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Canonización de Monseñor Romero

martes, 31 de julio de 2012

Cronología de un Milagro - Septiembre 2005-I


Lunes 5 de septiembre de 2005

Romanos 8, 18-27

Hoy nos levantamos temprano para regresar a San Salvador.  Me sentí preocupado y triste porque dejábamos a Camila y el tiempo había pasado corriendo.  Además venía a enfrentarme con la realidad de nuestros empleados y no traía ninguna noticia esperanzadora. En el avión, durante el viaje, el Señor me dijo:  18 Estimo que los sufrimientos de la vida presente no se pueden comparar con la Gloria que nos espera y que ha de manifestarse. 19 Algo entretiene la inquietud del universo, y es la esperanza de que los hijos e hijas de Dios, se muestren como son. 20 Pues si la creación se ve obligada a no lograr algo duradero, esto no viene de ella misma, sino de aquel que le impuso este destino. Pero le queda la esperanza; 21 porque el mundo creado también dejará de trabajar para que sea destruido, y compartirá la libertad y la gloria de los hijos de Dios. 22 Vemos que la creación entera gime y sufre dolores de parto. 24 Estamos salvados, pero todo es esperanza. ¿Quieres ver lo que esperas? Ya no sería esperar; porque, ¿puedes esperar lo que ya ves? 25 Esperamos, pues, sin ver, y lo tendremos, si nos mantenemos firmes. 26 Somos débiles, pero el Espíritu viene en nuestra ayuda. No sabemos cómo pedir ni qué pedir, pero el Espíritu lo pide por nosotros, sin palabras, como con gemidos. 27 Y aquel que penetra los secretos más íntimos entiende esas aspiraciones del Espíritu, pues el Espíritu quiere conseguir para los santos lo que es de Dios.  ¡Gracias Señor!
Llegamos a casa, vino Rober y después Ariana, llamó Luigi; fuimos a ver a mis papás y ambos estaban bien, llamó también Sofía.  Al irme a acostar doblé rodillas ante el Señor y le di gracias por tantas bendiciones y por hacernos sentir su amor.  Me deposité en sus brazos, como un niño, con la seguridad que todo es para mejor y que El sabe lo que más nos conviene  ¡Gloria a Dios!

Martes 6 de septiembre de 2005

2 corintios 7, 10-11; 8, 14-15

¡Me levanté a orar! Ansiaba este momento de sosiego y paz en compañía del Señor, desde hace varios días, pues en todo el viaje no he podido recogerme y estar con el Señor a solas; por todo el trajín que ha habido.  Le di gracias por estar aquí de nuevo en compañía de la Virgen Santísima, San José y mi ángel guardián (Timoteo).  Me hizo leer el Santorio de San Gregorio Magno (3 de septiembre) y San Agustín (28 de agosto).  Mi alma, que la sentía vacía se me llenó de gracia, con estas lecturas; luego me dijo:  10 La tristeza que viene de Dios lleva al arrepentimiento y realiza una obra de salvación que no se perderá. Por el contrario, la tristeza que inspira el mundo provoca muerte. 11 Aquella tristeza era según Dios, y miren lo que ha producido en ustedes: ¡Qué preocupación tan grande por mí y cuántas disculpas!, ¡Qué indignación, temor, exigencias y qué deseo de desagraviarme y hacerme justicia! En todo han demostrado que eran inocentes en este asunto.14 Ustedes darán de su abundancia lo que a ellos les falta, y ellos, a su vez, darán de lo que tienen para que a ustedes no les falte. Así reinará la igualdad. 15 Lo dice la Escritura: Al que tenía mucho no le sobraba y al que tenía poco no le faltaba. 
Hablé con Vidal y nos mandó una carta de contra oferta para Nejap Power, la cual incluye que para resolver el caso nos vendan a planta, dándonos ellos el financiamiento. ¿Señor, eso es lo que quieres? ¿Esa es tu voluntad? Eso le preguntaba por la tarde, después de misa en el Santísimo, sumamente preocupado y perdido, pues no sé cuál es la voluntad del Señor.

Miércoles 7 de septiembre de 2005

Jeremías 34, 16-17; 35, 18

Me levanté bien apesadumbrado, pues no siento que es justo tener que despedir a todos los empleados, pero ya no veo ninguna luz.  Me siento derrotado, pero no abandonado por el Señor, aunque ya mis propias fuerzas ya no son capaces de sostenerme. Señor, ¿Qué quieres que haga?  Me dijo:  16 Pero ustedes se arrepintieron y profanaron mi Nombre, pues cada uno fue a buscar a su esclavo o a su sirvienta para hacerlos esclavos de nuevo. 17 Por lo tanto, así dice Yavé:  “Ustedes no me han escuchado al no conceder la libertad a su prójimo. Pues bien, voy a dejar libres contra ustedes a la espada, a la peste y al hambre y llegarán a ser un ejemplo espantoso para todas las naciones de la tierra. 18 Y a la comunidad de los recabitas les dijo Jeremías: “Esto declara Yavé de los Ejércitos, el Dios de Israel sobre ustedes: Ya que ustedes han obedecido a la orden de su antepasado Jonadab cumpliendo todo lo que les mandó y actuando como él quería, 19 por eso, lo dice Yavé de los Ejércitos, Dios de Israel: Jonadab, hijo de Recab, siempre tendrá descendientes para servirme.  Comprendí que no debo ser yo quien decida sobre qué hacer con los empleados, sino que debe ser El o sea que debo dejar que cada uno vaya decidiendo y si el Señor quiere que se vaya, El le encontrará empleo; pero que no lo debemos dejar desamparados, pues El proveerá.

Jueves 8 de septiembre de 2005

Liturgia de las horas IV, pág. 1350

Me levanté cansado, sin ganas y preocupado porque no sé qué es lo que nos viene y no comprendo cuál es la voluntad del Señor.  Me encuentro como perdido.  Sé que El está ahí, pero me siento que no entiendo cuál es su voluntad. Me puse a orar, pidiéndole su misericordia.  El Espíritu Santo me llevó a leer de las Homilías de San Juan Crisóstomo (Crisóstomo quiere decir “boca de oro”) y me dijo:  ¿No has oído aquella Palabra del Señor: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos?  Y allí donde un pueblo numeroso está reunido por los lazos de la caridad ¿No estará presente el Señor?  El me ha garantizado su protección, no es en mis fuerzas que me apoyo. Tengo en mis manos su Palabra escrita. Este es mi báculo, esta es mi seguridad, este es mi puerto tranquilo. Aunque se turbe el mundo entero, yo leo esta palabra escrita que llevo conmigo, porque ella es mi muro y mi defensa ¿Qué es lo que ella me dice? “Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo.”  ¡Amén!  Gracias Señor, por tu misericordia y consuelo.

Viernes 9 de septiembre de 2005

Hoy me levanté temprano y sólo pude rezar La Llama del Amor y un Rosario y me fui a la oficina para preparar la carta a Nejapa Power, pues quería que se fuera temprano.  Antes de mandarla, ya cuando estaba lista, la protegí con la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, pidiéndole que nos ayude y bendiga y que la mandaba confiado, en que esa era Su voluntad. Después de un rato nos dimos cuenta que la fecha estaba mala y mandamos la primera página corregida.  Le dije al Señor: “Señor, confiamos en Ti en que esto es también para mejor”.
Por la tarde se la envié a todos los abogados y no tuve ninguna reacción.  Me fui a misa y después me quedé con el Santísimo, dándole gracias por todas sus bendiciones.
En la oración de la empresa se quedó a orar con nosotros Javier, pues había llegado a decirme que le tengamos paciencia con el pago; pues ahorita no nos puede pagar. Esto es un gran sacrificio para nosotros, pues a su vez nosotros no le podemos pagar al personal; pero comprendí que era otra prueba que nos mandaba el Señor y que había que comprenderlo, así es que le acepté todas sus condiciones, pues así me lo decía el Espíritu Santo y que después El iba a proveer.  ¿Cómo?...  ¡El sabe y El me ama!

Sábado 10 y domingo 11 de septiembre de 2005

Mateo 18, 26-27
1 Corintios 10, 13-14
Exodo 32, 9-14
Exodo 6, 10-13

Me levanté temprano, con una gran ilusión para preparar el programa. El evangelio se trataba sobre lo que perdonar hasta “setenta veces siete” y sobre la parábola del rey que le perdona a su servidor muchos millones: 26 El empleado, pues, se arrojó a los pies del rey, suplicándole: «Dame un poco de tiempo, y yo te lo pagaré todo.» 27 El rey se compadeció y lo dejó libre; más todavía, le perdonó la deuda. Me hizo recordar el día de ayer con Javier y le di gracias al Espíritu Santo, por haberme guiado bien, conforme a la voluntad del Señor. Almorzamos juntos con Ariana y Luigi, Rober y Roberto de la Fuente.  ¡Le di gracias a Dios por esos momentos de familia; además pudimos jugar pin-pon con Rober… ya me cuesta ganarle; más bien, ya es muy raro cuando le gano – ¡Se hizo grande! ¡Gracias, Señor! 
El domingo me levanté a orar temprano.  El Señor me dijo:  13 De hecho, ustedes todavía no han sufrido más que pruebas muy ordinarias. Pero Dios es fiel y no permitirá que sean tentados por encima de sus fuerzas. En el momento de la tentación les dará fuerza para superarla. 14 Por lo tanto, hermanos muy queridos, huyan del culto a los ídolos.  Me hizo preguntarme que querrá el Señor de mí con tantas pruebas de las cuales ahora me confirma que nos va a sacar adelante, siempre y cuando le permanezca fiel; cumpliendo y amando su voluntad. 
9 Yavé dijo también: «Ya veo que ese es un pueblo rebelde. 10 Ahora, pues, deja que estalle mi furor contra ellos. Voy a exterminarlos, mientras que de ti yo haré nacer un gran pueblo.» 11 Moisés suplicó a Yavé, su Dios, con estas palabras: «Oh Yavé ¿cómo podrías enojarte con tu pueblo, después de todos los prodigios que hiciste para sacarlo de Egipto? 14 Así, pues, Yavé renunció a destruir a su pueblo, como lo había anunciado. Luego me dijo: 10 Yavé habló a Moisés: «Ve a hablar a Faraón, rey de Egipto, 11 y dile que deje salir de su país a los hijos de Israel.» 12 Pero Moisés contestó: «Si los hijos de Israel no me hacen caso, ¿cómo me escuchará Faraón? Y eso que me cuesta expresarme.» 13 Eso no obstante, Yavé habló con Moisés y Aarón y los mandó donde los hijos de Israel, y también donde Faraón, para sacar a su pueblo de Egipto.
Entonces sentí que el Espíritu Santo me decía: “no tengas dudas, pues yo estoy contigo, impónle las manos a Sylvia Regina para que su malestar se termine” y así lo hice. Le dije: “Padre Nuestro que estás en los cielos, Santificado sea tu Nombre, hágase tu voluntad así en la tierra como en el Cielo, te pido que sanes a Sylvia Regina y se sienta mejor; te lo pido en el Nombre poderoso de tu Hijo Jesús y tú Virgen Santísima, que siempre nos has acompañado en todo nuestro peregrinar, intercede por esta petición, Amén”.  Sentí que por mis manos salía sanación hacia Sylvia Regina, que estaba enfrente de mí.  Ella sin saberlo, pues también estaba orando desde hace ya bastante tiempo. ¡Gloria a Dios!

1 comentario:

  1. "Despacio. -Mira que dices, quién lo dice y a quién.- Porque ese hablar de prisa, sin lugar para la consideración, es ruido, golpeteo de latas.
    Y te diré con Santa Teresa, que no lo llamo oración, aunque mucho menees los labios."

    San JoséMaría Escrivá de Balaguer.- Caminos 85

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