Lunes 29 de agosto de 2005
Salmo 31
Me levanté muy temprano a orar, como “partido
en dos”, sintiéndome abandonado y pidiéndole al Señor su misericordia, pues mis
fuerzas se me acaban. Me
dijo: 10 Señor, ten compasión de mí, pues
estoy ante angustias: mis ojos, mi alma y mi cuerpo languidecen de tristeza. 11
Mi vida se consume en la tristeza y mis años en gemidos, se desvanecen mis
fuerzas con tanta aflicción y se deshacen mis huesos. 12 Mis
enemigos hacen burla de mí, mis vecinos se horrorizan y mis conocidos se
espantan de mí si me ven en la calle, se alejan de mí. 13 No hacen
más caso de mí, que de los muertos, soy como objeto gastado y olvidado. 23
Yo había dicho en mi temor: “Estoy rechazado de tu presencia”. Pero oíste la
voz de mis plegarias cuando clamaba a ti. 24 ¡Qué todos sus fieles
amen al Señor! Pues el guarda a los que son leales con El, pero les devolverá
el doble a los soberbios. 25 Vamos fortalezcan su corazón todos los
que esperan en el Señor. 17 Tu siervo espera que le sonrías, sálvame
por tu misericordia.
Decidí cancelar la reunión con Vidal y pasarla
para mañana. Pasé todo el día con Sylvia Regina, fuimos al médico por la tarde
y eso la hizo sentir mejor y pudimos orar juntos por la noche. ¡Gloria a Dios!
Martes 30 de agosto de 2005
Lucas 22, 31-32
Me reuní con los abogados temprano. Craig, Jones, Franklin y Vidal. Les dije que nos sentíamos frustrados y
no entendía porqué es que ha pasado todo lo que ha pasado. La reunión no
produjo nada positivo, pero ya el Señor me había dado la fortaleza necesaria y
la sabiduría para comprender que esto era otra prueba más y que todo era para
mejor.
Al salir de la reunión me fui a visitarlo a la
Capilla de St. Ann. Le di gracias
por todas sus bendiciones y por estar cerca de nosotros. Le pedí a la Virgen y San José que
intercedieran por nosotros y toda la familia.
Nos fuimos a Savannah con Sylvia Regina
sintiéndose bien mal y yo cansado, apesadumbrado, pero confiado en Dios. Al
llegar al aeropuerto nos recibió un ángel del Señor, se llama Samuel Evans y
nos chequeó y resolvió todo el problema con el peso de las maletas, inclusive
nos regaló una valija, para que no tuviéramos que pagar nada. Nos llevó en
carrito hasta el counter, regalo del Señor. En el avión me puse a leer el libro de Rebeca Brown y el
Señor me dijo: “Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha pedido para
zarandearos como a trigo”. “Pero yo he orado por ti para que no falle tu Fe y
tú cuando te hayas vuelto a mí, tendrás que fortalecer a tus hermanos.”
Comprendí que este zarandeo era necesario para
lo que el Señor me está preparando y que al mismo tiempo, conociendo mi dolor,
El está rogando por mí para que no desfallezca. Rebeca explica que “rogar” es “deomai” que significa: “dar a conocer
la necesidad de alguien.” ¡Cristo,
dando a conocer mi necesidad al Padre,
bendito sea Dios!
Miércoles 31 de agosto de 2005
Nos levantamos tarde y no pude orar pues ya nos
acostamos bastante tarde. Fuimos a almorzar al River Front con Sylvia Regina y
después a conocer el apartamento que habían escogido las niñas. Estaba bien
bonito y adecuado para ellas, así que les dijimos que lo alquilaran, además los
señores encargados resultaron bien amigables con nosotros. Yo podía sentir como
todo era por obra del Señor, bendiciéndonos y reafirmándonos: Aquí estoy Yo. No temáis.
Mi mente divagaba en todo lo que nos había
pasado en Houston y en el huracán de New Orleans, que de seguro iba a, cuando
menos, retrasar el caso pues no sabía como estaba lo de la Corte.
Cenamos en el apartamento y trabajé en el memorándum
que le iba a mandar a Vidal. Ya tenía varios días de no comulgar e ir a misa y
podía sentir como mi debilidad espiritual se incrementaba. El Señor me hacía
sentir lo importante de recibirlo diariamente, pues si no uno solo, no es capaz
de contrarrestar las pruebas y tentaciones. Me sostenía sus palabras de ayer y que: “El está orando por
mí.”
Jueves 1 de septiembre de 2005
Nos levantamos y al fin pudimos ir a misa de
12:00 en la Catedral de Savannah, algo que he estado deseando desde hace ya
viarios meses. Sentía como “regresar
a casa”, a la Casa de mi Padre. El
está ahí, comulgamos y se me salían las lágrimas de los ojos. Podía sentir su amor, su consolación; pues
yo me sentía devastado, sin saber qué iba a pasar con el caso de Houston, pero
seguro que el Señor no nos va a abandonar y todo iba a resultar para mejorar.
Por la tarde firmamos el apartamento y quedaron
de entregárselos mañana.
Vidal me mandó un e-mail que andaba todo
perdido y me preocupó todavía más, pues comprendí que iba a llegar a San
Salvador sin nada nuevo que contar ¿Señor, que les voy a decir a los empleados?
Viernes 2 de septiembre de 2005
Nos levantamos y no pudimos ir a misa, pues Camila
y Elena tenían que ir a la clase de entrenamiento para el trabajo de
orientación que les van a dar. Saliendo
del apartamento, pero a una velocidad de unos 20 km/h, me distraje poniendo el
radio y el Espíritu Santo nos libró de un choque tremendo, pues me hizo
levantar la cabeza a tiempo y maniobrar para no chocar de frente con el carro
de enfrente. Se hubiera destruido
el carro de Camila y nosotros nos hubiéramos golpeado bastante fuerte, pues yo
todavía no me había puesto el cinturón de seguridad y Sylvia Regina recién
operada ¡Gloria a Dios!
Por la tarde fuimos a recibir el apartamento y
luego a cenar todos juntos. Le daba gracias a Dios por todas sus bendiciones,
pues lo sentía bien cerca de nosotros y facilitándonos todo para haber podido
encontrar ese apartamento tan adecuado para las niñas y a un precio que podemos
pagar.
Sábado 3 y domingo 4 de septiembre de 2005
El sábado, igual no pudimos ir a misa pues
decidimos ir a la de mañana domingo. Yo terminé de escribir mi memorándum sobre
todos los hechos que nos había ocurrido con Mark y mirándolos para atrás, es
evidente que algo estaba mal. Me
deposité en las manos del Señor, comprendiendo que si El lo había permitido era
para mejor. Eso me hizo sentir bien, pues aunque eso nos colocaba en una situación
grave; si el Señor lo ha permitido, El sabe mejor que nosotros y por tanto algo
bueno tiene que salir de esto.
Pasamos todo el día jalando cosas para el
apartamento de Camila y armando muebles y arreglando todas sus cosas. Yo le daba gracias a Dios por sus
bendiciones, pues todo era obra de El, inclusive que tuve los fondos necesarios
para pagar la reparación del carro de Camila, que salió un ojo de la cara y era
algo que no lo esperábamos y que si no, Camila se hubiera podido quedar sin
carro.
El domingo fuimos a misa a las 11:20 a la
Catedral de Savannah. Me sentía
súper contento y privilegiado de poder estar ahí con el Señor. Nos sentamos en
la segunda fila. Al momento de la Comunión lloré de emoción y alegría, pues
sentía su presencia y sus bendiciones, ¡Gracias, Señor, Gracias! Fuimos a desayunar a Clarys y después a
terminar de traer las cosas de Camila y arreglar su cuarto. Fuimos después a cenar a un restaurante
caro, un restaurante chino que no me acuerdo como se llama y cuando me trajeron
de regreso la tarjeta que ya había sido aprobada, me sentí ¡el hombre más
bendecido del mundo! Pues ya tenía todas las tarjetas topadas y hubiera sido
una gran pena que no hubiera podido pagar. ¡Gloria a Dios! porque nos permitió estar con nuestra hija
todos estos días.
"Con razón tengo puesta en El la firme esperanza de que sanarás toda mis dolencias por medio de El, que está sentado a Tú diestra y que "intercede por nosotros"; de otro modo deseperaría."
ResponderEliminar"Confesiones" de San Agustín,