Lunes 6 de junio de 2005
Salmo 147
Isaías 40, 1-2
Me levanté temprano a orar, me
sentía contento y comprendía que la felicidad me venía de rezar los siete
Rosarios diarios. Podía sentir
como el Señor iba haciendo crecer el Niño Jesús en mi corazón y mi gozo y paz
iban aumentando. Me dijo: 1 Alaben al Señor porque El es bueno, canten a nuestro Dios
porque es amable, porque a El le conviene la alabanza. 2 Reconstruye
el Señor Jerusalén, reúne a los exiliados de Israel, 3 Sana los
corazones destrozados y venda sus heridas. 5 Grande es nuestro
Señor, todo lo puede, no se puede medir su inteligencia. 6 Reanima
el Señor a los humildes, pero humilla hasta el polvo a los malvados. 7
Entonen al Señor la acción de gracias, para nuestro Dios toquen sus arpas. 9
El entrega a las bestias su alimento y a las crías del cuervo cuando
graznan. 10 No le atraen los bríos del caballo, ni un hombre por sus
músculos le agrada; 11 se complace el Señor en los que le temen, en
los que esperan en su amor. 12 ¡Glorifica al Señor, Jerusalén, a tu
Dios alaba, oh Sión! 13 El refuerza las trancas de tus puertas y
bendice a tus hijos en tu seno; 14 guarda en paz tus fronteras, te
da del mejor trigo en abundancia. 19 A Jacob le revela su palabra,
sus leyes y sus juicios a Israel. 20 Con ningún otro pueblo ha
actuado así, ni les dio a conocer sus decisiones. ¡Aleluya! Nos reunimos con Gene para
preparar los depositions y no sentimos que nos preparó muy bien, pero lo
dejamos todo en manos del Señor.
Esa misma tarde, Rosario estaba orando en nuestra casa pues habían
quedado de reunirse en nuestra casa los del grupo de oración de Sylvia Regina,
pero no vino nadie más que ella.
El Señor le dijo que nos dijera: 1 Consuelen, dice Yavé, tu Dios, consuelen a mi pueblo. 2
Hablen a Jerusalén, hablen a su corazón, y díganle que su jornada ha terminado,
que ha sido pagada su culpa, pues ha recibido de manos de Yavé doble castigo
por todos sus pecados. Gracias Señor, bendito y alabado seas.
Martes 7 de junio de 2005
Nos levantamos temprano para ir a
misa y después nos fuimos a la oficina de Vidal, que iba llegar John para
hablar sobre el indemnity. La
reunión resultó muy positiva para el caso y por la tarde Vidal nos planteó que
él creía que John debía ser incorporado al equipo de abogados, pues él tenía un
conocimiento del caso que nadie más tiene. Hasta ese entonces, yo no había entendido su motivación para
venir desde Nueva Orleans, pues me costaba pensar que sólo era por “buena
gente”; sin embargo, cuando Vidal dijo eso me acordé de la profecía de Edith
del día 14 de marzo, que nos dijo que: “algo iba a suceder en el caso, que algo
que se había como traspapelado iba a salir a luz y que eso iba a voltear el
caso en nuestra cuenta”. Al
momento Sylvia Regina me pasó un papel que decía: “Esto es lo que nos dijo Edith”.
Comprendí que esa era la
confirmación que nos daba el Señor – Bendito sea Dios. ¡Alabado sea el Señor! Me sentí contento y con gozo, con ganas
de saltar. Inmediatamente dijimos
que sí y me sorprendió como rápidamente todos aceptaron la negociación de sus
comisiones para que se incorporara.
¡Sólo podía venir de Dios!
Pasamos dando gracias al Señor a la iglesia de St. Ann. La nota de Sylvia Regina decía: “Siento que esto es lo que Edith nos
dijo que iba a aparecer alguna prueba que iba a ser contundente – ¡Gloria a
Dios! ¡El milagro fue la
reconciliación de la familia y esto lo prueba!!!”
Miércoles 8 de junio de 2005
Nos levantamos temprano, fuimos a
misa y llegamos para el deposition de Alex. Comenzó el deposition y nos dimos cuenta que no habíamos
sido bien preparados por Gene, pues a Alex lo sorprendieron con varias
preguntas complicadas. Salimos
preocupados y cabizbajos del deposition, no entendiendo porqué el Señor no nos
había ayudado, pues yo pasé orando todo el tiempo; pidiéndole su misericordia y
que iluminara a Alex, pero no sentí que fue así.
Pasamos a St. Ann para agradecerle,
pues obviamente El estaba con nosotros y lo que pasaba es que no lo
entendíamos. Noté que ya estaba en
otra etapa de mi relación con Dios, pues aunque yo sentía que nos había ido
mal, estaba convencido que “siempre era
para mejor” y lo que pasaba es que no lo comprendía y el Señor sabía porqué
lo había hecho, “El sabe y El me ama”. En el Santísimo, lo que le pedía era
que me iluminara pues me sentía bien devastado y Alex también, lo cual me dolía
más.
Jueves 9 de junio de 2005
No pude dormir bien toda la noche,
pensando en todo lo que tenía que repetir y decir. Me sentía nervioso e inseguro, como nunca. Mi única confianza era en el Señor y
que El nos iba a ayudar. Fuimos a
misa a St. Ann, después de misa me postré ante el Señor para que fuera El quien
hablara y no yo, que me iluminara para saber que decir. Al momento del deposition vino Alex y
oramos juntos, pidiéndole su bendición e iluminación. El Deposition estuvo bien, pero me ocurrió algo que no pude
entender. Me pasé preguntando si
fue el Espíritu Santo quien puso esas palabras en mi boca, así es que “deposité
todo en su voluntad” y cuando regresamos a la iglesia de St. Ann para
agradecerle al Señor los resultados del día, le dije: “Señor, tu sabes cómo me siento de mal, dame fortaleza y
aumenta mi confianza en Ti y que se haga tu voluntad, pues aunque no lo
entendamos ahora, esto siempre será para mejor”. Desde el inicio del deposition puse un Rosario en la mesa,
enfrente de mi y a la vista de todos y eso me daba una gran seguridad que la
Virgen Santísima estuvo con nosotros y que por tanto nada podía haber salido
mal, era sólo que nosotros no lo entendíamos.
Por la noche, fuimos a cenar con
Vidal y Debbie y John y su novia, la cena fue muy positiva, el Señor hizo su
obra.
Viernes 10 de junio de 2005
Romanos 8, 28
Efesios 5, 20
Hoy viernes no pasó mayor cosa. Me levanté cabizbajo y preocupado por
el deposition de ayer, pero al mismo tiempo confiado en que esa fue la voluntad
del Señor y por tanto, eso era lo mejor - ¿Si Dios está con nosotros, quién
contra nosotros? Pero tengo que
confesar que mi parte humana me pesaba bastante, para hacerme dudar de si yo
había cometido algún error.
Existía un conflicto en mí, diciéndome mi lado humano que era posible
que hubiera cometido un error y por el otro mi alma, que confiada en la Palabra
del Señor que dice: Todo resulta para bien, para los que confían en Dios, me
decía que todo había salido según la voluntad del Señor y no la mía y que
confiara en El; por eso es que me sentía en contradicción. A la vez podía escuchar la voz del
Espíritu Santo que me decía: Confía en mí, Yo sé porqué hago las cosas y tú no sabes nada,
después lo comprenderás. A
pesar de todo sentía el deseo de alabar al Señor por todas sus bendiciones y
porque en el fondo de mi corazón estaba seguro que aunque no lo entendía “Todo
era para bien”. Me puse a leer el
libro que me había llevado de “La Oración de Alabanza” del Padre Estrada, que
lo había comprado hace unos pocos días y en la página 17, el Espíritu Santo me
habló diciéndome: 8 Todo resulta para bien
de los que aman a Dios y 20 Den
gracias a Dios el Padre por todas las cosas, porque ésta es la voluntad de
Dios. Bendito y alabado
seas Señor, llenos están el cielo y la tierra de tu gloria, bendito el que
viene en nombre del Señor.
Sábado 11 y domingo 12 de junio de
2005
2 Crónicas 7, 1-20
Me levanté bien preocupado y desamparado,
pues ya no tenemos nada. Mi ánimo de continuar se ha debilitado. Hablé con mi mamá y todos se van a
sentir más desamparados y de pronto me puse a realizar que lo único que tenemos
es la promesa de Dios que El nos va a sacar adelante; todo lo demás pareciera
estar en nuestra contra y mi Fe se debilita.
Tuve un sueño en la mañana, mientras
meditaba sobre todo esto y era que un señor muy importante me daba la
bienvenida a un gran banquete, donde todo era alegría, felicidad y abundancia. Me hizo acordarme y reafirmarme que el
Señor nos ha hecho su promesa y que mi debilitamiento de la Fe es porque tengo
ya muchos días de no orar mucho tiempo y escuchar su Palabra. Me levanté inmediatamente para escuchar
su Palabra, pidiéndole “Señor,
háblame, que necesito escuchar tu voz”.
Me dijo: 1 Cuando Salomón acabó
de rezar, bajó fuego del cielo que devoró el holocausto y los sacrificios,
mientras la Gloria de Yavé llenó la Casa. 3 Entonces todos los hijos
de Israel, viendo descender el fuego y la Gloria de Yavé sobre la Casa, se
postraron sobre el pavimento, adoraron y alabaron a Yavé: «Porque es bueno,
porque es eterno su amor» 10 El día veintitrés del mes séptimo,
Salomón mandó al pueblo a sus tierras alegre y contento por el bien que Yavé
había hecho a David, a Salomón y a su pueblo Israel. 12 Entonces
Yavé se le apareció a Salomón por la noche y le dijo: «He oído tu oración y me he elegido este lugar como Casa en
que me ofrezcan sacrificios. 14 y mi pueblo, sobre el cual es
invocado mi Nombre, se humilla, rezando y buscando mi rostro, y se vuelven de
sus malos caminos, yo entonces los oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y
sanaré su tierra. 15 Mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a
la oración que se haga en este lugar. 17 Y en cuanto a ti, si me
sirves como me sirvió tu padre David, y haces todo lo que te he mandado
guardando mis decretos y mis sentencias, 18 afianzaré tu trono, como
prometí a tu padre David: A ninguno de tus descendientes quitaré el mando de
Israel. 19 Pero si se apartan, abandonando los decretos y los
mandamientos que les he dado, y van a servir a otros dioses, postrándose ante
ellos, 20 los arrancaré de mi tierra que les he dado; arrojaré de mi
presencia esta Casa que yo he consagrado a mi Nombre y haré que todos los
pueblos se burlen de ella. Estaba
leyendo en la noche, cuando Sylvia Regina se me acercó bien contenta y me traía
como en un plato o bandeja de plata un email de Rosario del 7 de junio. El email decía: “Obviamente el Señor ha fallado en
vuestro favor (sobre el “Tribunal de Apelación”), empecemos a alabarle,
empecemos a proclamar su victoria, empecemos a darle toda la gloria y la honra
y el honor. Dancemos y cantemos al
Señor, toquemos las cítaras y los panderos – Gloria, gloria a El que es el Alfa
y la Omega, el único no hay otro.
Alabémoslo porque El está y nunca nos deja solos” – ¡Gracias, gracias,
bendito y alabado – Amén!
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