Al acercarse el fin de año, de sobra existen
artículos sobre sus resultados, sobretodo en el área económica. Este año no es la excepción y la verdad
es que todos ellos no nos dan mucha esperanza; dándonos a entender y en lo
personal creo que, muy objetivamente, que estamos pasando por tiempos muy
difíciles y las perspectivas de que algo cambie son muy pocas; pues la
confianza ciudadana en los políticos está bastante deteriorada.
No existiendo mucho positivo sobre que comentar, el
propósito ha sido el de encontrar “algo” optimista, dentro de todo este
ambiente pesimista en que estamos inmersos y que contrasta con todo lo que cada
comentarista quiere hacernos dar a entender; dependiendo con el espejo que lo
mira.
En primer lugar, se debe reconocer como algo positivo
lo expresado por el secretario técnico de la presidencia, en cuanto que, en el
área social: “Hemos realizado la inversión más grande de la historia” y la cual, según sus declaraciones,
asciende a un total de $833 millones en proyectos de “protección social e infraestructura”. No es la intención entrar en la valorización de
tales logros o a la eficiencia con que se hicieron los mismos, pues de esto ya
se encargarán los mismos salvadoreños no beneficiados; pero lo que sí hay que
recalcar, es que sí hubo una gran cantidad de familias beneficiadas con estos
programas y eso, indudablemente demuestra, cuando menos, que el gobierno actual
ha tenido como agenda prioritaria el de ayudar a las personas mas necesitadas;
que es algo que todos los gobiernos deben favorecer.
En segundo lugar y para comenzar a tener un poco de
esperanza, después de la serie de confrontaciones entre los distintos órganos
del Estado y que tienen a prueba la institucionalidad democrática, el año
cierra con una “nota” positiva y que es la elección, por unanimidad, del actual
Fiscal General; lo que eventualmente permitirá que todo se vaya enmarcando de
acuerdo a la Constitución de la República, que es como debe ser. Esto pone en evidencia que hay voluntad
que nuestra democracia se siga perfeccionando y sobretodo que sí existen,
todavía, algunos dirigentes políticos que son capaces de anteponer los
intereses del país, ante los propios.
En tercer lugar, también se tiene un balance muy positivo
en la reducción de la violencia y esto es algo que no se debe a ningún partido
político o que se pueda atribuir a ninguna persona en lo particular, sino a la
pura “divina providencia de Dios”, pues se debe a la espontánea “oferta de paz”
ofrecida por los máximos dirigentes de las dos pandillas más importantes y que
muchos líderes del país no le han puesto mayor atención o más bien no la
quieren creer; aunque es evidente los avances positivos que esto ha producido y
lo cual ha beneficiado a miles de familias.
Pareciera que los avances mencionados no tienen
nada en común, pues el primero se refiere al área social, el segundo a la
esencia de la democracia y el tercero a la seguridad ciudadana.
Sin embargo, sin nadie coordinarlo, ni siquiera
notarlo, todos ellos tienen un “hilo conductor” y que es el que todos se enmarcan
dentro de los más grandes anhelos de todos los salvadoreños, por los que por
décadas se luchó entre hermanos y que son los de tener: a) una sociedad mas
igualitaria, b) un estado democrático de derecho consolidado y c) una “verdadera”
paz.
Siendo el próximo año, un año de campaña electoral,
dependerá de los próximos candidatos a presidente el que estos logros se puedan
concretizar en un verdadero avance hacia al futuro; procurando olvidar los
revanchismos del pasado y anteponiendo los intereses del país, por sobretodo.
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