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Canonización de Monseñor Romero

miércoles, 8 de agosto de 2012

Cronología de un Milagro - Septiembre 2005-IV


Lunes 26 de septiembre de 2005

Hechos 12, 11

Me levanté a orar.  Me postré de rodillas rogándole al Señor que me iluminara para saber qué hacer.  Durante la oración me dijo que mi misión era ayudar a otras personas a que encuentren La Palabra del Señor; que esa era mi misión.  Luego me dijo, en relación a mi petición: 11 Entonces Pedro volvió en sí y dijo: “Ahora no cabe duda; el Señor ha enviado a su ángel para rescatarme de las manos de Herodes y de todo lo que proyectaban los judíos contra mí.” ¡Gloria a Dios!
Nos reunimos con Alex, a mediodía, para preparar la reunión con los representantes de la comapñia inversora.  La reunión fue en principio negativa, pero después se puso positiva y logramos ponernos de acuerdo en qué íbamos a pedir. Podía sentir la mano de satanás tratando de dividirnos; pero yo oraba en silencio pidiéndole al Señor su presencia y su misericordia y empezamos a ponernos de acuerdo y a consensar nuestras opiniones.
La reunión con los representantes no salió como esperábamos y terminó en ruptura de negociación, pues ellos no estaban considerando dejarnos nada de participación en la planta de Nejapa, lo cual era para mí el indicio de que su planteamiento no venían de Dios y por tanto no nos convenía. La negociación terminó y de nuevo Alex y yo nos volvimos a quedar frustrados que nada camina, ¿Hasta cuándo Señor, hasta cuándo?
Cuando los salí a dejar a la entrada de la oficina, estaban todos los empleados orando. No comprendía yo cómo el Señor no escucha todas esas oraciones, pero ¡El sabe más y El nos ama! Al regresar a la casa, después de cenar con el Padre Francesco, que habíamos invitado a cenar, me dijo Sylvia Regina que en su grupo de oración ella le había preguntado al Señor, porqué es que llegamos hasta las puertas y después de eso no se nos cierran ya cuando estamos por entrar y que El le había contestado: ¡Porque no vienen de mí! Son fruto de la soberbia!
Me puse a orar, confiado en el Señor que El, cuando llegue el momento nos va a resolver todo y no va a costar nada, pues entonces sabremos que viene de El.

Martes 27 de septiembre de 2005

Isaías 40, 1-2

Me levanté perezoso, desconsolado, pidiéndole al Señor su misericordia, pues ya no aguanto. 1 Consuelen, dice Yavé tu Dios, consuelen a mi pueblo. 2 Hablen a Jerusalén, hablen a su corazón y díganle que su jornada ha terminado, que ha sido pagada su culpa, pues ha recibido de manos de Yavé doble castigo por todos sus pecados. 3 Una voz clama: “Abran el camino a Yavé en el desierto; en la estepa tracen una senda para Dios; 4 que todas las quebradas sean rellenadas y todos los cerros y lomas sean rebajadas; que se aplanen las cuestas y queden las colinas como un llano.”  ¡Señor, yo confío en Ti!
Me sigue diciendo que ya todo terminó y todo se va a comenzar a arreglar, pero todo parece no componerse. Lo único que me sostiene es mi Fe.
En la oficina no pasó nada, lo único es que el Espíritu Santo me hizo recordar de las palabras de Edith que iba a aparecer una carta y entonces todos los abogados iban a decir que: ¡Ah, esto es, así fue cómo sucedió! y entonces todo el caso iba a cambiar y resolverse. Entonces, seguí buscando en mis archivos y encontré una carta de la abogada de Nejapa Power, que me mandó en 1994.  Se la mandé a Vidal, a ver que piensa.  Por lo demás, no pasó nada.
Tuvimos la reunión con el otro grupo de Encuentros para celebrar nuestro tercer aniversario de haber ido a nuestro Retiro.  Le di gracias a Dios por habernos concedido la gracia de poder perseverar juntos con Sylvia Regina y tener este grupo de crecimiento que nos ha ayudado a mantenernos cerca de El.  Eramos sólo cinco parejas, de ambos grupos; Memo nos entregó una tarjeta con una cita de Mateo 22, 14 – “Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.” ¡Gracias, Señor!

Miércoles 28 de septiembre de 2005

Efesios 3, 8-21

8 A mí, el menor de los creyentes, se me concedió esta gracia de anunciar a los pueblos paganos la incalculable riqueza de Cristo 9 y de esclarecer en qué forma se va realizando el proyecto secreto escondido desde siempre en Dios, Creador del universo. 13 Por eso, yo les ruego que no se desanimen al ver las pruebas que soporto por ustedes. Más bien, han de sentirse orgullosos de ellas. 14 Pensando en todo esto, doblo rodillas en presencia del Padre, 15 al que se refiere toda patria en la tierra y toda familia celestial, pues “patria” viene del “padre”. 16 Que él se digne, según la riqueza de su gloria, fortalecer en ustedes, por su Espíritu, al hombre interior. 18 Que sean capaces de comprender, con todos los creyentes, cuán ancho y cuán largo, y alto y profundo es, 19 en una palabra, que conozcan este amor de Cristo que supera todo conocimiento. En fin, que queden colmados hasta recibir toda la plenitud de Dios.  No comprendí mucho lo que el Señor me quería decir, pues no iba muy en la línea de mis preocupaciones.  No lo entendí sino hasta que llegué a almorzar a la casa de mi mamá y lo primero que me dijo fue: “hijo, ayúdeme a incrementar mi Fe” y entonces comprendí que esta Palabra de hoy era para ella.  Se la leí y estoy seguro que el Señor habrá hecho su obra.
Por la tarde recibí un e-mail de Vidal completamente desconcertante, pues había hablado con Mark Baker, el abogado de Nejapa Power y le había dicho que ellos no consideraban que nuestro reclamo tenía ningún valor.  Me sentí desconcertado, pues eso significaba que hemos estado arando en el mar y no hemos logrado nada y como que también significa que nuestros abogados no han entendido nada del caso.
Por la tarde, cuando estaba en oración ante el Santísimo, el Espíritu Santo me iluminó y me dio la idea que le ofreciéramos a la compañía inversionista que nos había visitado días atrás, que nosotros compráramos la planta para ellos, pues de esa forma obtendríamos un poco de liquidez, fijábamos el precio de la planta.

Jueves 29 de septiembre de 2005

Miqueas 7, 1-20

Me levanté confundido, con un montón de ideas que hacer con respecto a la idea que el Espíritu Santo me había dado ayer en el Santísimo.  Decidí, en mis oraciones, hacerle una propuesta específica al Señor y preguntarle ¿qué debo hacer?  Me contestó:  1 Pobre de mí, pues me parezco a los que recogen espigas después de la siega o a los que rebuscan racimos después de la vendimia, pero no hay ni un racimito para probarlo ni una de esas primeras brevas que me gustan. 2 Los creyentes han desaparecido del país, y entre sus habitantes no se encuentra ni siquiera un hombre justo. 3 Sus manos son buenas para hacer el mal; el príncipe es exigente; el juez se deja comprar; el poderoso decide lo que le conviene. 4 Su bondad es la del cardo, su honradez peor que una hilera de espinos. ¡Pobres de ellos! Ahora viene el juicio, el día de su castigo, y ahora no saben qué hacer. 7 Pero yo miraré al Señor, esperaré en el Dios que me salva; mi Dios me atenderá. 8 No te alegres de mi desgracia, oh enemiga mía, pues si he caído, me levantaré; si ahora estoy a oscuras, Yavé será mi luz. 9 Por ahora debo soportar la cólera de Yavé, pues me rebelé contra él. mientras examina mi causa y me hace justicia; entonces me hará salir a la luz y yo veré su fidelidad. 10 Mi enemiga, al verlo se sentirá avergonzada, pues decía: ¿Dónde se metió tu Dios? Mis ojos se recrearán viendo cómo es pisoteada, igual que el barro de las calles. 18 ¿Qué Dios hay como tú, que borra la falta y que perdona el crimen; que no se encierra para siempre en su enojo, sino que le gusta perdonar? 19 Una vez más te compadecerás de nosotros, pisotearás nuestras faltas. Tira, pues al fondo del mar todos nuestros pecados.
Nos reunimos con Alex a mediodía para proponerle esta idea y la reunión fue positiva y decidimos proponérsela a los inversionistas. Por la noche me habló el presidente y me propuso que nos reuniéramos mañana con su analista, pues él iba de viaje, para entender mejor la idea. ¡Gloria a Dios! Eso me confirmaba que éste es el camino que el Señor nos manda a seguir.

Viernes 30 de septiembre de 2005

Judas 1-2

Judas, servidor de Jesucristo y hermano de Santiago, a los que fueron llamados a la fe, amados por Dios Padre y guardados en Cristo Jesús. 2 Reine ante ustedes, la misericordia, la paz y el amor.  
Se fue otro mes y ya el próximo 30 de octubre se vencen los pagos a los ex-accionistas y es el juicio del amigo que me ha demandado penalmente.  
En la oficina no pasó nada, no pudimos pagarle nada a los empleados. Esta semana renunciaron variso empleados, pudimos detener al Ing. Hernández, que es el único que está produciendo algo.  
Me reuní con los de la compañía inversionista e insisten en mantenerse en el mismo monto. Todo esto me hizo desesperar y en la noche sentí que el Señor estaba bien lejos de mí. Le preguntaba: ¿Señor y que no me acabas de decir hoy en la mañana que reine en mí la misericordia, la paz y el amor? Era todo lo que no sentía. No siento su misericordia, pues oro y oro por ella y siento que no me responde; no siento su paz, pues precisamente hoy en la noche me sentía abandonado y sin ninguna esperanza y no siento su amor, pues lo siento lejos de mí, ajeno a todo este sufrimiento que estoy sintiendo. Lo que más me duele es no sentirlo cerca y que responda  a mis necesidades.  ¡Señor, Jesús, ten misericordia de nosotros y del mundo entero!

Sábado 1 y domingo 2 de octubre de 2005

2 macabeos 7, 18-41

Me levanté a orar desconsolado. Tenía que preparar el programa, quería orar, estar con el Señor para que me consolara y además tenía que preparar el material que le iba a dar a los inversionistas, pues habíamos quedado de reunirnos a las 10:00 y yo ya me sentía incapaz de decidir nada.
Levanté mi mirada al Señor y le dije: “Señor, yo me considero incompetente para decidir qué es lo que hay que ofrecerles y cómo debo hacer para manejar la reunión, ayúdame e ilumíname, para saber qué hacer. Temo que cualquier cosa que decida yo, sea lo más inconveniente”.  Sentí la iluminación del Espíritu Santo diciéndome que incluyera todos los papeles que había traído y que me decía: “Déjame a mí manejar la reunión, yo te diré qué hay que decir, cómo debes actuar  y cuándo debes callar.” Así lo hice y al final de la reunión volví a sentir la misericordia, la paz y el amor del Señor.  
Durante la oración, el Señor me dijo:  18 … No te equivoques. En verdad, es por causa de nosotros mismos que sufrimos todo esto, porque pecamos contra nuestro propio Dios; por eso nos han pasado cosas asombrosas. 20 Por encima de todo se debe admirar a la madre de ellos, que vio morir a sus siete hijos en el espacio de un día. 38 Que en mí y en mis hermanos se detenga la cólera del Todopoderoso, que justamente descarga sobre toda nuestra raza. 39 Muy enojado el rey, se enfureció contra éste más que contra los otros … 40 Y así murió también éste sin mancha, plenamente convencido en Dios. 41 Después de todos sus hijos, murió también la madre.  
Por la noche tuvimos una reunión en la casa de mi mamá, para celebrar el matrimonio de Alexandra.  La reunión fue positiva, pero ya mi papá no pudo participar pues lo vi bien deprimido.  Me fui a platicar con él y es obvio que lo que le preocupa es no vernos bien económicamente y su futuro económico amenazado, que es la primera vez en su vida que lo siente así.  Oré al Señor por su misericordia y que nos dé la bendición que nuestro problema económico se solucione pronto y que mi papá lo pueda ver en vida.

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