Los países con menores índices de violencia en el mundo son Singapur, Japón y Austria. De sobra es conocido que, desgraciadamente, nuestro querido país se encuentra dentro de aquellos con los mayores índices y no hace falta que nos lo recuerden, pues todos los buenos salvadoreños lo estamos viviendo. ¿Cuál será la cualidad más importante, por la que en estos países no existen los niveles de violencia que existen en El Salvador?
Para responder a esta pregunta, basta ver el nivel de sus índices de desempleo, los cuales se encuentran entre los mas bajos a nivel mundial y muy inferiores, inclusive, al de Estados Unidos.
En un país como el nuestro, que decidió por medio de la dolarización, eliminar la barrera natural que tienen los países para contrarrestar las diferencias de productividad en sus economías; era de esperarse que la variable que más tenía que incrementarse en los últimos años es “el desempleo” o lo que es un poco menos grave y debido a lo cual los índices macroeconómicos se han mantenido, “la emigración” o sea, nuestros compatriotas en busca del sustento que su misma patria no les ha podido proveer.
La conclusión resulta ahora histórica: la dolarización, junto con la globalización de la economía, ha causado que debido a que nuestra competitividad no se ha incrementado en la medida necesaria; la mayoría de nuestras empresas no pueden competir a nivel mundial y esto es lo que ha causado el índice tan alto de desempleo que tenemos y cuyo síntoma mas evidente es… la “violencia”.
A estas “alturas del juego”, no nos vayamos a confundir y se vaya a pensar que lo que mas conviene a nuestro país es “desdolarizar” y/o “cerrar” nuestra economía. Indudablemente que la dolarización y la apertura de nuestra economía era el camino correcto a seguir; solo que para contrarrestar sus efectos secundarios, debería haberse acompañado por una “masiva” inversión en educación e infraestructura, a todos los niveles. Esto es lo que no se hizo y todavía debe hacerse; pero desgraciadamente, hoy ya no tenemos tiempo para esperar sus resultados y que esto sea lo que genere los nuevos empleos necesarios.
Lo que entonces se vuelve prioridad, para reducir la violencia, es crear una verdadera “revolución de empleos” y crear miles de “Empresas por La Paz”, que generen los empleos requeridos, para darle la esperanza necesaria a la mayoría de nuestra juventud; para que tengan una opción de vida honesta y ya no tengan la necesidad de incorporarse a una organización delictiva, como medio de subsistencia.
Pero y ¿Qué es una “Empresa por La Paz”?
Esta se puede definir como: “una empresa creada sin fines de lucro y con el único objetivo de reducir la violencia, a través de crear nuevos empleos, dirigidos a los jóvenes menores de 25 años y/o madres con hijos menores de 15 años; con el objeto que en su sustitución, estas madres puedan mandar a sus hijos a la escuela”.
Para que estas empresas se creen, lo que se requiere es que un empresario, de buena voluntad, las promueva e inicie, pues esta es la “cualidad” mas importante de un empresario; “formar empresas”. Sin embargo, para esto, lo que el empresario necesita es un “incentivo” y como estas son empresas cuyo incentivo tradicional no existe, pues su objetivo primordial no es la tradicional “rentabilidad”, sino “generar empleos”; lo que se necesita es que el Estado promulgue una legislación adecuada para el fomento de este tipo de empresas y que entre otras cosas, esta legislación debe contemplar que la inversión necesaria para crearlas pueda ser deducida del pago de impuestos, por parte del “empresario-promotor”; esto genera el incentivo necesario para crearlas.
Sin embargo, no es suficiente solamente crearlas, sino que hay que hacerlas auto-sostenibles, por lo que esta nueva legislación debe también contemplar que estas “Empresas por La Paz” estén libres del pago de todo tipo de impuestos y con una legislación laboral especial, que permita una libre contratación por hora; de forma que estas puedan contratar por el número de horas adecuadas, de acuerdo a la realidad de cada persona. Además, el estado debe colaborar y estas no deben tener carga laboral, aunque los empleados deben gozar de las prestaciones actuales de ley, por medio de un subsidio especial del Estado.
Este artículo no pretende tener la última palabra sobre una ley tan compleja, como para crear estas “Empresas por La Paz” y la cual debe someterse a una discusión nacional. Sin embargo, cuando menos, esta debería incluir elementos importantes como: a) que todos los empleados deben ser menores de 25 años, pues el objetivo principal es el de disminuir la cantidad de jóvenes propensos a ser reclutados por las “maras”, b) que en estas se autorice la contratación de niños mayores de 12 años, como una herramienta para facilitar una rápida solución a que a los niños propensos, se les pueda reducir la tentación de volverse delincuentes; c) que puedan incluirse como empleados, las madres con hijos menores de 15 años, de forma que en su sustitución, puedan estas tener ingresos suficientes con los cuales puedan mandar a sus hijos a la escuela; d) que todos los empleados, por igual, tengan como salario el equivalente a un “salario mínimo de ley” por hora; de forma que el objetivo principal sea “generar el mayor número de empleos” y no tanto un mejor bienestar individual, pues para eso ya existen las empresas tradicionales.
Los salvadoreños siempre nos hemos distinguido por encontrar grandes soluciones, para grandes problemas. Demostremos, una vez mas, que somos capaces de contrarrestar esta “desesperanza” que tanto aqueja a nuestra juventud y hagamos lo que a cada uno nos corresponde, creando cientos y cientos de “Empresas por la Paz”; nuestro querido El Salvador nos lo reclama.
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