Lunes 7 de noviembre de 2005
2 Timoteo 2, 11-12
Sirácides 11, 21
Jeremías 50, 17-20
El Señor me iluminó para que el
título de mi libro sea
“Cronología de un Milagro”
Con la palabra de ayer, el Señor me dio más
calma durante la noche y amanecí con más confianza en el Señor. Me dijo: 11 Una cosa es cierta: Si hemos muerto con El, también
viviremos con El. 12 Si sufrimos pacientemente con El, también
reinaremos con El. 21 No te escandalices por
el éxito de los pecadores; pon tu confianza en el Señor y persevera en tu
labor. Es fácil para el Señor hacer rico al pobre en un instante. 17 Israel
era una oveja perdida, perseguida por leones. Primero, el rey de Asur la devoró
y luego, Nabucodonosor, rey de Babilonia, se comió sus huesos. 18
Por eso, así habla Yavé de los Ejércitos, el Dios de Israel: Estoy listo para
castigar al rey de Babilonia y a su país, como ya castigué al rey de Asur. 19
Yo haré volver a Israel a su corral y comerá el pasto en el Carmelo y en el
Basán y en los cerros de Efraím y Galaad tendrá para saciarse. 20 En
aquellos días, entonces, se buscará la culpa de Israel, pero no existirá; los
pecados de Judá, pero no se hallará ninguno, porque al que salvo, yo le
perdono.
Llegué a la oficina y encontré el e-mail de
Mark. Antes de abrirlo, resé una
decena del Rosario, para que el Señor me diera fortaleza para aceptar lo que
ahí me enviaba y es que me duele bastante ya, ver que el Señor no se compadece
de nosotros; aunque acepto con humildad su voluntad… pero me duele. Abrí el e-mail y era un e-mail de
esperanza; ¡bendito seas Señor!
El Espíritu Santo comenzó a iluminarme cómo
debía contestarlo y comencé a comprender la mano de Dios, resuelta a que las
cosas se compongan ya. Pasé todo
el día escribiendo su respuesta. Fui
a hablar con Alex y llegó Guayo. Me
llamó la atención que las reuniones entre nosotros tres no están siendo
positivas; pero cuando menos ya no negativas. Señor, protégenos con tu Sangre de toda acción del maligno
entre nosotros. Terminé de escribir la respuesta a Mark como a las 11:00 de la
noche y me sentí lleno del Espíritu Santo y contento, porque era El quien me
había estado iluminando.
Martes 8 de noviembre de 2008
Salmo 111
Hoy escribí mi segunda canción a
Dios
Me levanté a orar y ayer, antes de cena, sentí
que el Espíritu Santo me estaba iluminando para que escribiera una canción. Tomé la guitarra y me empezó a salir una
melodía, pero no la letra. Hoy
estando orando, cuando llegué a la página 1125 de La Liturgia de las Horas IV,
el Espíritu Santo me dijo: “A la melodía de ayer, ponle
la letra de este Himno.” Me fui a traer la guitarra y comencé a tocar
una linda canción, con la melodía de ayer y la letra de este Himno. Sonaba lindísimo y se la fui a tocar a
Sylvia Regina, que también le gustó mucho. Luego, el Señor me dijo: 1 Aleluya! Doy gracias al Señor de todo corazón en la reunión
de los justos y en la asamblea. 2 Grandiosas son las obras del
Señor, las profundizan los que en ellas se complacen. 3 Toda su obra
es grandeza y esplendor y su justicia dura para siempre. 4 Quiso que
se recordaran sus milagros, ¿No es el Señor clemente y compasivo? 5
Dio el alimento a aquellos que le temen, se acuerda para siempre de su alianza.
6 Mostró a su pueblo la fuerza de sus obras al darle la tierra de
los paganos. 7 Verdad y justicia son obras de sus manos, todos sus
decretos son seguros, 8 apoyados en una base inamovible, portadores
de verdad y rectitud. 9 Envió a su pueblo la liberación, fijó con él
una alianza para siempre; santo y temible es su Nombre. 10 El
principio del saber es temer al Señor, es sabio de verdad el que así vive, su
alabanza perdura para siempre. ¡Aleluya! Terminé de escribir la contestación a
Mark y resé un Padre Nuestro antes de enviarlo, para que el Señor bendijera lo
que estaba haciendo y produjera un resultado positivo. Por la tarde fuimos donde los Benítez y
pidiendo la invocación del Espíritu Santo, se sorteó quien se quedaba con el
grupo, como Animador y el Señor no quiso que fuéramos nosotros. Me sentí bien triste, pero voy
aprendiendo a aceptar Su voluntad y a amarla, pues El sabe mejor qué es lo que
nos conviene. ¡El sabe y El me ama! Como decía Santa Teresa.
Miércoles 9 de noviembre de 2005
2 reyes 22, 13; 23, 1-21
Me levanté pidiéndole al Señor que me dé
fortaleza, Me dijo: 13 “Vayan a consultar a
Yavé sobre lo que dice este libro que encontraron: Consulten por mí, por el
pueblo y todo Judá; porque nuestros padres no escucharon lo que dice este
libro, ni escucharon sus ordenanzas y por eso es grande el enojo de Yavé contra
nosotros. 1 El rey mandó a llamar a su lado a todos los
jefes de Judá y Jerusalén. 2 Luego subió a la Casa de Yavé
acompañado por toda la gente de Judá y Jerusalén. 3 El rey estaba de
pie junto a la columna; pactó la alianza en presencia de Yavé, comprometiéndose
a seguirlo, a guardar sus mandamientos y sus leyes, y a respetar sus
ordenanzas. Se comprometió a mantener esta alianza según lo escrito en el
Libro, con todo su corazón y toda su alma. Y todo el pueblo se comprometió con
él. 21 El rey dio esta orden a todo el pueblo: “Celebren la Pascua
en honor de Yavé, Su Dios, según está escrito en este libro de la
Alianza.” No comprendí que
era lo que me quería decir el Señor y pasé meditando su Palabra todo el día.
En el día no ocurrió nada, sólo esperar.
Además, esperar en el Señor.
Retírate dentro de ti mismo, sobre todo
cuando necesites compañía.
Jueves 10 de noviembre de 2005
Me levanté apesadumbrado, cansado y sin
esperanza; sólo confiado en el Señor. ¿Señor, a quién iremos,
si sólo Tu tienes Palabras de Vida Eterna? Me dijo: 7 Si la primera alianza
no mereciera críticas, no habría que buscar otra. 8 Pero Dios mismo
la critica cuando dice: Vienen días, palabra del Señor, en que pactaré una
alianza nueva con la casa de Israel y de Judá. 9 No será como la alianza
que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos del país de
Egipto. Ellos no permanecieron fieles a mi alianza, por lo cual yo también lo
descuidé, dice el Señor. 10 Esta es la alianza que pactaré con la
raza de Israel en esos tiempos que han de venir, palabra del Señor: Pondré mis
leyes en su mente y las grabaré en su corazón y yo seré su Dios y ellos serán
mi pueblo. 12 Yo perdonaré sus maldades y no volveré a acordarme de
sus pecados. 4 él
enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni lamento, ni
llanto ni pena, pues todo lo
anterior ha pasado.» 5 Y el que estaba sentado en el trono dijo:
«Ahora todo lo hago nuevo». Luego me dijo: «Escribe, que estas palabras son
ciertas y verdaderas.» 6 Y añadió: «Ya está hecho. Yo soy el Alfa y
la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed yo le daré de beber
gratuitamente del manantial del agua de la vida. 7 Esa será la
herencia del vencedor: yo seré Dios para él y él será hijo para mí. Cuando terminé de leer esta
Palabra, comprendí que era lo que el Señor me quería decir ayer; pues la de hoy
complementa la de ayer, diciéndome el Señor que ya está todo olvidado y que
todo esto ha sido necesario para que nos acerquemos a El y lo reconozcamos y
pongamos como el Señor de nuestras vidas.
Hablé con Vidal y me dijo que el e-mail que le
había escrito a Mark había sido un “ball out of the park” o sea que había
estado buenísimo y que con eso, el caso agarraba otro giro completamente y que
no se explicaba porqué nadie me había preguntado lo de los Consequential Damages antes; pues todo era bastante claro. En mis adentros yo me decía: “yo sí sé, es
que el Señor no quería que esto se supiera antes, para formarnos más.” Me
acordé también de la profecía de Edith, que iba a salir una carta, algo que iba
a voltear el caso a nuestro favor. Me fui al Santísimo para darle gracias al
Señor por todas sus bendiciones.
Viernes 11 de noviembre de 2005
Salmo 41
Me levanté a orar y me di cuenta que no tengo
nada que ir a hacer a la oficina, pues hoy no puede pasar nada con los abogados
y no tengo nada pendiente. Ni siquiera nada que esperar, que pueda pasar, pues
El Paso no puede reaccionar tan rápido. ¿Señor, qué hago? Me contestó: 2 Feliz el que se acuerda del pobre y del débil, en el día
malo lo salvará el Señor; 3 el Señor lo guardará, lo mantendrá con
vida y feliz en esta tierra: –no
lo dejarás en manos de sus enemigos– 4 El Señor lo acompañará
en su lecho de dolor y le arregla la cama mientras está enfermo. 5
Yo dije: «Señor, apiádate de mí, sáname porque he pecado contra ti». 6
Mis enemigos me desean lo peor: «A ver si se muere y ya no se habla más de él».
7 Si alguien viene a verme, habla por hablar, pero se informa para
dañarme; apenas está afuera, esparce sus rumores. 10 Hasta mi amigo
seguro en el que yo confiaba, que mi pan compartía, se ha vuelto en contra mía.
11 Pero tú, Señor, ten piedad de mí, ponme en pie, que quiero
pagarles con lo mismo. 12 Que mis enemigos no canten victoria, y
reconoceré que me valoras. 13 Tu me asistirás, Señor, porque no hay
falta en mí y me mantendrás en tu presencia para siempre. 14
¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y para siempre! ¡Así
sea! Me sentí amado por el
Señor, después de leer esta Palabra, pero me preguntaba: ¿Hasta cuándo Señor,
hasta cuándo? Cuando iba a la
oficina me habló Juan José que no llegara, que habían unas personas del Juzgado
Tercero de lo Mercantil preguntando por mí. No pude ir a la oficina y me vine a la casa.
Desterrado de la oficina, como en Babilonia. El Espíritu Santo me llevó a comenzar a
leer el libro de “Margarita” y me di cuenta porqué el Señor había querido que
no fuera a la oficina. Me
identifiqué tanto con el libro, que le di gracias al Señor que me había llevado
a él, en este momento tan triste de mi vida y de acercamiento a El. Ahí había estado el libro desde hace
años… le pregunté a Sylvia Regina si se acordaba cuando lo había comprado y
adonde y sólo me dijo que lo había traído de uno de los viajes a Medjugorie. Ahí ha estado por más de 10 años, sin
ser leído, pero yo viéndolo todo el tiempo. El Señor me comenzó a hablar a través del libro… a mí, a mí
solo… como a Margarita.
Me sentí feliz por como mi amor al Señor había
crecido durante todos estos años y como al igual que Margarita, el Espíritu
Santo nos había hecho escribir nuestra relación con Dios en una agenda diaria.
Comprendí varias cosas sobre Dios. No podía dejar de leer, pero a la vez, un
sentimiento de tristeza se fue apoderando de mí; pues me di cuenta que todavía
me faltaba bastante que sacrificar para estar ¡más cerca del Señor! ¡Señor, sin
Ti no puedo, aumenta mi fe!
Sábado 12 y domingo 13 de noviembre de 2005
Juan 17, 3-19
Me levanté temprano a orar, ayer me acosté a
las 12:30 p.m., pues no quería dejar al Señor. Por la mañana me dijo: 3 Y ésta es la vida
eterna: conocerte a ti, único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesús,
el Cristo. 7 Ahora reconocen que todo lo que me has dado viene de
ti. 8 El mensaje que recibí se lo he entregado y ellos lo han
recibido, y reconocen de verdad que yo he salido de ti y creen que tú me has
enviado. 9 yo ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los
que son tuyos y que tú me diste. 10 Pues todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; yo ya he
sido glorificado a través de ellos. 11 Yo ya no estoy más en el
mundo, pero ellos se quedan en el mundo, mientras yo vuelvo a ti. Padre Santo,
guárdalos en ese Nombre tuyo que a mí me diste, para que sean uno como
nosotros. 15 No te pido que los saques del mundo, sino que los
defiendas del maligno. 17 Conságralos mediante la verdad: tu palabra
es verdad. 19 Por ellos ofrezco el sacrificio, para que también
ellos sean consagrados en la verdad.
El domingo fuimos todos a celebrar el
cumpleaños de mi mamá al Campestre. La reunión fue positiva, pero mi mamá no se
sentía contenta. Yo oraba por
todos nosotros, para que el Señor nos dé su paz. Después fuimos al cine con Rober a ver el Zorro, pasamos
felices y contentos. Gloria a
Dios, por estos momentos. Por la
noche hablaron Sofía y Camila, le di gracias al Señor por todas estas
bendiciones y le pedía fortaleza, para aceptar su voluntad.
"Así como cuando uno junta dos trozos de cera y derritiéndose por medio del fuego se forma una sola cosa. Así también por la Comunión del Cuerpo de Cristo y de su Preciosa Sangre, El se une a nosotros y nosotros nos unimos a El."
ResponderEliminarSan Cirilo de Alejandría