Lunes 14 de noviembre de 2005
Juan 3, 14-15
Zacarías 10, 12
Salmo 76
Me levanté a orar, pidiéndole al Señor que nos
de una esperanza y que el caso de un giro importante, pues estamos en un punto
muerto y sólo esperando… pero nada puede pasar. Señor, que se haga ya el
milagro y te glorifiques con todos los de la familia, empleados y
ex-accionistas; que están orando para que el juicio llegue a su fin y se
resuelva favorablemente. Me
dijo: 14 Recuerden la serpiente que Moisés
hizo levantar en el desierto: así también tiene que ser levantado el Hijo del
Hombre, 15 y entonces todo el que crea en El tendrá por El, vida
eterna.
Llegué a la oficina y no pasó nada, como que
faltaran otros dos años para que todo termine. Me sentí solo y abandonado por
el Señor y así se lo comenté a Sylvia Regina durante el almuerzo, pero me
sostenía la Palabra de hoy.
Por la tarde me reuní con Guayo y cuando iba en
el camino le pedí a la Virgen Santísima que me iluminara, para saber que decir
y que la reunión fuera positiva y productiva. Así resultó. Pasamos
toda la tarde reunidos y todo salió bien. Durante la reunión le daba gracias a Dios y le pedía a la
Virgen Santísima que se quedara con nosotros, mientras estábamos reunidos y podía
sentir su presencia en la silla de a la par. En agradecimiento me fui al Santísimo y después a misa. Al regresar de misa, Sylvia Regina me
dijo que en el grupo de oración, el Señor le dijo: 12 Yavé los hará poderosos y avanzarán confiados en su Nombre. Y
en mis oraciones de la noche, el Señor me dijo: 2 En Judá, Dios se ha dado a conocer, grande es su nombre en
Israel, 3 pues en Salem está su tienda y su morada en Sión. 4 Allí
rompió las flechas del arco, el escudo, la espada, las armas de la guerra. 5
Allí está radiante, majestuoso, triunfante sobre montañas de trofeos. 11
El furor del hombre redundará en tu gloria, los que escapen de tu cólera te
alabarán. 13 El apaga el coraje de los príncipes y es terrible para
los reyes de la tierra. El
comentario de San Roberto Belarmino para este Salmo es: “Victoria de los
justos, contra sus enemigos visibles e invisibles ¡Gloria a Dios!
Martes 15 de noviembre de 2005
2 Macabeos 8, 1-6
Nos levantamos temprano para ir a la misa de
envío de los Cercos de Jericó en San Benito. Después me fui a la oficina y
recibí un mensaje de Mark, con el mismo tono desplicente o sea que no ha habido
ningún milagro. Estoy esperando
esa seña o signo que el Señor ya se decidió a sacarnos adelante y que esto va a
hacer que reciba un mensaje de entusiasmo y de giro importante en el juicio
¿cuándo será? Sólo el Señor lo sabe.
Mientras tanto, mi Esperanza, Fe y Amor están puestas en el Señor y sólo
le pido que me dé fortaleza, para poder continuar; pues siento que lo único que
recibo son latigazos, espinas y escarmientos. Siento un gran dolor y lo único
que lo que lo hace soportable es recibirlo por el Señor.
Por la tarde fuimos de 2:00 a 5:00 p.m. a nuestra
hora de Los Cercos de Jericó… pasaron volando. El Espíritu Santo me iluminó para que los dedicara, no para
que nos solucione el problema del juicio, sino para que el Señor se glorifique
ante toda la familia, los empleados, que le estaban pidiendo esto todos juntos
en oración y los ex-accionistas. Comprendí
que a eso se refería San Pablo cuando nos dice que no sabemos cómo pedir; pues
no debemos hacer pedidos egoístas o sea para uno mismo, sino para el prójimo. Esta es la forma como el Señor escucha
las oraciones de petición.
Al salir, el Padre Saldaña tenía una oración de
sanación y me fui a arrodillar ante el Señor, pidiéndole su misericordia; no me
quería ir. Le pedí al Señor que me
ungiera con su amor y que el Padre Saldaña viniera hacia mí, a imponerme las
manos. A los tres minutos vino una
señora y me preguntó: ¿lo puedo ungir con aceite? y me impuso las manos, sobre
mi cabeza y en mi corazón. Sentí
un gran calor en mi corazón. Luego
el Padre dijo que pusiéramos nuestra mano sobre aquella parte del cuerpo que
quisiéramos sanar y yo me acordé de lo que el Espíritu Santo me acababa de
iluminar y en vez de poner mi mano sobre mi dolor en el intestino, puse mis
manos sobre toda la familia, el personal y todos los ex–accionistas, para que
el Señor los sanara. ¡Gloria a Dios!
Vine a la casa y después de cena me puse a orar
nuevamente, pidiéndole al Señor que les dé a todas estas personas una Navidad
feliz y contenta. Me dijo: 1 Entretanto Judas, por sobrenombre Macabeo y los que estaban
con él… llamaban a sus parientes y reuniendo a los que habían permanecido
fieles al Judaísmo… 2 Rogaban al Señor que mirara por aquel pueblo
que todos pisoteaban… 5 El Señor cambió su aversión en misericordia;
en cuanto el Macabeo organizó su tropa, se hizo irresistible a los paganos. 6
Así pues, Judas, … incendiaba ciudades y pueblos, se apoderaba de los lugares
estratégicos y ponía en fuga a numerosos enemigos. ¡Gracias, Señor!
Miercoles 16 de noviembre de 2005
Judit 13, 4-16
Pensamientos de San Agustín 595, 600
Me levanté apesadumbrado, pero apesadumbrado
porque el Señor me ha confirmado con su Palabra que todo se va a arreglar y
todavía no veo indicios que esto vaya a ocurrir y eso me consume y me pesa;
pero comprendo que lo que me pasa es que me falta Fe. El Espíritu Santo me llevó a leer el
libro de San Agustín. Me
dijo: 595 ¿Quieres
abrazar la grandeza de Dios? Abraza primero la humildad de Dios. Abraza la
humildad de Cristo, aprende a ser humilde, no se te suban los humos a la
cabeza. 600 … El párvulo no puede
con la comida que hay en la mesa y ¿Qué hace la madre? Encarna la comida y la
convierte en leche: Hace lo que podemos tomar. Así, el Verbo se hizo carne, para que nos alimentásemos de
leche, los que no podíamos por ser infantes, con la comida. No comprendí qué me estaba
queriendo decir el Señor, sino hasta después de haber leído la Palabra de
Judit. Lo que me quería decir era
que todo este proceso era necesario para educarme en la humildad y que
comprendiera que “todo” viene de El y por Gracia de El, nada por mérito
propio. Luego me dijo: 4 Todos se habían ido de la carpa de Holofernes, y nadie,
grande o pequeño, se había quedado en el dormitorio…6 Avanzó
entonces hacia la cabecera de la cama, de donde colgaba la espada de
Holofernes, la desenvainó, 7 y después, acercándose al lecho, tomó
al hombre por la cabellera y dijo: “Señor, Dios de Israel, dame fuerzas en este
momento.” 8 Lo golpeó dos veces en el cuello, con todas sus fuerzas
y le cortó la cabeza. 10 … Una vez que atravesaron el campamento,
rodearon la quebrada, subieron la pendiente de Betulia y llegaron a sus
puertas. 11 De lejos, Judit gritó a los guardias de las puertas:
“Abran, abran la puerta. El Señor, nuestro Dios, está con nosotros para hacer
maravillas en Israel y desplegar su fuerza contra nuestros enemigos, como lo ha
hecho hoy.” 14 Con fuerte voz, Judit les dijo: “¡Alaben a Dios!
¡Alábenlo! ¡Alábenlo, porque no ha apartado su bondad de Israel! ¡Esta noche,
por mi mano, ha aplastado a nuestros enemigos!” 16 ¡Viva el Señor,
que me protegió en mi empresa!… 17 … “Bendito seas Dios nuestro, tú
que en este día aniquilaste a los enemigos de tu pueblo.”
Jueves 17 de noviembre de 2005
1 juan 4, 10
Oseas 2, 8-18
Ayer terminamos el día asistiendo donde el
Padre Martín, que estaba en San Benito. Sentí el amor del Señor, lo podía sentir a mi lado, sus pies
abrazados por mis manos y El diciéndome, a través del padre Martín, que no
desistiera, que hay que seguir adelante, que El es fiel a sus promesas; que El
puede componernos la situación en cualquier momento; que si no lo hace, es
porque todavía no es el momento. Me
hizo comprender lo de ayer, pues para el Señor: “un día es como mil años y mil años como un día” o sea que si El no
quiere todavía, por algo será.
Me levanté a orar, sólo pidiéndole al Señor su
misericordia y fortaleza para continuar. Me dijo: 10 En esto está el amor:
no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que El nos amó primero y envió a
su Hijo como víctima por nuestros pecados. Luego me dijo: 8 Por eso, voy a impedir
su paso con espinos, y a cercarla con una cerca para que no encuentre ya
caminos. 9 Perseguirá a sus amantes y no los alcanzará, tratará de
encontrarlos, pero en vano. Entonces se dirá: “Voy a levantarme y volveré donde
mi primer marido, pues con él me iba mejor que ahora.” 16 Por eso
ahora lo voy a conquistar, lo llevaré al desierto y allá le hablaré al corazón.
17 Le devolveré sus viñas, convertiré el Valle de la Mala Suerte en
un lugar de esperanzas. Y allí ella me responderá como cuando era joven, como
en los días en que subió de Egipto. 18 Aquel día, dice Yavé, ya no
me llamarás más «Señor mío», sino que me dirás «Marido mío». Gracias Señor, alabado seas
Señor, ¡que ese día sea hoy!
No pasó nada y sólo recibí un e-mail de Mark,
que hasta mañana iban a revisar el Amendment o sea que nada está pasando.
Por la tarde fuimos a los Cercos de Jericó y
por la noche nos tocó ser los secretarios del Comité Electoral para elegir a
los Secretarios Generales de Encuentros Conyugales. Salieron electos William y Sylvia Pleitez y todo salió bien.
Al momento en que se les invitó en
la Asamblea, para que pronunciaran su discurso de toma de posesión, vino un
gran temblor. Era El Señor,
recordándonos de su presencia (Cuantas veces hay recordatorios de este tipo y
como no sabemos a que se deben, no nos damos cuenta que es porque El Señor
quiere decirnos algo). El discurso
estuvo lleno del Espíritu Santo.
Viernes 18 de noviembre de 2005
Santiago 5, 17-18
Me levanté pidiéndole al Señor su misericordia,
pues hoy se va Sylvia Regina a Los Angeles a cuidar a Doña Sylvia, que la van a
operar. Desde ayer la encomendé en
mis oraciones, pues durante quince días que va a estar afuera, es otro vacío
que voy a sentir en mi corazón. Me
dijo: 17
Elías era hombre y mortal como nosotros, pero cuando rogó insistentemente para
que no lloviese en el país, no llovió durante tres años y medio; 18
después oró de nuevo y el cielo dio lluvia y la tierra produjo frutos. Señor, Jesús, ten misericordia
de nosotros y del mundo entero.
Fui a dejar a Sylvia Regina al aeropuerto y
sentía como que un pedazo de mí se iba a otro lado; pues tenemos tanto tiempo
de no estar separados, que me siento raro que no vamos a estar juntos. En el juicio no pasó nada y no recibí
nada ¿Hasta cuándo Señor, hasta cuándo?
Sábado 19 y domingo 20 de noviembre de 2005
Me levanté temprano para ir al bautizo del hijo
de Memo y Violeta y no pude orar. Después
vine a preparar el programa y a mediodía vino Camila. Por la tarde comencé a releer el libro
de “La Cena del Cordero”. Luego me
habló Rober que creía que se había quebrado un dedo y así fue. Nos fuimos al hospital y de casualidad (¡Dioscidencia!)
ahí estaba Chicho y lo enyesó.
El domingo por la mañana desayunamos juntos con
Rober y después fuimos al car-show los dos juntos, pues Camila no quiso ir. Por la noche vino a cenar Luigi y
Ariana. En todo el día sentí una
gran presencia del Señor, como consolándome, pues El sabe cuánto estoy
sufriendo y por alguna razón todavía no quiere que el juicio se resuelva.
Después de misa, en el Santísimo, le pedía que
me diera sabiduría, inteligencia, consejo; fortaleza; ciencia; piedad y temor
de Dios para comprender y aceptar su voluntad; pues el peso que siento es
enorme.
¡Todo esto te lo ofrezco Señor, para la
salvación de otras almas y completar tu plan de salvación del mundo!
"¿Quieres abrazar la grandeza de Dios? Abraza primero la humildad de Dios. Abraza la humildad de Cristo, aprende a ser humilde, no se te suban los humos a la cabeza."
ResponderEliminarSan Agustín.