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Canonización de Monseñor Romero

lunes, 17 de diciembre de 2012

Cronología de un Milagro - Septiembre 2006-IV

Lunes 25 de septiembre de 2006

Gálatas 5, 1-26

Me levanté sintiéndome mejor y pidiéndole al Señor que me iluminara y ayudara a comprender porqué no había sentido nada en la imposición de manos.  Me contestó: 1 Cristo nos liberó para ser libres. Manténganse, pues, firmes y no se sometan de nuevo al yugo de la esclavitud. 24 Los que pertenecen a Cristo Jesús han crucificado la carne con sus impulsos y deseos. 25 Si ahora vivimos según el espíritu, dejémonos guiar por el Espíritu; 26 depongamos toda vanagloria, dejemos de querer ser más que los demás y de ser celosos.  Pasé todo el día triste, sintiéndome lejos del Señor.  No me dieron ganas de ir a trabajar, pues de todas maneras no tengo nada que ir a hacer.  Me fui al Santísimo, a pedirle al Señor su misericordia, pues ya no sentía, ni  que sabía, ni qué pedir.  Después fui a misa y comulgué, pero la distancia con el Señor continuó.  ¿Qué me pasa, Señor? ¿Por qué te alejas de mí?  Siento mi vida como de noche… en tinieblas.
Por la noche fuimos a la reunión del grupo y todos estaban llenos del Espíritu Santo y eso me dio ánimos.  Bendito sea Dios, alabado y glorificado sea nuestro Señor Jesucristo.

Martes 26 de septiembre de 2006

Cantar de los cantares 8, 1-3
Isaías 40, 1-2
Marcos 1, 15

Hoy hice ayuno, conforme a lo que me dijo
el "sanador" en el Retiro

Me levanté a orar, pidiéndole al Señor que me hable. Me dijo:  1 ¡Ah, si tú fueras hermano mío, alimentado con el pecho de mi madre! Te podría besar al encontrarte afuera sin que me despreciaran. 2 Te llevaría a la casa de mi madre, a la habitación de la que me concibió. Te daría a beber vino fragante y un licor hecho de granada. 3 Su izquierda se desliza bajo mi cabeza y su derecha me abraza.  Luego, Sylvia Regina me trajo un mail de Rosario, de junio 7, 2005, que decía:  1 Consuelen, dice Yavé, tu Dios, consuelen a mi pueblo. 2 Hablen a Jerusalén, hablen a su corazón y díganle que su jornada ha terminado, que ha sido pagada su culpa, pues ha recibido de manos de Yavé doble castigo por todos sus pecados.  Más tarde me trajo una tarjetita con una de las citas:  15 Ha llegado el tiempo y el Reino de Dios está cerca, vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias. 
Pasé todo el día en ayuno y sin nada que hacer.  Me llamaron de la Fiscalía y Marco Tulio me dijo que ayer llegaron dos abogados, buscando a La Casa Castro.  Me sentí solo y abandonado, siento al Señor bien lejos, como nunca me había sentido en mucho tiempo.  Sin embargo le decía: Señor, a quién iremos? ¡Sólo tú, tienes Palabra de vida eterna!

Miércoles 27 de septiembre de 2006

Mateo 15, 22-28

Me levanté a orar y el Señor me dijo:  ¡Trabajamos harto y no pescamos nada: ¡Aumenta nuestra fe! 22 Una mujer cananea, que llegaba de ese territorio, empezó a gritar: ¡Señor, hijo de David, ten compasión de mí! 28 Entonces Jesús le dijo: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo.» Y en aquel momento quedó sana su hija. 
Pasé un día igual, falto de Fe, sintiendo al Señor lejos.  No pude ir a misa.  ¿Hasta cuándo Señor, hasta cuándo?
Me reuní con Guayo y la reunión fue positiva.  Hablamos mucho de el Señor y veo que ya ha empezado a leer la Palabra – ¡GLORIA A DIOS!  
Por la noche fuimos a recibir el homenaje a mi papá, en ocasión de la celebración de los 75 años de la Sociedad Dental y oir ser el de los fundadores y primera Junta Directiva.  Fuimos todos los hermanos y hermanas con sus esposos y esposas y mi mamá. Después fuimos a la casa de Lorena, a conocerla, pues no habíamos ido.  La reunión fue muy positiva, como las de antes, como si nada hubiera pasado.  Fue un mensaje del Señor, que está con nosotros.

Jueves 28 de septiembre de 2006

Salmo 13
Salmo 34, 18
Jeremías 42, 11-12

Me levanté a orar, pidiéndole al Señor su misericordia y su Paz.  Que me hiciera sentir su Amor y su Esperanza, pues me siento bien triste.  Me dijo:  2 ¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro? 3 ¿Hasta cuándo sentiré angustia en mi alma y tristeza en mi corazón, día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo triunfará a costa mía? 4 ¡Señor, Dios mío, mírame y respóndeme! Ilumina mis ojos para que no me duerma con los muertos, 5 y no diga mi enemigo que acabó conmigo, ni mis adversarios se alegren al verme vacilar. 6 En cuanto a mí, confío en tu bondad; conoceré la alegría de tu salvación y cantaré al Señor que me ha tratado bien. 
Luego, Sylvia Regina vino y me dijo que le había estado pidiendo al Señor que le ayudara, para ayudarme y me enseñó una de las tarjetitas que decía:  “El Señor está cerca, para salvar a los que tienen el corazón hecho pedazos y han perdido la esperanza.” 
No pasó nada en todo el día.  Nos reunimos con Alex y no tenemos nada que hacer, pero la reunión fue positiva.  Me vine a la casa temprano, buscando al Señor, queriendo sentirlo cerca.  Me puse a orar, el Señor me dijo:  11 No teman al rey de Babilonia, que tanto susto les causa; no lo teman, dice Yavé, pues estoy con ustedes para salvarlos y para librarlos de sus manos. 12 Yo pondré en su corazón sentimientos de piedad hacia ustedes, y él se compadecerá de ustedes, permitiéndoles que regresen a su patria. 
Por la noche fuimos a la asamblea de Encuentros.  Al regresar, Sylvia Regina me dijo que durante la Eucaristía, el Espíritu Santo le había dicho que lo que me estaba pasando era un ataque del maligno, pues está enojado por todo el bien que está ocurriendo en el grupo y que debíamos protegernos.  Llegaron todos los del grupo, excepto los Dreyfus, que habló Beatriz para disculparse, pues se sentía cansada.

Viernes 29 de septiembre de 2006

Hechos 12, 6-11

No me quería levantar, pues siento pereza de comenzar un nuevo día.  Le pedí al Señor que me ayudara a comprender su voluntad.  Estaba orando, cuando se acercó Sylvia Regina y me dijo la siguiente Palabra:  6 Llegaba el día en que Herodes iba a hacerlo comparecer; aquella misma noche Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas, y otros guardias custodiaban la puerta de la cárcel. 7 De repente la celda se llenó de luz: ¡estaba el ángel del Señor! El ángel tocó a Pedro en el costado y lo despertó diciéndole: «¡Levántate enseguida!» Y se le cayeron las cadenas de las manos. 8 El ángel le dijo en seguida: «Ponte el cinturón y las sandalias.» Así lo hizo, y el ángel agregó: «Ponte el manto y sígueme.» 9 Pedro salió tras él; no se daba cuenta de que lo que estaba ocurriendo con el ángel era realidad, y todo le parecían visiones. 10 Pasaron la primera y la segunda guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió sola. Salieron y se metieron por un callejón y de repente lo dejó el ángel. 11 Entonces Pedro volvió en sí y dijo: «Ahora  no cabe duda: el Señor ha enviado a su ángel para rescatarme de las manos de Herodes y de todo lo que proyectaban los judíos contra mí.»

Sábado 30 y domingo 1 de octubre de 2006

Números 11, 1-23

Me levanté a preparar el programa, como falto de Fe, de Esperanza y no sintiendo el Amor del Señor cerca.  De repente, sin yo esperarlo, ni pedirlo, me dijo:  1 El pueblo murmuró malvadamente a los oídos de Yavé. Yavé lo oyó y se enojó: Se encendió el fuego de Yavé contra el pueblo y devoró las primeras tiendas del campamento. 2 Entonces el pueblo le suplicó a Moisés. Moisés intercedió ante Yavé y el fuego se apagó. 10 Moisés oyó que el pueblo lloraba, cada familia a la entrada de su tienda, mientras ardía la cólera de Yavé. Moisés se afectó mucho por eso. 11 Le dijo a Yavé: ¿Por qué tratas tan mal a tu servidor? ¡No me has hecho ningún favor al imponerme la carga de todo este pueblo! 12 ¿Soy yo acaso quién lo dio a luz para que me digas: Llévalo en tu seno, como la nodriza lleva a su bebé, al país que prometiste bajo juramento a nuestros padres? 13 Todo el pueblo viene a mí para decirme: ¡Danos carne, queremos comerla! Pero ¿De dónde voy a sacar carne para dársela? 14 ¡No puedo conducir solo a este pueblo, es demasiado peso para mí! 15 Si es así como me quieres tratar, mejor mátame, te lo ruego; con eso me harías un favor y me vería libre de esta desgracia! 16 Yavé le respondió a Moisés: «Júntame setenta ancianos de Israel… y llévalos a la Tienda de las Citas… 17 Bajaré y hablaré contigo; luego tomaré mi espíritu que está en ti y se lo pondré a ellos. Llevarán contigo la carga del pueblo y ya no tendrás que llevarlo solo. 18 Dirás al pueblo: Santifíquense para mañana, comerán carne ya que vinieron a llorar a los oídos de Yavé. Pues ustedes dijeron: ¿Quién nos dará carne para comer? ¡Estábamos tan bien en Egipto! Yavé les dará carne y la comerán. 19 La comerán no sólo uno o dos, o siquiera cinco, diez o veinte días, 20 sino todo un mes, hasta que les salga por las narices y sientan asco de ella. 20 Moisés dijo: «El pueblo al que pertenezco consta de seiscientos mil hombres de a pie, y tú dices: ¿¡Les voy a dar carne y la comerán todo un mes!? 23 Yavé le dijo a Moisés: «¡Así que la mano de Yavé es muy corta! Ahora verás si mi palabra se cumple o no.»


"La vida es solo un corto período de prueba que se nos ha dado, únicamente, para merecer con Tu gracia, entrar en el cielo."

Beato Carlos de Foucauld 

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