Para más del cuarenta por ciento de los
salvadoreños que van a votar el próximo 2014, los Acuerdos de Paz, firmados en
1992, solo forman “parte de la historia”, pues o no habían nacido cuando se
firmaron o estaban muy pequeños como para recordarlo.
Muchos de ellos no saben ni que representan, ya que la “paz” todavía no ha llegado a sus hogares, pues su realidad es que, todavía, se encuentran “secuestrados” en sus propias colonias, debido al problema de las Maras y el desempleo. Inclusive, la gran mayoría piensa que los únicos interesados en seguir conmemorándolos son los actuales funcionarios de gobierno o dirigentes políticos, ya que en gran parte son los mismos que figuraban allá en 1992, solo que hoy en distintas posiciones.
Muchos de ellos no saben ni que representan, ya que la “paz” todavía no ha llegado a sus hogares, pues su realidad es que, todavía, se encuentran “secuestrados” en sus propias colonias, debido al problema de las Maras y el desempleo. Inclusive, la gran mayoría piensa que los únicos interesados en seguir conmemorándolos son los actuales funcionarios de gobierno o dirigentes políticos, ya que en gran parte son los mismos que figuraban allá en 1992, solo que hoy en distintas posiciones.
Para los que no vivieron la historia que conlleva a
este magno evento de la firma de los Acuerdos de Paz de 1992, es importante
recalcar que para muchos de los salvadoreños comunes y trabajadores que vivieron
los estragos de la guerra de la década de los ochenta, estos acuerdos son solo “un
poco” menos importantes que la propia fecha de nuestra independencia; pues al
igual que en 1821, “nuestra Nación” no tenía ninguna viabilidad de seguir
existiendo, sino es que las partes directamente involucradas resuelven el
conflicto; en beneficio de los nacidos en esta bendita tierra.
Por tanto, la pregunta es: ¿Porqué es que, 21 años
después, la gran mayoría de dirigentes políticos no pueden tan siquiera
celebrar juntos este acontecimiento y aceptar que ya no existen “dos partes”, sino
que solo somos “una sola parte”? que es, al final, el gran objetivo de los
acuerdos; pues estos fueron estructurados para que fuera esta “nueva realidad”,
quien se encargara de construir, como una sola “parte” y no como a cada “parte”
más le pareciera o pudiera, una sociedad eminentemente democrática y sobretodo respetuosa
del marco constitucional bajo el cual los acuerdos fueron firmados.
La respuesta la podemos encontrar en la “desconfianza”,
la cual no fue superada con los Acuerdos y tampoco ha sido superada después de estos
más de 21 años. La razón principal
de esto la pudiéramos atribuir a que no es sino hasta el año 2009, cuando el
pueblo mismo confió en el FMLN; concediéndole el beneficio de la duda y permitiéndoles
llegar al Órgano Ejecutivo, para ver si eso contribuía a que ambos partidos
mayoritarios se pusieran de acuerdo en una agenda común de país; que resolviera
los problemas estructurales que impiden el desarrollo integral de la mayoría de
familias salvadoreñas.
Sin embargo, lo que estos escasos tres años han demostrado
es que el pensamiento del FNLN no es al final un pensamiento democrático y de
alternancia del poder, sino más bien un pensamiento donde predomina la
intención autoritaria de mantenerse en el poder, haciendo uso de las libertades
y debilidades de la institucionalidad democrática y siguiendo los mismos
lineamientos y lecciones de otros gobiernos latinoamericanos, los cuales ya
tienen más de diez años de estar gobernando y es esta realidad lo que no
permite que la verdadera paz llegue al corazón de todos los salvadoreños.
El hecho que después de tanto tiempo, todavía se
estén celebrando ceremonias de conmemoración separadas, es equivalente a que en
una familia los padres se hallan divorciado cuando sus hijos estaban aún
pequeños y luego volviéndose a casar, pues finalmente comprenden que hay que
realizar sacrificios personales, en beneficio de sus propios hijos; cada
aniversario de bodas lo celebran por separado, aún sabiendo que lo que más
anhelan sus hijos, es verlos juntos.
Después de tanto tiempo, el escenario que aún vemos
los salvadoreños es que el FMLN, a pesar de ser el partido en el gobierno y por
tanto obligado a promover la unidad nacional, celebra los acuerdos por un lado y
en contestación ARENA lo hace por otro; lo que contradice la esencia misma de
dichos acuerdos y esto provocado por, prácticamente, las mismas personas que
los firmaron.
Mientras cada “parte” sigue haciendo sus propias
celebraciones, de todos es sabido la precaria situación en la que se encuentra
la democracia de nuestro país, desprestigiada por acusaciones de compra de
voluntades, asaltos a la institucionalidad y amenazada por influencias
políticas de otros países; lo cual definitivamente no era la intención de los acuerdos.
De forma expectante y transitando por los
alrededores de estas ceremonias, los salvadoreños se dirigen atareados a
cumplir con sus obligaciones, pero seguramente pensando que lo que quisieran es
poder decirle a los participantes: “en vez de solo estar celebrando, mejor cumplan
con los Acuerdos y permitan que nuestro país se desarrolle hacia una democracia
plena, realmente representativa y ajena a los intereses egoístas de cualquier
partido político o grupo de personas; pues esta es la única forma de generar
empleos estables y terminar con la delincuencia”.
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