Lunes 31 de octubre de 2005
Judit 8, 14-17
Me levanté a orar de regreso a “la realidad”,
teniendo que volver a afrontar que la verdad es que estamos en una posición
delicada económicamente, que hoy salimos para Houston, de nuevo y que las perspectivas son que no hay nada de esperanza. Lo único que me sostiene es mi Fe en la Palabra del Señor y
que sé que El nos va a sacar adelante. Me dijo: 4 Ustedes nunca llegarán
a conocer todo lo que siente una persona, no podrán apoderarse de sus
pensamientos. Entonces, ¿Cómo van a comprender a Dios que hizo todas las cosas?
No, hermanos, no provoquen la cólera del Señor, Dios nuestro. 15 Si
no quiere socorrernos en el plazo de cinco días, tiene poder para salvarnos en
cualquier momento, como lo tiene para destruirnos en presencia de nuestros
enemigos. 17 Más bien pidámosle que nos socorra mientras esperamos
confiadamente que nos salve y El escuchará nuestras súplicas, si le agrada
hacerlo. ¡Palabra de Dios! ¡Amén! Salimos para Houston a mediodía. Me di cuenta que no llevaba ni La
Biblia, ni ningún libro para leer y me sentí triste, pero Alex me dio un libro
de “El Poder de la Sangre” de Bennie Hin. Comencé a comprender la bendición que
tenemos los católicos de poder beber La Sangre de Cristo.
Martes 1 de noviembre de 2005
Amanecimos temprano y nos fuimos a misa. Estaban celebrando el Día de todos los
Santos en St. Michael. La misa
estuvo lindísima y me sentí privilegiado de poder recibir La Sangre de Cristo,
pues ahí siempre se comulga con las dos especies. Me ponía a pensar en la ironía, que eran los evangélicos,
como Bennie Hin, los que conocían y explicaban “El Poder de la Sangre”; como en
el libro que estaba leyendo y somos los católicos los que tenemos la bendición
de recibirla “todos los días” en la Comunión y la mayoría ni nos damos cuenta,
ni apreciamos ese privilegio. Después
fuimos a la oficina de Vidal por la tarde y la reunión estuvo esperanzadora y
salimos contentos.
Miércoles 2 de noviembre de 2005
1 Reyes 2, 1-4
Lucas 1, 5-17
Fuimos a
misa de nuevo y al final me postré ante el Santísimo, pidiéndole que nos
ayudara en la reunión que íbamos a tener. En mis oraciones de la mañana, el Señor me dijo: 1 Pocos días antes de morir, David mandó a llamar a su hijo
Salomón para decirle: 2 “Muy pronto me voy a ir por el camino de
todos. Por fin a llegado el momento de ser firme y de portarte como hombre. 3
Guarda las ordenanzas de Yavé tu Dios, sigue su camino, cumple sus leyes, sus
mandamientos, sus disposiciones, sus consejos, como está escrito en La Ley de
Moisés. Así tendrás éxito en todas tus empresas y no te fallará ningún
proyecto. 4 Pues Yavé me prometió que cumplirá sus promesas y que
nunca faltará un descendiente mío en el Trono de Israel, siempre que mis hijos
se porten bien con El y le sean leales de corazón. Nos fuimos a la reunión con John Houghtaling y desde
que comenzó a hablar pude comprender que no íbamos para ningún lado y que no
traía ninguna propuesta halagadora. Me puse a orar, pidiéndole al Señor su
misericordia. La reunión fue de
nuevo frustrante y no se mira ningún resultado antes de dos años; pues, en caso
que decidiéramos llevar el caso a Nueva Orleans, hay que como comenzar de nuevo
y todo allá está tomando bastante tiempo debido al Huracán Katrina y además
tampoco hay nada seguro de si se puede mover el caso o no. Salimos frustrados de la reunión y yo
doblemente frustrado, pues mi esperanza era que el Señor nos iba a hacer un
milagro que levantara nuestras esperanzas, fortaleciera nuestra Fe y sintiéramos
su amor; para que la familia y los empleados “cargáramos” de nuevo los ánimos,
que ya están bastante bajos. Me
sentí devastado y abandonado por el Señor, sin encontrar ningún sentido a lo que
había ocurrido y además porqué había tomado tanto tiempo.
Durante la noche o más bien antes de acostarme,
me postré ante el Señor suplicando su misericordia y su perdón. Me dijo: 5 Siendo Herodes rey de Judea, vivía allí un sacerdote llamado
Zacarías. Pertenecía al grupo de sacerdotes de Abías y su esposa llamada Isabel,
era también descendiente de una familia de sacerdotes. 6 Ambos eran
personas muy cumplidoras a los
ojos de Dios y se esmeraban en practicar todos los mandamientos y leyes del
Señor. 7 No tenían hijos, pues Isabel no podía tener familia y los
dos eran ya de edad avanzada. 8 Mientras Zacarías y los otros
sacerdotes de su grupo estaban oficiando ante el Señor, 9 le tocó a
él en suerte, según las costumbres de los sacerdotes, entrar en el Santuario
del Señor para ofrecer el incienso. 10 Cuando llegó la hora del
incienso… 11 En esto se le apareció un ángel del Señor, de
pie, al lado derecho del altar del incienso. 13 Pero el ángel le
dijo: “No temas, Zacarías, porque tu oración ha sido escuchada. Tu esposa
Isabel te dará un hijo y le pondrás por nombre Juan. 14 Será para ti
un gozo muy grande y muchos más se alegrarán con su nacimiento. 15
Porque ese hijo tuyo será un gran servidor del Señor. No beberá vino ni licor y
estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre. 16 Por
medio de él, muchos hijos de Israel volverán al Señor, su Dios. 17
El mismo abrirá el camino al Señor, con el espíritu y el poder del profeta
Elías, reconciliará a padres e hijos y llevará a los rebeldes a la sabiduría de
los buenos. De este modo, preparará al Señor un pueblo bien dispuesto.”
Jueves 3 de noviembre de 2005
Lucas 1, 30
Me levanté a orar, devastado, pidiéndole al
Señor su misericordia. Me
contestó: 30 Pero el ángel le
dijo: “No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios.” Como no había llevado La Biblia,
pues se me había olvidado, tanto ayer como hoy tuve que usar La Biblia que
estaba en el cuarto. El Espíritu
Santo me iluminó para hacer esto y encontrarla. El Señor me quiso reafirmar mi
Fe con la Palabra de hoy: “¿Señor, a
quién iremos? Sólo tú tienes palabra de vida eterna.” Me sentía bien
frustrado, pues nada camina, todo se había “parado”… completamente parado; como
que nada hubiera pasado.
Con Alex tuvimos un día bastante frustrante y con
varias discusiones negativas. Me
daba cuenta que Satanás nos estaba tratando de dividir, lo podía sentir entre
nosotros… dividiendo, haciéndonos desesperar. Sólo me quedó
abandonarme totalmente en el Señor y acordarme de su promesa y su reafirmación
de hoy… que El es fiel a su Palabra. No sé cómo vamos a salir adelante, pero El
nos ha prometido que lo va a hacer… y “yo creo”.
Viernes 4 de noviembre de 2005
1 macabeos 12, 42-48; 13, 1-3
Me levanté sin ganas de ir a la oficina, sin
ganas de ir a afrontar todos los problemas. Me postré ante el Señor pidiéndole que me iluminara para
saber qué tenía que hacer con el personal. Me dijo: 42 Cuando Trifón vio que
Jonatán llegaba con un numeroso ejército, temió atacarlo. 44 Luego
le preguntó: ¿Por qué has movilizado tanta gente? ¿Acaso somos enemigos? 45
Mándalos a sus casas y quédate con algunos para acompañarme a la ciudad de
Tolemaida, porque quiero entregártela… 46 Jonatán le creyó he hizo
lo que le había pedido. Despidió a sus hombres que se fueron al país de Judea… 48
Pero apenas entró en Tolemaida, los habitantes cerraron las puertas, lo
apresaron y mataron a todos los que habían entrado con él. 1 Simón supo que Trifón
había reunido un gran ejército con el fin de dirigirse a Judea y devastarla. 2
Viendo que el pueblo estaba asustado y temeroso, subió a Jerusalén. 3
Allí reunió al pueblo y lo animó con este discurso: “Todos conocen lo que yo,
mis hermanos y la familia de mi padre hemos hecho por las leyes y el Templo;
como también, las guerras y las angustias que hemos soportado. Comprendí que el Espíritu Santo
me decía que tuviera fe y que no despidiera al personal, pues eso era la lógica
del mundo, pero que precisamente lo que debía hacer no es lo que aconseja el
mundo y la lógica humana, sino la lógica de Dios. Por la tarde, en la oración nos tocó lo del evangelio del “Administrador
Astuto” y eso mismo le dije al personal, que aunque los hijos del mundo me
recomendaban despedirlos, lo que iba a hacer era lo que harían los “hijos de la
luz” o sea volvernos solidarios y hermanos; confiando en Dios, que El nos va a
sacar adelante.
Sábado 5 y domingo 6 de noviembre de 2005
Lucas 19, 40
Amanecí preparando el programa de hoy y el día
se pasó como que si nada. Pero yo
seguía preocupado y orando, pidiéndole al Señor que me dé fortaleza para seguir
adelante, pues yo ya no puedo por mí solo.
Fuimos a ver a mis papás y la reunión fue
positiva. El domingo me levanté más preocupado y como sin Fe, si verdaderamente
el Señor nos va a sacar adelante. Me
postré ante El, exigiéndole que me diera más Fe y más Esperanza. Me contestó: 40 … El contestó: “Yo les aseguro que si ellos se callan,
gritarán las piedras.”
Pasé todo el día meditando en esta Palabra,
orando y pidiéndole al Señor su misericordia, pues el dolor que siento es
inmenso y yo solo ya no lo puedo soportar. Fuimos al Flor con la tía Negra Augspurg de Scheele, después
vinieron Eduardo y María Alicia para celebrarle el cumpleaños a ella, que
cumplía 81 años. Fue un día lleno
del Señor y de oración, pues además fuimos a misa de La Transfiguración y
estuvo líndísima, con Monseñor Fernando. El Señor quiso que fuéramos ahí. Le dimos gracias a Dios por este día y
por habernos dado la oportunidad de servirle.
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