierno”; como ya ha sucedido en sus países “amigos”.

Lo que, aparentemente, la dirigencia del FMLN ha comprendido es que, con la experiencia con el presidente Funes, de nada sirve ganar si no se tiene el completo control de las instituciones del estado, que es lo que a la larga les va a permitir hacer uso de sus recursos, para volver “dependientes de su gobierno” al mayor número de personas posibles y que de esa forma siempre estén dispuestas a votar por “ellos”; pudiendo así perpetuarse en el poder de forma constante e indefinida, que es lo que realmente les interesa.

Ante la aparente estrategia del FMLN, lo curioso es que ARENA está cayendo en el mismo error o sea, no escuchar lo que la mayoría de salvadoreños desea, sino seguir apostando a sus antiguos y más famosos dirigentes; que hacen recordar la polarización de la cual la mayoría de salvadoreños quiere que termine y la cual no permite que surjan nuevos políticos con ideas frescas y esperanzadoras; que puedan facilitar los entendimientos necesarios, entre los distintos sectores.

La coyuntura demuestra que, “sin querer queriendo”, ARENA ha hecho bien en postergar la elección de su candidato a vicepresidente.  Comprendiendo ahora la estrategia del FMLN, esto le puede permitir “corregir su rumbo”, eligiendo un candidato a vicepresidente que: “ame a Dios sobre todas las cosas”, sea de “reciente carrera política”, tenga “habilidad para lograr entendimientos” y “experiencia en generar empleos” (como la mayoría de salvadoreños desea) y pueda tener el liderazgo suficiente para ser el “motor” para superar la polarización existente; que es lo que nos tiene inmersos en esta crisis de falta de empleos y violencia organizada.

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