Lunes
2 de octubre de 2006
Lucas
7, 11-15
Le pedí al
Señor que aumentara mi Esperanza, dándome una luz de cual Su voluntad. Me
contestó: 11 Jesús se dirigió poco
después a un pueblo llamado Naín, y con él iban sus discípulos y un buen número
de personas. 12 Cuando llegó a la puerta del pueblo, sacaban a
enterrar a un muerto: era el hijo único de su madre, que era viuda, y mucha
gente del pueblo la acompañaba. 13 Al verla, el Señor se compadeció
de ella y le dijo: «No llores.» 14 Después se acercó y tocó el
féretro. Los que lo llevaban se detuvieron. Dijo Jesús entonces: «Joven, yo te
lo mando, levántate.» 15 Se incorporó el muerto inmediatamente y se
puso a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Llegué a la
oficina y no tenía nada que hacer. Me habló Arturo y me dijo que el Señor le había dicho que lo
que yo tenía que hacer era “mayor sacrificio”. Me sentí desconsolado y duditativo, pues ya no sé qué más
hacer; pero gracias a Dios, el Espíritu Santo me iluminó para aceptarlo con
humildad ¿Qué más quieres, Señor? Ilumíname para saberlo.
Me habló Alex y
me dijo que le habían hablado de la compañía de seguros con la que tiene el
reclamo, para decirle que si quería negociar el monto y llegar a un arreglo, lo
cual inmediatamente me acordó de la Palabra del jueves 28 pasado, que El se iba
a encargar de “imprimir sentimientos de piedad en su corazón”. Era indudable que esto era un cambio de
rumbo y una muestra evidente de Esperanza, que nos mandaba el Señor.
Por la noche
fuimos a dar el servicio de comida a los indigentes y yo no estaba de buen
humor. Pasé mal humorado en todo
el servicio y pidiéndole al Señor que me cambiara mi estado de ánimo, pero
prevaleció mi mal humor. Al final,
Jordy cerró el carro y dejó las llaves adentro y yo me tuve que venir con
Miguel a traer las llaves de repuesto. Todos se quedaron con el carro, en el Parque Libertad,
cantando alabanzas; mientras yo venía “más contrariado” a traer las llaves. El Señor me dio otra lección de
humildad.
Martes
3 de octubre de 2006
Filipenses
1, 1-30; 2, 1-4
Siracides
39, 12
No me quería
levantar, pues no tengo nada que hacer y además hoy es mi tercer día de ayuno,
lo cual me tiene bastante mal humorado y sin ganas de enfrentarlo. Pero al final, empiezo a darme cuenta de
la sabiduría con que me lo dijo el señor del Retiro, pues el hecho de hacerlo
martes, viernes y martes ha hecho que el ayuno sea prácticamente de una semana;
pues he pasado pendiente de el toda la semana y por tanto pendiente de el Señor
toda la semana. El sacrificio ha
sido grande, pero además el Señor me pide más, por medio de Arturo y eso fue el
motivo de mi oración de hoy, pedirle al Señor que me ilumine para saber: ¿qué
más tengo que hacer? Me dijo: 2 Reciban gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo
Jesús, el Señor –Cristo es mi vida– 20
Tengo esperanza y estoy seguro que no seré defraudado. Al contrario, no
me cabe duda que esta vez, como las anteriores, Cristo aparecerá más grande a
través de mí, sea que viva o que muera. 21 Cristo es mi vida y de la
misma muerte saco provecho. 22 Pero veo que, mientras estoy en este
cuerpo, mi trabajo da frutos, de modo que ya no sé qué escoger. 23
Estoy apretado por los dos lados: por una parte siento gran deseo de largarme y
estar con Cristo, lo que sería sin duda mucho mejor. 24 Pero,
pensando en ustedes, conviene que yo permanezca en esta vida. 25
Esto me convence; veo que me quedaré y permaneceré con todos ustedes; su fe
progresará con esto y será más alegre. –Sigan
firmes en la fe– 28 No se dejen intimidar por los adversarios.
Este será un signo seguro de que ellos van a la ruina y ustedes a la salvación.
Todo esto viene de Dios, 29 y es una gracia para ustedes que no
solamente hayan creído en Cristo, sino que también padezcan por él… –Imiten a Jesús humilde– 1
¿Puedo pedirles algo en nombre de Cristo, hablarles del amor? ¿Han recibido el
Espíritu Santo y son capaces de compasión y ternura? 2 Entonces
denme esta alegría: pónganse de acuerdo, estén unidos en el amor, con una misma
alma y un mismo proyecto. 3 No hagan nada por rivalidad o
vanagloria. Que cada uno tenga la humildad de creer que los otros son mejores
que él mismo. 4 No busque nadie sus propios intereses, sino más bien
preocúpese cada uno por los demás.
Luego vino
Sylvia Regina y me dijo que el Señor le había dado la siguiente Palabra, en
relación a lo que había ocurrido ayer, con lo de que el carro se había quedado
con llave: 12 Quiero además
comunicarles mis reflexiones, de las que estoy repleto como la luna llena. 13
Hijos míos santos, escúchenme y crecerán como el rosedal plantado junto al
arroyo. 14 Expandan un olor agradable como el incienso, que se abran
sus flores como el lirio, den su perfume y entonen un canto. ¡Bendigan al Señor
por todas sus obras! 15 Glorifiquen su nombre y publiquen sus
alabanzas; canten, toquen el arpa, aclámenlo diciendo: 16 ¡Qué
hermosas son las obras del Señor! Todo lo que él decide ocurre en el momento
preciso. No hay pues que decir: ¿Qué es eso? ¿Por qué aquello? Porque todo será
útil a su debido tiempo. 17 A una palabra suya las aguas se
detuvieron y se elevaron en un solo lugar; una palabra de su boca abrió el
depósito de las aguas. 18 Basta que hable para que todo lo que desea
se realice, nadie puede detener su obra de salvación. 19 Ante él
están las obras de cada uno, y nada escapa a su mirada. 21 No hay
pues que decir: ¿Qué es esto? ¿Por qué eso? Porque todo ha sido hecho para que
sirva. 22 La bendición del Señor es como un río que se desborda;
inundó la tierra como un diluvio. Y
es que ayer se quedó la llave adentro de la Discovery y todos se pusieron a
cantar alabanzas y todos los indigentes se pusieron muy contentos con las alabanzas
al Señor; alabándolo también ellos. ¡Eso es lo que el Señor quería que hiciéramos!
Por la tarde me
habló Alex y me dijo que llegara a la oficina. Me contó que le habían hablado de la compañia de seguros y
que había llegado un señor por la mañana para decirle que querían negociar un
arreglo ¡GLORIA A DIOS! Esto
confirmaba lo que el Señor me había dicho el jueves 28 de este mes de
septiembre. Inmediatamente supe
que eso venía del Señor y era un preámbulo de lo que va a comenzar a suceder en
estos días.
Estando ahí, le
habló el mismo señor, para decirle que quería llegar nuevamente, que le tenía
una proposición. Inmediatamente me
fui y le dije que me avisara a ver cómo le había ido. Más tarde, después de la oración en la
empresa, me llamó para decirme que ya habían llegado a un arreglo y me dijo: “¡GLORIA
A DIOS!”
Miércoles
4 de octubre de 2006
Liturgia
de las horas iv: pág. 1535
Nos levantamos
temprano, para celebrar el décimo quinto cumpleaños de Rober. Había una alegría especial en la casa. Desayunamos juntos, el Señor así lo
quiso. Durante el desayuno,
vinieron 6 urracas y varios chíos y zanates. Reparé que esto era un saludo del Señor a Roberto Adriano,
celebrando que había nacido en el día de San Francisco y por eso nos enviaba
todos estos pajaritos, igual que nos los envió en el día de nacimiento. Yo me sentía, especialmente contento,
pues además ayer había terminado mi semana de ayuno, conforme me dijo el “sanador”
en el Retiro y el Espíritu Santo me decía que hoy iba a comenzar una nueva
etapa de prosperidad.
Después del
desayuno me vine a orar y pude sentir al Señor, nuevamente conmigo, que estaba
en su presencia: que me ve, que me oye. El Espíritu Santo me dijo que abriera el libro de La Liturgia
de Las Horas, para decirme algo. Me
dijo: He
aquí un varón prudente que construyó su casa sobre roca y en cuya boca no se
encontró el engaño; Dios lo eligió para sí como sacerdote. Este es el gran sacerdote que durante su
vida caminó con el Señor y fue hallado justo. Dios lo eligió para sí como
sacerdote. ¡GLORIA A DIOS,
ALABADO SEAS SEÑOR!
Jueves
5 de octubre de 2006
Mateo
5, 13-16; 27-32
Me levanté
preocupado. El Señor, me
dijo: 13 Ustedes son la sal de la tierra… 14
Ustedes son la luz del mundo. 15 nadie enciende una lámpara para
taparla con un cajón, la ponen más bien sobre un candelero y alumbran a todos
los que están en la casa. 16 Hagan, pues, que brille su luz ante los
hombres; que vean estas buenas obras y por ello den gloria al Padre de ustedes
que está en los Cielos. 27 Ustedes han oído que se dijo: « No cometerás adulterio.» 28
Pero yo les digo: Quien mira a una mujer con malos deseos, ya cometió adulterio
con ella en su corazón. 29 Por eso, si tu ojo derecho te está
haciendo caer, sácatelo y tíralo lejos… 31 También se dijo: «El que se divorcie de su mujer, debe darle
un certificado de divorcio.» 32 Pero yo les digo: Si un hombre
se divorcia de su mujer, a no ser por motivo de infidelidad, es como mandarla a
cometer adulterio: el hombre que se case con la mujer divorciada, cometerá
adulterio.
Nos reunimos
con Alex y la reunión fue positiva. Recibí un e-mail de Vidal, que era
positivo.
Por la noche
fuimos a la cena del cuarenta aniversario de ANEP y me confundí de hotel,
encontrándome con los ejecutivos de El Paso y de Globeleq, que iban a
cenar. Me dolió bastante, en el
corazón, que nos tuvieran marginados de su negociación. El Espíritu Santo quiso que pasara por
esa humillación y después El me fue dando más Paz.
Por la tarde
fui a ver a mis papás y la reunión fue positiva, después nos fuimos con mi mamá
al Santísimo y a misa.
Viernes
6 de octubre de 2006
Sirácides
7, 31-35; 8, 1-3
Me levanté a
preparar el programa y después a orar. Le dije al Señor: ¡Habla Señor, tu siervo escucha! Me dijo: 31 Teme al Señor y honra al sacerdote; dale su parte como se te
ha mandado: las primeras cosechas de tu campo, el sacrificio por el pecado, el
lomo de las víctimas, las ofrendas santas y las primicias de las cosas
sagradas. 32 Tiéndele al pobre una mano generosa y recibirás del
Señor una bendición. 33 Que los vivos reciban tus buenas obras y no
olvides a los muertos. 34 No te apartes de los que lloran, sufre con
los que tienen pena. 35 No te olvides de visitar al enfermo: este
tipo de cosas hará que se te quiera. 36 En todo lo que hagas,
acuérdate de tu fin y nunca pecarás. 1 No discutas con un hombre
poderoso: podrías caer en sus manos. 2 No te querelles con un hombre
rico: podría echar su peso en la balanza. 3 No discutas con un
hablador: sería echar leña al fuego.
Recibí un
e-mail que se llama “Espejo del Alma”, sobre un señor que ayuda a una señora
que se le había ido una llanta y no acepta que le pague, sino le dice que hay
se lo dé a una persona más necesitada. Ella para en un restaurante más adelante y la atiende una
señora que estaba esperando un bebé y ella le da en ayuda mil dólares, pues la
ve necesitada. Cuando la señora regresa a la casa, ella todavía se pregunta por
qué la señora sabía que estaban necesitando tanto ese dinero para el parto del
niño, pero contenta besa a su marido que ya estaba dormido y resulta que el
marido era el mismo “Renato” que había cambiado la llanta de la señora. Se me llenaron los ojos de lágrimas, con
esta historia y quisiera tener mucho dinero para ayudar a tantas personas que lo
necesitan. Tenía días de no sentir
el amor del Espíritu Santo, ¡GRACIAS SEÑOR! Comprendí que ése es mi apostolado, ayudar a los más
necesitados y que el Señor nos iba a componer todo lo del juicio.
Me regresó mi Esperanza
que la había perdido desde hace unas semanas, cuando me enfermé con calentura;
que no sé de dónde vino y porqué, para qué? Quizás para que experimentara “el
silencio del Señor”, “La noche oscura”.
Sábado
7 y domingo 8 de octubre de 2006
Liturgia
de las horas IV: pág. 324
Nos levantamos
para ir a rezar el Rosario, con el Santísimo expuesto, en Monte Elena. Carmen
Elena nos dijo que iba a haber este evento de Los Legionarios de Cristo, para
bendecir las Vírgenes Peregrinas y ver si nosotros la quisiéramos recibir por
tres días: “¡La Virgen de Guadalupe!” Fuimos con mi mamá, Ma. Isabel y Celina. Después hubo misa. Yo ya me sentía como
antes de contento y confiado en el Señor. En el programa de ayer, que lo tuvimos que grabar, también ya
sentí la efusión del Espíritu Santo de nuevo. El Padre nos dijo en el sermón que ya había un mandamiento
nuevo. Que ya habían los Diez
Mandamientos del Antiguo Testamento y que esos eran del Padre; los dos del
Nuevo Testamento y que esos eran del Hijo; los cinco de la Iglesia y que esos
eran del Espíritu Santo y ahora el nuevo era el de La Madre, que era quien
faltaba y que era: “Hagan lo que El les
diga.”
Por la tarde
fuimos al campeonato de tenis de mesa con Rober y en la noche a la cena del
cumpleaños de Mónica. Ahí me
encontré y hablamos largamente con el Gral. Gutiérrez y también con el papá de
Fernando. Me contó que mi abuelo
Adriano, había sido jefe de su papá; pues él era el encargado de los parques,
cuando mi abuelo fue alcalde. Que
él fue el encargado de montar la imagen de “El Salvador del Mundo”, frente a la
iglesia de San José; cuyo párroco en ese entonces era Monseñor Urioste, de
quien los Munés son muy amigos. El domingo fuimos de nuevo al campeonato y
Rober ganó dos juegos. Por la
tarde me puse a orar, pues ya me hacía falta. Me dijo: El Señor está cerca, no os inquietéis por cosa alguna. El
Señor está cerca de los que le invocan sinceramente, es decir, de los que
acuden a El con fe recta, esperanza firme y caridad perfecta; El sabe en efecto
lo que vos necesitáis ya antes que lo pidáis; El está siempre dispuesto a venir
en ayuda de las necesidades de quienes le sirven fielmente. El Señor está cerca
de los atribulados, salva a los abatidos, aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. Si nosotros procuramos observar lo que El nos
manda, El no tardará en darnos lo que prometió. O sea: “Hagan lo que El les diga”, que es el nuevo
mandamiento de lo que nos habló el padre ayer.
"Tienen que tener confianza en la misericordia de Jesucristo, que levanta a los caídos, les da el remedio adecuado y los lleva al estado de salvación"
San Juan de Avila