Debido a los recientes acontecimientos en el transporte
público, queda evidente que el sistema no puede continuar estructurado como
está, pues los más perjudicados son los propios usuarios.
Conviene recordar que hay seis áreas básicas, en las
cuales todo buen gobierno debe concentrar sus esfuerzos y recursos, para velar
porque la mayoría de la población tenga un acceso adecuado y justo. Estas áreas son las de: a) vivienda, b)
educación, c) salud, d) seguridad, e) transporte y f) esparcimiento. Si analizamos la verdadera razón del
porqué un país democrático se considera “estable” políticamente, lo cual es la base para cualquier desarrollo
económico y social, es porque en ellos sus gobiernos, independientemente de sus
diferencias políticas, han podido satisfacer adecuadamente las exigencias de la
mayoría de sus habitantes en estas seis áreas básicas; recalcando que el “transporte”,
a la cual queremos dirigirnos por el momento, es una de ellas.
Que en nuestro país, el sistema de transporte
público ya no es adecuado, no es ninguna novedad, pues ya desde 1994, el
entonces alcalde de San Salvador Mario Valiente, por primera vez propuso que el
sistema de transporte público debía reformarse y cambiarlo por un sistema de
transporte moderno y centralizado; proponiendo y estructurando un sistema de
Metro y para el cual, inclusive, pudo gestionar que el gobierno de Francia
ofreciera el financiamiento a tasas de interés y plazos preferenciales y el
cual entre otras cosas rescataba el funcionamiento de la abandonada línea de tren
entre la terminal de oriente y Apopa.
Si el gobierno central de aquel entonces hubiera
atendido la visión y gestiones efectuadas por el entonces alcalde Valiente, hoy
no estaríamos teniendo las consecuencias que estamos viviendo, pues ya desde aproximadamente
el año 2000 o sea hace más de diez años, San Salvador hubiera contado con una
línea de Metro que corriera desde San Martín hasta el monumento a El Salvador
del Mundo y se habría rescatado una importante arteria del ferrocarril y la
cual, todavía, se encuentra subutilizada.
Luego, en este tema específico, el gobierno actual
tiene razón al aseverar que este es un problema “heredado de las administraciones
anteriores”, que postergaron la solución de un problema tan importante para
todos, hasta llegar a las recientes consecuencias.
Sin embargo, tampoco el gobierno actual se libra de
no haber atendido el problema con la celeridad que se necesitaba, pues también
el actual acalde Norman Quijano propuso, desde su campaña electoral, un sistema
de transporte centralizado y al igual que los gobiernos anteriores, el actual
gobierno tampoco atendió este llamado, por las razones que sean; por lo que ahora,
tampoco puede eximirse de la responsabilidad de no haber atendido a tiempo la
necesidad de la reforma, lo cual también hubiera podido evitar las recientes consecuencias
y manifestaciones traumáticas.
Comprendiendo entonces las consecuencias negativas
para todos los salvadoreños y conociendo, desde hace muchos años, cual es la solución
conveniente, a lo que el actual gobierno debería comprometerse es a despolitizar
el tema, que es lo que ha impedido que el problema se solucione durante todos
estos años e implementar, al más corto plazo, un sistema de transporte
centralizado; ya sea tipo Metro, como lo propuso el alcalde Valiente o de buses
articulados, como lo propuso el alcalde Quijano, según se puedan conseguir los
financiamientos necesarios; pero donde la estructura de la empresa dueña del
sistema sea una entidad autónoma del gobierno y no un grupo privado particular,
que se beneficie del “río revuelto” y donde se de cabida a que los actuales
transportistas tengan una pequeña, pero justa, participación accionaria; con el
objeto que no salgan perjudicados con el ordenamiento y puedan aportar la
experiencia que ya poseen, para que este se facilite.
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