Martes 24 de
octubre de 2006
Jeremías
7, 22-23
Marcos
10, 47-49
Me levanté
temprano a orar y no pude orar mucho, pues tengo que ir al juzgado para el
juicio de un proveedor, para decidir si la deuda con ellos es penal o mercantil. Me siento tranquilo y
confiado en la voluntad del Señor. En mis oraciones me acordé de cuando Pedro estaba en la
cárcel durmiendo, tranquilo, confiado en la voluntad del Señor, así me siento. El Señor, me dijo: 22 … Cuando yo saqué a sus padres de Egipto, no les hablé ni
les ordené nada referente a sacrificios y holocaustos. 23 Lo que les
mandé, más bien, fue esto: “Escuchen mi voz, y yo seré su Dios y ustedes serán
mi pueblo. Caminen por el camino que les indiqué para que siempre les vaya
bien.” Como no vamos a
estar el próximo sábado, hoy vamos a grabar el programa del sábado y sentí el
llamado del Espíritu Santo que me quería decir algo en ese evangelio. Me
dijo: 47 «¡Jesús, Hijo de David, ten compasión
de mí! 49 Y llamaron al ciego diciéndole: ¡Animo, levántate porque
El te llama!
Miércoles
25 de octubre de 2006
Nos levantamos
temprano para ir a Houston. Llegamos
y nos reunimos con los abogados, no estaba Ron y Vidal había tomado el
liderazgo. Llevó a un experto, que
me pareció que entendía mejor el caso que nadie; pero supe que, estábamos de
nuevo, como en el primer paso con Mark.
Que ya a Ron no le interesaba el caso, lo mismo que a Richard.
Llamé a San
Salvador para preguntar qué había decidido la Juez y me sentí desmayar cuando
me confirmaron que la Juez había decretado que sí había estafa de parte mía y
que me prohibía salir del país y reportarme al juzgado cada treinta días. ¿Señor, adónde estás? ¡Sálvame,
Señor! Me sentí bien mal, sobre
todo porque yo estaba seguro que el Señor me iba a librar de ese peligro y no
lo hizo. Comencé a orar y el
Espíritu Santo me comenzó a instruir en que si eso había pasado, pues esa era
la voluntad de Dios y por lo tanto es para mejor. Eso me fue haciendo sentir mejor, pero el sentimiento era
bien fuerte, pues no nos estaba yendo bien con los abogados de Houston y por el
otro lado, ahora me prohibían salir del país. Sólo mi Esperanza en el Señor hizo que me pudiera sobreponer
y controlar mi depresión.
Jueves 26 de
octubre de 2006
Nos levantamos
temprano para ir a misa de 7:00 a.m. a St. Ann y hacer toda nuestra rutina.
Llegamos temprano a la oficina de John McDowell, no había llegado nadie. No llegó Ron, sino sólo Greg y
comenzamos con lo mismo. Fue un
poco menos frustrante que la semana anterior. Globeleq llegó y nos dijeron que lo que querían era comprar
nuestra participación. Nosotros les dijimos que no queríamos vender, así es que se fueron.
Ya por la
tarde, cuando John vio que no íbamos a llegar a nada, se le ocurrió la idea que
El Paso nos financie la deuda de los bancos y lo de los abogados. A todo el mundo le pareció una gran
idea, pero no a mí. Sin embargo,
aún así autorizamos que se caminara sobre eso y se convocó a los bancos para el
martes de la próxima semana.
Al salir de la
mediación, le comenté a Alex que me sentía bien alejado de Dios, sin comprender
porqué no nos ayuda. Nos fuimos a
cenar y tuvimos una discusión bastante fuerte, no comprendiendo ambos porqué no
nos entendíamos. De pronto, él me
aceptó que no habíamos coordinado bien nuestros planteamientos y entonces volví
a empezar a sentir la presencia de Dios entre nosotros. Comprendí entonces que no debíamos
forzar nada en la mediación, pues el Señor se va a encargar que las cosas
sucedan a nuestro favor. No nosotros, sino El, depositarnos en su voluntad. Sin embargo, esto le cuesta a Alex y esto
es el conflicto entre los dos. Comencé
a orar por Alex, para que el Señor le aumente su Fe, Esperanza y Caridad. ¡VIRGEN
SANTISIMA, SÁLVANOS!
Viernes
27 de octubre de 2006
Fuimos a misa y
después a andar en Metro y al “Museum of Fine Arts”. Me gustó mucho, pues tenían muchos cuadros de paisajes
bíblicos, inclusive una de Jesús jugando con Juan Bautista. Además, había un Rembrandt, muy
impresionante. Al volvernos a reunir con los abogados, Vidal sólo nos contó que
habían quedado de reunirse con los bancos el próximo martes.
Sábado
28 de octubre de 2006
Fuimos a misa
temprano y yo pensaba ir a St. Ann, pero el Espíritu Santo hizo que no me diera
cuenta cuándo cruzar y fuimos a St. Michael. Father John, el sacerdote viudo, habló sobre cómo la iglesia
verdadera es la iglesia de los apóstoles y son ellos los que se han venido
sucediendo, hasta los días de hoy. Entonces comprendí que la charla era para que Alex la oyera. Oré por él, pidiéndole al Espíritu Santo
que entre en su corazón y le dé un corazón de “carne”. Pasamos de shopping todo el día. Llegamos a San Salvador hasta las 9:30
de la noche.
Domingo
29 de octubre de 2006
Salmo
144
El domingo me
lo pasé terminando el nuevo documento que les iba a enviar a los abogados. Por
la mañana fuimos a la Caminata del Encuentro No. 50. Llegaron casi todos los del grupo y pasamos bien contentos. Por la noche me puse a orar, pidiéndole
al Espíritu Santo que me ilumine para saber qué era lo que estaba pasando en la
mediación y qué era lo que debíamos esperar en el futuro. ¿Señor, qué quieres que haga?, le
preguntaba. Me contestó: 1 Bendito sea el Señor, Roca mía, que mis manos adiestra para
el combate y mis dedos para la batalla. 2 El es mi refugio y mi
baluarte, mi fortaleza y mi libertador, mi escudo en que me amparo, él humilla
a los pueblos a mis pies. 7 Desde lo alto tiéndeme tus manos,
sálvame sacándome de las aguas profundas y de las manos de los hijos de
extranjeros, 8 cuya boca dice falsedades y su diestra es una diestra
de perjurio. 12 Aquí están nuestros hijos como plantas que van
creciendo desde su niñez; nuestras hijas son columnas angulares esculpidas en
el frontis de un palacio. 13 Están nuestros graneros muy cargados,
rebosantes de toda clase de cosechas. 14 Nuestras bestias viajan muy
cargadas. No hay hoyos en los muros ni rendiciones, ni gritos de lamento en
nuestras plazas. 15 Dichoso el pueblo que esta suerte tiene, dichoso
el pueblo cuyo Dios es el Señor.
"La pobreza hace percibir mejor, en todas las cosas, la inspiración del Espíritu Santo; hace caminar expeditamente por el camino de la virtud, como caminante libre de peso."
San Ignacio de Loyola
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