Lunes 13 de junio de 2005
Filipenses 2, 1-18
Me dijo: 1 ¿Puedo pedirles algo en nombre de Cristo, hablarles del
amor? ¿Han recibido el Espíritu y son capaces de compasión y ternura? 2
Entonces denme esta alegría:
pónganse de acuerdo, estén unidos en el amor, con una misma alma y un
mismo proyecto. 3 No hagan nada por rivalidad o vanagloria. Que cada uno tenga la humildad de creer
que los otros son mejores que él mismo. 4 No busque nadie sus
propios intereses, sino más bien preocúpese cada uno por los demás. 5
Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús: 12
Por tanto, amadísimos míos, que siempre me han escuchado, sigan procurando su
salvación con temor y temblor. 13 Pues Dios es el que produce en
ustedes tanto el querer como el actuar para agradarle. 14 Cumplan
todo sin quejas ni discusiones; 18 Y también ustedes han de sentirse
felices y alegrarse conmigo.
Me fui a la oficina y de nuevo a
encontrarme con todos los problemas que tenemos. El salario de los empleados, no pudimos hacer el aforo en el
Campestre, no hemos podido terminar lo de la Universidad, accionistas llamando,
etc., etc. Solo le dije al Señor:
“Señor, yo no puedo con todos estos problemas, te los dejo a Ti”.
Puse en manos del Señor si debía ir
a Houston mañana, para el deposition de Basil y en cuanto hice eso todo lo del
viaje se me fue resolviendo, pues no teníamos dinero ni para el pasaje, ni para
la estadía; pero todo nos lo resolvió o sea que sí quiere El que vaya. Eso me dio una gran esperanza, que la
solución ya está cerca.
Sylvia Regina habló con Rosario y le
contó que lo que había visto cuando estuvo orando en la casa era como todas
nuestras oraciones eran como estrellas que se iban disparadas al cielo y que
eran escuchadas. Además, nos dijo
que nos preparáramos, pues el juicio de Dios viene sobre aquellos que nos han
hecho mal; que así es la justicia de Dios, se paga por siete veces.
Martes 14 de junio de 2005
Esdras 8, 1-29
Nehemías 1, 4-11
Me dijo: 1 Estos son los jefes de familias que subieron conmigo de
Babilonia, en el reinado de Artajerjes (y se indican los nombres de sus
antepasados). 15 Los reuní cerca del río que corre hacia Ahavá, y
acampamos allí tres días y habiendo buscado entre el pueblo, no encontré
ninguno de la tribu de Leví. 18 Como la bondadosa mano de Dios
estaba con nosotros, nos trajeron a Serebías, hombre muy sensato, de entre los
hijos de Majlí, hijo de Leví, hijo de Israel, y con él sus hijos y sus
hermanos, en número de dieciocho. 21 Allí, a orillas del río Ahavá,
ordené un ayuno para humillarnos ante nuestro Dios, a fin de implorar de él un
feliz viaje para nosotros, nuestros hijos y nuestras pertenencias. 22
… La mano de nuestro Dios está, para bien, con todos los que lo buscan; y su
poder y su enojo sobre todos los que lo abandonan. 23 Por eso,
ayunamos y pedimos a nuestro Dios por esta intención y El nos escuchó. 28
Luego les dije: «Ustedes están
consagrados a Yavé; estos vasos son cosas santas, y esa plata y este oro son
ofrendas voluntarias hechas a Yavé, el Dios de nuestros padres. 29
Cuídenlos y guárdenlos hasta que los pesen ante los jefes de los sacerdotes y
levitas y de las familias de Israel en Jerusalén, en las habitaciones de la
Casa de Yavé» 10 Entonces el sacerdote Esdras se levantó y dijo: “Al
casarse con mujeres extranjeras han sido rebeldes, aumentando así el delito de
Israel. 11 Ahora reconozcan su pecado ante Yavé, Dios de sus padres
y para cumplir su voluntad, sepárense de la gente de esta tierra y de las
mujeres extranjeras.” 1, 4
Al escuchar estas palabras me senté y me puse a llorar. Me puse de duelo algunos días,
aguardando y rezando ante el Dios del Cielo. 5 Y dije: “¡Ah, Yavé
Dios del Cielo, tú eres grande y temible! Tú guardas tu alianza y tu fidelidad
a los que te aman y cumplen tus mandamientos. 6 Estén atentos tus
oídos y abiertos tus ojos para escuchar la oración de tu siervo. Estoy ahora en tu presencia día y noche
por tus servidores los hijos de Israel. 7 Te estoy confesando los
pecados que los hijos de Israel hemos cometido contra Ti. Yo mismo, y la
familia de mi padre, hemos pecado. Nos hemos portado muy mal. No cumplimos tus
mandamientos, leyes e instrucciones, que entregaste a tu siervo Moisés. 8
Pero acuérdate también de lo que dijiste a Moisés: “Si ustedes no me son fieles, los dispersaré por las
naciones. 9 Pero si cumplen mis mandamientos y los ponen en
práctica, los conduciré de nuevo al lugar donde he escogido vivir. Los reuniré, aunque estén dispersos
hasta los confines del mundo. 11 Escucha mi oración y la de estos
que solamente desean honrar tu Nombre.
Te ruego me ayudes ahora.
Haz que sea bien recibido por el rey”!…
Miércoles 15 de junio de 2005
Ayer viajé a Houston, para asistir
hoy al deposition de Basil Nichols.
Al solo llegar a Houston me fui un buen rato a la Capilla de Sta. Ann a
doblar rodillas, pidiéndole al Señor que el deposition fuera bueno y nos
regresara la Esperanza, para soportar lo negativo que nos sentimos y tener o
sentir que El está con nosotros.
Durante el avión me fui leyendo el libro de “La Oración de
Alabanza”. Me dijo: Es fácil alabar
a Dios por nuestros triunfos, por nuestros momentos de gozo, de placer. ¡Qué
difícil alabar a Dios cuando tenemos algún accidente, cuando se nos muere un
ser querido, cuando todo en nuestra vida se complica! Pero si confiamos en la Palabra de Dios, todo eso, el Señor
promete convertirlo en bendición para nosotros, si lo amamos de corazón.
Ahí frente al Santísimo en esa
iglesia tan linda que el Espíritu Santo me había llevado un día, yo le daba
gracias al Señor porque a pesar de sentirme tan desconsolado y apesadumbrado,
yo lo alababa y lo alababa! ¡Santo,
Santo, Santo es el Señor Rey de los Ejércitos, llenos están el cielo y la
tierra, bendito es el que viene en nombre del Señor!
En la madrugada, como a las 4:00
a.m. llegó el Espíritu Santo a mi cuarto y elevado sobre mi cama, me tiró un
luzaso de bendición, que me hizo despertar violentamente. Entonces comprendí que todo iba a salir
bien, que el Señor sabe y está seguro que no importando las circunstancias, yo
siempre lo voy a alabar.
Me levanté y fui a misa de 7:00
a.m. Durante el deposition pasé
orando todo el tiempo, comencé orando:
“Señor Jesús, ten misericordia de
mí” y terminé repitiendo y orando sin cesar, “Señor Jesús, ten misericordia de nosotros y del mundo entero”. Comprendí que había cerrado mi ciclo de
alabanza, para pedir no sólo por mí, ni por nosotros, sino por todos los seres
humanos del mundo entero – ¡Bendito
sea el Señor! El deposition
terminó y todo salió excelente, no podía haber salido mejor y sentí que el caso
había tomado un nuevo giro, donde la llegada provincial de John había sido
determinante. Salí eufórico de
alegría, lleno del Espíritu Santo; seguro que el Señor estaba con nosotros y
que El nos ama.
Jueves 16 de junio de 2005
Me levanté temprano y no pude orar,
pues me tenía que ir temprano al aeropuerto, venía rezando el Rosario, alabando
al Señor, por todas sus bendiciones.
Fuimos a la Asamblea y nos tocó cuidar de los parqueos. Nos pusimos con Sylvia Regina los
chalecos fluorescentes y yo me sentía orgulloso y contento de poderle servir al
Señor y de tener a Sylvia Regina conmigo a la par, comprendiendo que ella ha
sido un regalo de Dios para mí.
Por la noche fuimos a ver a mis
papás pues me contó Lorena que mi papá se sentía mal y había divagado. La reunión fue positiva y valió la
pena, tanto él como mi mamá se quedaron más tranquilos – ¡Bendito sea Dios!
Viernes 17 de junio de 2005
Me levantaron para celebrarme el día
del Padre. La tarjeta de Camila
decía, entre otras cosas: “Quiero
que sepa que siempre va a ser una de las personas que más admiro. Desde la manera que nos trata a
nosotros y también como trata a los demás. Siempre voy a seguir su ejemplo. Acuérdese que lo quiero mucho”. La de Roberto Adriano decía: “Le quiero decir que es el mejor papá que existe y por eso
lo quiero mucho”. Nos fuimos a
desayunar todos juntos y llegó Ariana.
Su tarjeta decía: “Un
millón de gracias por todo lo que hace por nosotros, thank you for your example. With lots of love”. Sofía me habló
por teléfono y hablamos bien contentos, se notaba que hubiera querido estar
aquí, con todos. Sylvia Regina me
puso: “Father to my children, inspiration to my
world. Gift to my life…” Yo sólo bendecía al Señor, por tantas bendiciones, pues
comprendía que todo viene por El y de El.
Sábado 18 y domingo 19 de junio de
2005
Romanos 3, 3-5
Me levanté a preparar el programa y
pasé en eso toda la mañana en presencia del Señor. Me dijo: 3… Nos sentimos seguros
incluso en las tribulaciones, sabiendo que la prueba ejercita la paciencia. 4
Que la paciencia nos hace madurar y que la madurez aviva la esperanza, 5
la cual no quedará frustrada, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo y por El
el amor de Dios se va derramando, en nuestros corazones. Pasé todo el día apesadumbrado,
con el Espíritu Santo entristecido. No entendí porque aún en el programa sentí que el Espíritu
Santo no estaba conmigo y me confundí varias veces, me sentía triste. Fuimos a misa y me sentía triste. El domingo le fuimos a celebrar a Ma.
Isabel su cumpleaños al Flor y pasé triste todo el día, con una sed del
Espíritu Santo; pues no sentía que estaba conmigo.
"Nadie puede atravesar el mar de este siglo sino el que es llevado en la cruz de Cristo."
ResponderEliminarSan Agustín,