Lunes
25 de septiembre de 2006
Gálatas
5, 1-26
Me levanté
sintiéndome mejor y pidiéndole al Señor que me iluminara y ayudara a comprender
porqué no había sentido nada en la imposición de manos. Me contestó: 1 Cristo nos liberó para
ser libres. Manténganse, pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la
esclavitud. 24 Los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la
carne con sus impulsos y deseos. 25 Si ahora vivimos según el
espíritu, dejémonos guiar por el Espíritu; 26 depongamos toda
vanagloria, dejemos de querer ser más que los demás y de ser celosos. Pasé todo el día triste,
sintiéndome lejos del Señor. No me
dieron ganas de ir a trabajar, pues de todas maneras no tengo nada que ir a
hacer. Me fui al Santísimo, a
pedirle al Señor su misericordia, pues ya no sentía, ni que sabía, ni qué pedir. Después fui a misa y comulgué, pero la distancia
con el Señor continuó. ¿Qué me
pasa, Señor? ¿Por qué te alejas de mí? Siento mi vida como de noche… en tinieblas.
Por la noche
fuimos a la reunión del grupo y todos estaban llenos del Espíritu Santo y eso
me dio ánimos. Bendito sea Dios,
alabado y glorificado sea nuestro Señor Jesucristo.
Martes
26 de septiembre de 2006
Cantar
de los cantares 8, 1-3
Isaías
40, 1-2
Marcos
1, 15
Hoy
hice ayuno, conforme a lo que me dijo
el "sanador" en el Retiro
Me levanté a
orar, pidiéndole al Señor que me hable. Me dijo: 1 ¡Ah, si tú fueras hermano mío, alimentado con el pecho de mi
madre! Te podría besar al encontrarte afuera sin que me despreciaran. 2
Te llevaría a la casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió. Te
daría a beber vino fragante y un licor hecho de granada. 3 Su
izquierda se desliza bajo mi cabeza y su derecha me abraza. Luego, Sylvia Regina me trajo un
mail de Rosario, de junio 7, 2005, que decía: 1 Consuelen, dice Yavé, tu Dios, consuelen a mi pueblo. 2
Hablen a Jerusalén, hablen a su corazón y díganle que su jornada ha terminado,
que ha sido pagada su culpa, pues ha recibido de manos de Yavé doble castigo
por todos sus pecados. Más
tarde me trajo una tarjetita con una de las citas: 15 Ha llegado el tiempo y el Reino de Dios está cerca,
vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias.
Pasé todo el
día en ayuno y sin nada que hacer. Me llamaron de la Fiscalía y Marco Tulio me dijo que ayer
llegaron dos abogados, buscando a La Casa Castro. Me sentí solo y abandonado, siento al Señor bien lejos, como
nunca me había sentido en mucho tiempo.
Sin embargo le decía: Señor, a quién iremos? ¡Sólo tú, tienes Palabra de
vida eterna!
Miércoles
27 de septiembre de 2006
Mateo
15, 22-28
Me levanté a
orar y el Señor me dijo: ¡Trabajamos harto y no pescamos nada: ¡Aumenta nuestra fe!
22 Una mujer
cananea, que llegaba de ese territorio, empezó a gritar: ¡Señor, hijo de David,
ten compasión de mí! 28 Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande
es tu fe! Que se cumpla tu deseo.» Y en aquel momento quedó sana su hija.
Pasé un día
igual, falto de Fe, sintiendo al Señor lejos. No pude ir a misa. ¿Hasta cuándo Señor, hasta cuándo?
Me reuní con
Guayo y la reunión fue positiva. Hablamos
mucho de el Señor y veo que ya ha empezado a leer la Palabra – ¡GLORIA A DIOS!
Por la noche
fuimos a recibir el homenaje a mi papá, en ocasión de la celebración de los 75
años de la Sociedad Dental y oir ser el de los fundadores y primera Junta
Directiva. Fuimos todos los
hermanos y hermanas con sus esposos y esposas y mi mamá. Después fuimos a la
casa de Lorena, a conocerla, pues no habíamos ido. La reunión fue muy positiva, como las de antes, como si nada
hubiera pasado. Fue un mensaje del
Señor, que está con nosotros.
Jueves
28 de septiembre de 2006
Salmo
13
Salmo
34, 18
Jeremías
42, 11-12
Me levanté a
orar, pidiéndole al Señor su misericordia y su Paz. Que me hiciera sentir su Amor y su Esperanza, pues me siento
bien triste. Me dijo: 2 ¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me
ocultarás tu rostro? 3 ¿Hasta cuándo sentiré angustia en mi alma y
tristeza en mi corazón, día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo triunfará a
costa mía? 4 ¡Señor, Dios mío, mírame y respóndeme! Ilumina mis ojos
para que no me duerma con los muertos, 5 y no diga mi enemigo que
acabó conmigo, ni mis adversarios se alegren al verme vacilar. 6 En
cuanto a mí, confío en tu bondad; conoceré la alegría de tu salvación y cantaré
al Señor que me ha tratado bien.
Luego, Sylvia
Regina vino y me dijo que le había estado pidiendo al Señor que le ayudara,
para ayudarme y me enseñó una de las tarjetitas que decía: “El Señor está
cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la
esperanza.”
No pasó nada en
todo el día. Nos reunimos con Alex
y no tenemos nada que hacer, pero la reunión fue positiva. Me vine a la casa temprano, buscando al
Señor, queriendo sentirlo cerca. Me
puse a orar, el Señor me dijo: 11 No teman al rey de
Babilonia, que tanto susto les causa; no lo teman, dice Yavé, pues estoy con
ustedes para salvarlos y para librarlos de sus manos. 12 Yo pondré
en su corazón sentimientos de piedad hacia ustedes, y él se compadecerá de
ustedes, permitiéndoles que regresen a su patria.
Por la noche
fuimos a la asamblea de Encuentros. Al regresar, Sylvia Regina me dijo que durante la Eucaristía,
el Espíritu Santo le había dicho que lo que me estaba pasando era un ataque del
maligno, pues está enojado por todo el bien que está ocurriendo en el grupo y
que debíamos protegernos. Llegaron
todos los del grupo, excepto los Dreyfus, que habló Beatriz para disculparse,
pues se sentía cansada.
Viernes
29 de septiembre de 2006
Hechos
12, 6-11
No me quería
levantar, pues siento pereza de comenzar un nuevo día. Le pedí al Señor que me ayudara a
comprender su voluntad. Estaba
orando, cuando se acercó Sylvia Regina y me dijo la siguiente Palabra: 6 Llegaba el día en que Herodes iba a hacerlo comparecer;
aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos
cadenas, y otros guardias custodiaban la puerta de la cárcel. 7 De
repente la celda se llenó de luz: ¡estaba el ángel del Señor! El ángel tocó a
Pedro en el costado y lo despertó diciéndole: «¡Levántate enseguida!» Y se le
cayeron las cadenas de las manos. 8 El ángel le dijo en seguida:
«Ponte el cinturón y las sandalias.» Así lo hizo, y el ángel agregó: «Ponte el
manto y sígueme.» 9 Pedro salió tras él; no se daba cuenta de que lo
que estaba ocurriendo con el ángel era realidad, y todo le parecían visiones. 10
Pasaron la primera y la segunda guardia y llegaron a la puerta de hierro que
daba a la ciudad, la cual se les abrió sola. Salieron y se metieron por un
callejón y de repente lo dejó el ángel. 11 Entonces Pedro volvió en
sí y dijo: «Ahora no cabe duda: el
Señor ha enviado a su ángel para rescatarme de las manos de Herodes y de todo
lo que proyectaban los judíos contra mí.»
Sábado
30 y domingo 1 de octubre de 2006
Números
11, 1-23
Me levanté a
preparar el programa, como falto de Fe, de Esperanza y no sintiendo el Amor del
Señor cerca. De repente, sin yo
esperarlo, ni pedirlo, me dijo: 1 El pueblo murmuró
malvadamente a los oídos de Yavé. Yavé lo oyó y se enojó: Se encendió el fuego
de Yavé contra el pueblo y devoró las primeras tiendas del campamento. 2
Entonces el pueblo le suplicó a Moisés. Moisés intercedió ante Yavé y el fuego
se apagó. 10 Moisés oyó que el pueblo lloraba, cada familia a la
entrada de su tienda, mientras ardía la cólera de Yavé. Moisés se afectó mucho
por eso. 11 Le dijo a Yavé: ¿Por qué tratas tan mal a tu servidor?
¡No me has hecho ningún favor al imponerme la carga de todo este pueblo! 12
¿Soy yo acaso quién lo dio a luz para que me digas: Llévalo en tu seno, como la
nodriza lleva a su bebé, al país que prometiste bajo juramento a nuestros
padres? 13 Todo el pueblo viene a mí para decirme: ¡Danos carne,
queremos comerla! Pero ¿De dónde voy a sacar carne para dársela? 14
¡No puedo conducir solo a este pueblo, es demasiado peso para mí! 15
Si es así como me quieres tratar, mejor mátame, te lo ruego; con eso me harías
un favor y me vería libre de esta desgracia! 16 Yavé le respondió a
Moisés: «Júntame setenta ancianos de Israel… y llévalos a la Tienda de las
Citas… 17 Bajaré y hablaré contigo; luego tomaré mi espíritu que
está en ti y se lo pondré a ellos. Llevarán contigo la carga del pueblo y ya no
tendrás que llevarlo solo. 18 Dirás al pueblo: Santifíquense para
mañana, comerán carne ya que vinieron a llorar a los oídos de Yavé. Pues
ustedes dijeron: ¿Quién nos dará carne para comer? ¡Estábamos tan bien en
Egipto! Yavé les dará carne y la comerán. 19 La comerán no sólo uno
o dos, o siquiera cinco, diez o veinte días, 20 sino todo un mes,
hasta que les salga por las narices y sientan asco de ella. 20
Moisés dijo: «El pueblo al que pertenezco consta de seiscientos mil hombres de
a pie, y tú dices: ¿¡Les voy a dar carne y la comerán todo un mes!? 23
Yavé le dijo a Moisés: «¡Así que la mano de Yavé es muy corta! Ahora verás si
mi palabra se cumple o no.»
"La vida es solo un corto período de prueba que se nos ha dado, únicamente, para merecer con Tu gracia, entrar en el cielo."
Beato Carlos de Foucauld
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