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Canonización de Monseñor Romero

lunes, 20 de agosto de 2012

Cronología de un Milagro - Octubre 2005-V


Lunes 31 de octubre de 2005

Judit 8, 14-17

Me levanté a orar de regreso a “la realidad”, teniendo que volver a afrontar que la verdad es que estamos en una posición delicada económicamente, que hoy salimos para Houston, de nuevo y que las perspectivas son que no hay nada de esperanza.  Lo único que me sostiene es mi Fe en la Palabra del Señor y que sé que El nos va a sacar adelante.  Me dijo:  4 Ustedes nunca llegarán a conocer todo lo que siente una persona, no podrán apoderarse de sus pensamientos. Entonces, ¿Cómo van a comprender a Dios que hizo todas las cosas? No, hermanos, no provoquen la cólera del Señor, Dios nuestro. 15 Si no quiere socorrernos en el plazo de cinco días, tiene poder para salvarnos en cualquier momento, como lo tiene para destruirnos en presencia de nuestros enemigos. 17 Más bien pidámosle que nos socorra mientras esperamos confiadamente que nos salve y El escuchará nuestras súplicas, si le agrada hacerlo.  ¡Palabra de Dios! ¡Amén!  Salimos para Houston a mediodía.  Me di cuenta que no llevaba ni La Biblia, ni ningún libro para leer y me sentí triste, pero Alex me dio un libro de “El Poder de la Sangre” de Bennie Hin. Comencé a comprender la bendición que tenemos los católicos de poder beber La Sangre de Cristo.

Martes 1 de noviembre de 2005

Amanecimos temprano y nos fuimos a misa.  Estaban celebrando el Día de todos los Santos en St. Michael.  La misa estuvo lindísima y me sentí privilegiado de poder recibir La Sangre de Cristo, pues ahí siempre se comulga con las dos especies.  Me ponía a pensar en la ironía, que eran los evangélicos, como Bennie Hin, los que conocían y explicaban “El Poder de la Sangre”; como en el libro que estaba leyendo y somos los católicos los que tenemos la bendición de recibirla “todos los días” en la Comunión y la mayoría ni nos damos cuenta, ni apreciamos ese privilegio.  Después fuimos a la oficina de Vidal por la tarde y la reunión estuvo esperanzadora y salimos contentos.

Miércoles 2 de noviembre de 2005

1 Reyes 2, 1-4
Lucas 1, 5-17

Fuimos a  misa de nuevo y al final me postré ante el Santísimo, pidiéndole que nos ayudara en la reunión que íbamos a tener.  En mis oraciones de la mañana, el Señor me dijo:  1 Pocos días antes de morir, David mandó a llamar a su hijo Salomón para decirle: 2 “Muy pronto me voy a ir por el camino de todos. Por fin a llegado el momento de ser firme y de portarte como hombre. 3 Guarda las ordenanzas de Yavé tu Dios, sigue su camino, cumple sus leyes, sus mandamientos, sus disposiciones, sus consejos, como está escrito en La Ley de Moisés. Así tendrás éxito en todas tus empresas y no te fallará ningún proyecto. 4 Pues Yavé me prometió que cumplirá sus promesas y que nunca faltará un descendiente mío en el Trono de Israel, siempre que mis hijos se porten bien con El y le sean leales de corazón.  Nos fuimos a la reunión con John Houghtaling y desde que comenzó a hablar pude comprender que no íbamos para ningún lado y que no traía ninguna propuesta halagadora. Me puse a orar, pidiéndole al Señor su misericordia.  La reunión fue de nuevo frustrante y no se mira ningún resultado antes de dos años; pues, en caso que decidiéramos llevar el caso a Nueva Orleans, hay que como comenzar de nuevo y todo allá está tomando bastante tiempo debido al Huracán Katrina y además tampoco hay nada seguro de si se puede mover el caso o no.  Salimos frustrados de la reunión y yo doblemente frustrado, pues mi esperanza era que el Señor nos iba a hacer un milagro que levantara nuestras esperanzas, fortaleciera nuestra Fe y sintiéramos su amor; para que la familia y los empleados “cargáramos” de nuevo los ánimos, que ya están bastante bajos.  Me sentí devastado y abandonado por el Señor, sin encontrar ningún sentido a lo que había ocurrido y además porqué había tomado tanto tiempo.  
Durante la noche o más bien antes de acostarme, me postré ante el Señor suplicando su misericordia y su perdón.  Me dijo:  5 Siendo Herodes rey de Judea, vivía allí un sacerdote llamado Zacarías. Pertenecía al grupo de sacerdotes de Abías y su esposa llamada Isabel, era también descendiente de una familia de sacerdotes. 6 Ambos eran personas muy cumplidoras  a los ojos de Dios y se esmeraban en practicar todos los mandamientos y leyes del Señor. 7 No tenían hijos, pues Isabel no podía tener familia y los dos eran ya de edad avanzada. 8 Mientras Zacarías y los otros sacerdotes de su grupo estaban oficiando ante el Señor, 9 le tocó a él en suerte, según las costumbres de los sacerdotes, entrar en el Santuario del Señor para ofrecer el incienso. 10 Cuando llegó la hora del incienso… 11 En esto se le apareció un ángel del Señor, de pie, al lado derecho del altar del incienso. 13 Pero el ángel le dijo: “No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. Tu esposa Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan. 14 Será para ti un gozo muy grande y muchos más se alegrarán con su nacimiento. 15 Porque ese hijo tuyo será un gran servidor del Señor. No beberá vino ni licor y estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre. 16 Por medio de él, muchos hijos de Israel volverán al Señor, su Dios. 17 El mismo abrirá el camino al Señor, con el espíritu y el poder del profeta Elías, reconciliará a padres e hijos y llevará a los rebeldes a la sabiduría de los buenos. De este modo, preparará al Señor un pueblo bien dispuesto.”

Jueves 3 de noviembre de 2005

Lucas 1, 30

Me levanté a orar, devastado, pidiéndole al Señor su misericordia.  Me contestó:  30 Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios.”  Como no había llevado La Biblia, pues se me había olvidado, tanto ayer como hoy tuve que usar La Biblia que estaba en el cuarto.  El Espíritu Santo me iluminó para hacer esto y encontrarla. El Señor me quiso reafirmar mi Fe con la Palabra de hoy: “¿Señor, a quién iremos? Sólo tú tienes palabra de vida eterna.” Me sentía bien frustrado, pues nada camina, todo se había “parado”… completamente parado; como que nada hubiera pasado.
Con Alex tuvimos un día bastante frustrante y con varias discusiones negativas.  Me daba cuenta que Satanás nos estaba tratando de dividir, lo podía sentir entre nosotros… dividiendo, haciéndonos desesperar.   Sólo me quedó abandonarme totalmente en el Señor y acordarme de su promesa y su reafirmación de hoy… que El es fiel a su Palabra. No sé cómo vamos a salir adelante, pero El nos ha prometido que lo va a hacer… y “yo creo”.

Viernes 4 de noviembre de 2005

1 macabeos 12, 42-48; 13, 1-3

Me levanté sin ganas de ir a la oficina, sin ganas de ir a afrontar todos los problemas.  Me postré ante el Señor pidiéndole que me iluminara para saber qué tenía que hacer con el personal.  Me dijo:  42 Cuando Trifón vio que Jonatán llegaba con un numeroso ejército, temió atacarlo. 44 Luego le preguntó: ¿Por qué has movilizado tanta gente? ¿Acaso somos enemigos? 45 Mándalos a sus casas y quédate con algunos para acompañarme a la ciudad de Tolemaida, porque quiero entregártela… 46 Jonatán le creyó he hizo lo que le había pedido. Despidió a sus hombres que se fueron al país de Judea… 48 Pero apenas entró en Tolemaida, los habitantes cerraron las puertas, lo apresaron y mataron a todos los que habían entrado con él.   1 Simón supo que Trifón había reunido un gran ejército con el fin de dirigirse a Judea y devastarla. 2 Viendo que el pueblo estaba asustado y temeroso, subió a Jerusalén. 3 Allí reunió al pueblo y lo animó con este discurso: “Todos conocen lo que yo, mis hermanos y la familia de mi padre hemos hecho por las leyes y el Templo; como también, las guerras y las angustias que hemos soportado.  Comprendí que el Espíritu Santo me decía que tuviera fe y que no despidiera al personal, pues eso era la lógica del mundo, pero que precisamente lo que debía hacer no es lo que aconseja el mundo y la lógica humana, sino la lógica de Dios.  Por la tarde, en la oración nos tocó lo del evangelio del “Administrador Astuto” y eso mismo le dije al personal, que aunque los hijos del mundo me recomendaban despedirlos, lo que iba a hacer era lo que harían los “hijos de la luz” o sea volvernos solidarios y hermanos; confiando en Dios, que El nos va a sacar adelante.

Sábado 5 y domingo 6 de noviembre de 2005

Lucas 19, 40

Amanecí preparando el programa de hoy y el día se pasó como que si nada.  Pero yo seguía preocupado y orando, pidiéndole al Señor que me dé fortaleza para seguir adelante, pues yo ya no puedo por mí solo.
Fuimos a ver a mis papás y la reunión fue positiva. El domingo me levanté más preocupado y como sin Fe, si verdaderamente el Señor nos va a sacar adelante.  Me postré ante El, exigiéndole que me diera más Fe y más Esperanza.  Me contestó:  40 … El contestó: “Yo les aseguro que si ellos se callan, gritarán las piedras.”  
Pasé todo el día meditando en esta Palabra, orando y pidiéndole al Señor su misericordia, pues el dolor que siento es inmenso y yo solo ya no lo puedo soportar.  Fuimos al Flor con la tía Negra Augspurg de Scheele, después vinieron Eduardo y María Alicia para celebrarle el cumpleaños a ella, que cumplía 81 años.  Fue un día lleno del Señor y de oración, pues además fuimos a misa de La Transfiguración y estuvo líndísima, con Monseñor Fernando. El Señor quiso que fuéramos ahí.  Le dimos gracias a Dios por este día y por habernos dado la oportunidad de servirle.

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